Entrevistas

Paco Tamarit: «El ataque de risa es, junto con el orgasmo, el mayor pico de felicidad que podemos provocarnos»

Paco Tamarit

Paco Tamarit es músico, escritor, y un observador de lo cotidiano, cuya realidad convierte en textos humorísticos, surrealistas y teñidos de agudas observaciones. Como esa de que nunca hemos visto un zombie con gafas. Ahora los ha publicado en su libro Disfruten las molestias, editado por Sloper, el cual podría ser una mera sucesión de chistes, anécdotas y ocurrencias. Pero la habilidad del autor los convierte en aforismos, haikus, greguerías, cadáveres exquisitos, y párrafos de género inclasificable. Textos que en la superficie hacen reír, y leídos despacio, pensar. Siempre pegados a las referencias del día a día, y por donde desfilan Merlín Osborne, Monago, Los Shadows, Shuarma… o el Fondo Proletario Internacional. Incluso Nick Cave riendo a carcajadas, una imagen insólita que solo él sería capaz de concebir, y creo que de llevar a la práctica.

¿Vamos a reírnos también en esta entrevista?

A mí me haría enormemente feliz que así fuera. Haré todo lo que pueda, pero no aseguro nada. Además, la idea de un humorista haciendo esfuerzos por arrancar carcajadas a la audiencia es bastante patética. Yo prescindiría de crear expectativas. En esta entrevista ustedes van a sentir tristeza, dolor y miedo. No sigan leyendo. Ahora están a tiempo.

«Explicar en una reunión del AMPA los acordes de «Where is my mind», de Pixies, con aceitunas cortadas en lugar de tizas». Este concepto extraído de tu libro me parece perfecto para definir a un gamberro intelectual.

En realidad, fue un sueño que tuve hace tiempo. «Where is my mind» es una canción cuyos acordes me harté de explicar cuando daba clases de guitarra y la juventud española era grunge, mucho antes de que en 1998 el Believe de Cher hiciese que todo en el mundo del pop fuera rebozado con Auto-Tune, un efecto, todo sea dicho, que me encanta. El resto de la historia (el AMPA, la pizarra, las aceitunas…) la creó mi subconsciente.

Creo, sin embargo, que pensar en tu libro como humorístico es quedarse en lo superficial. ¿Es así?

Bueno, es un poco tópico, pero creo que el humor nunca es superficial. Siempre tiene diferentes lecturas. Prefiero que se presente el libro como algo ligero, desbarrado y que tiene como principal objetivo provocar carcajadas lisérgicas que como algo profundo que esconde algún tipo de enigma.

No he encontrado un solo párrafo capaz de crear polémica o ser cancelado. ¿Ha sido a propósito o es que tu humor y tono es así de blanco?

Me siento cómodo instalado en ese tono blanco. No soporto el humor negro de trazo grueso (Chummy Chumez o Rafael Azcona evidentemente no entran en esta categoría) Bueno, simplemente no me hace gracia. Me encanta que haya humoristas que hagan chistes, por ejemplo, sobre víctimas de catástrofes y que estos tengan su público (básicamente, mi alumnado de la ESO), pero yo me reservo mi derecho a que me hagan la misma gracia que los chistes de Arévalo.

Hablando de humoristas, ¿te sientes identificado con alguno en particular?

De pequeño se paraba el mundo cuando aparecían Tip y Coll, Eugenio o Gila por la tele. Me chifla todo lo que tenga que ver con La Codorniz, directa o indirectamente. Hace relativamente poco me enteré de que la gran Gloria Van Aerssen, cantante de mi grupo favorito de todos los tiempos, Vainica Doble, tenía una sección sobre moda en La Codorniz. El enorme Alfonso Sánchez firmaba artículos buenísimos utilizando el pseudónimo «Chistera», Ángel Palomino, Gonzalo Vivas, Tono, Jardiel Poncela, Gómez de la Serna, Herreros, Mihura, etc. me emociono solo escribiendo sus nombres. Las calles y plazas más importantes y bonitas de este país deberían llamarse como ellos. De los humoristas actuales que conozco, solo me interesan Miguel Noguera y Venga monjas (cuando huyen del canallismo y se sumergen en el desbarre surrealista), pero estoy seguro de que me pierdo un montón de propuestas interesantes. Mi vida no da para más.

Leyendo Disfruten he recordado también la escritura automática de los surrealistas. ¿Cómo surgen tus textos, son ideas que nacen de la pura inspiración o los vas trabajando sobre un concepto?

Mis textos, o la mayoría de ellos, surgen de buena mañana mientras se prepara el café, cuando los sueños todavía aletean vibrantes en mi cabeza. Me encanta la sensación de irrealidad previa al efecto de la cafeína y el azúcar.

Algunos parecen críticas contra realidades desagradables, a las que despojas de toda tragedia, como esos antidisturbios pegándote con panderetas en Navidad hasta que pierdes la consciencia. ¿Reírse de todo es una opción vital, una medicina para lectores, o el único modo de tolerar ciertas realidades?

El ataque de risa es, junto con el orgasmo y, probablemente, el subidón de algún opiáceo fuerte, el mayor pico de felicidad que podemos provocarnos. Está en nuestra mano ser más felices teniendo buena disposición para vivir estas experiencias. Bueno, lo de los opiáceos tiene efectos secundarios indeseables (pérdida de dientes, explosión del hígado, exclusión social, etc.) y es recomendable evitarlos, pero la risa y los orgasmos deberían ser prioritarios en día a día de la vida de quien se quiera un poco. Soñé una vez que Torcuato Fernández Miranda me decía que jamás se fiaría de alguien que asegura que no se masturba. Me desperté con ganas de votar a la UCD.

Publicaste muchos de estos textos en las redes, diariamente, ¿cómo pasaron de ahí a convertirse en un libro?

El editor y escritor Román Piña, de la editorial Sloper, me propuso recopilar mis ocurrencias en un libro y a mí me pareció una idea fantástica.

¿Sigues creando textos en este momento o Disfruten las molestias fue una etapa? ¿Veremos más libros tuyos en un futuro?

Sí, sí, por supuesto. Forma parte de mi día a día. En los últimos meses he vivido un problema grave de salud con final feliz y mirando retrospectivamente la experiencia, tengo pensado reescribirla de manera rumbosa. Daría para varios libros. Ahora estoy en casa descansando, disfrutando de mis hijos y tomándome la vida con mucha calma, pero hace ahora mismo dos meses mi perspectiva de vida era muy diferente. Ha sido una auténtica montaña rusa emocional y tengo claro que la voy a contar más pronto que tarde.

No sé si te ves incluso como monologuista en el Club de la Comedia. O autor de sus guiones, al menos.

Siento un gran respeto por el público en general y jamás pondría a una sola persona en la desagradable situación de tener que sufrirme como monologuista. No tengo gracia. Soy consciente de ello. Otra cosa es mostrarme como músico. He hecho muchísimos conciertos en mi vida y puede que entre canción y canción se me escapen algunos chascarrillos, pero en el espectáculo, la música es lo importante. Recuerdo que hice una vez un concierto con el piano interpretando mis bandas sonoras favoritas de la historia del cine. Esa noche sonó Nino Rota, García Abril, Asins Arbó, Elmer Berstein, Bernard Herman, etc. Empecé con una música maravillosa de Josep Maria Bardagí que sirvió de BSO de la película El ETE y el OTO, de los Hermanos Calatrava. Quizá, uno de los mayores despropósitos audiovisuales que ha dado este país, junto a Supernova y Nadie conoce a nadie. El público se partía de la risa cuando supo el título de la película.

En tu libro haces referencia a algunos escritores, Pío Baroja, Galdós, Jorge Semprún, Ortega y Gasset… Los pones ahí por ser tus favoritos, ¿o por todo lo contrario?

Lo que he leído de Pío Baroja y Galdós me parece maravilloso. Es literatura de verdad. Se basta ella sola para decirlo todo y no necesita apoyarse en el lenguaje cinematográfico para hacer, por ejemplo, avanzar la historia. El cine ha estropeado mucha de la literatura que se escribe actualmente. En algunas novelas entre capítulo y capítulo parece que vaya a sonar la insoportable música de Hans Zimmer para hacer las transiciones y recordarte que el mundo es una mierda y que todos y cada uno de nosotros vamos a experimentar la muerte en primera persona. A Semprún no lo he leído nunca. De Ortega he leído sus ensayos sobre el amor, de deshumanización del arte y, por supuesto, La rebelión de las masas y es brillantísimo. Me quedan muchas cosas por leer.

Qué lee ahora Paco Tamarit.

En estos tiempos de reposo y hospitales he estado con Stefan Zweig y con mucho Borges: las ficciones, ensayos, El Aleph, un verdadero universo en sí mismo.

Y para ver la vida con el prisma del humor. Qué te inspira.

Tampoco hay una fórmula secreta. Me gusta exagerar mentalmente cada situación en la que me hallo. Cada día es una mina en la que se dan cita miles de situaciones que retorciéndolas levemente pueden dar lugar a momentos desternillantes. Los últimos dos meses, por ejemplo, puede que hayan sido los peores de mi vida. No ha habido un solo día en que no haya tenido uno o dos ataques de risa.

También citas a muchos músicos. Nacho Vegas, Pixies, Paco de Lucía, etc. ¿También son referentes?

Justo esos tres artistas a quienes admiro mucho, no son referentes para mí. Sí lo serían, por ejemplo, Brian Wilson, Skeeter Davies, Cole Porter, Vainica Doble, Malcolm Scarpa, Luis Prado y un centenar más.

¿Escuchas música cuando escribes o prefieres el silencio para concentrarte?

No. Cuando escribo no puedo hacer otra cosa y mucho menos, escuchar música. Durante este tiempo he estado sumergido en mi zona de confort musical: doo woop de los cincuenta y soft pop californiano de los sesenta. Una música que hace que me sienta en casa, feliz y sin sobresaltos.

Hablando de música, si a alguien obligó a parar la pandemia fue a los músicos, ¿eso contribuyó a que escribieras?

A nivel laboral la pandemia fue devastadora. Yo tengo la suerte de trabajar como profesor de secundaria, pero el resto de compañeras y compañeros que se dedicaban a luces, sonido, montaje de escenarios, etc. y no tenían otra fuente de ingresos, se vieron con una mano delante y otra detrás, con un horizonte incierto y en muchos casos viéndose en la necesitad de tirar la toalla. Sí, la verdad es que la situación me ha llevado a tomarme la escritura como una prioridad. El confinamiento y la escritura se llevan bien.

Y cuáles son los planes inmediatos de Paco Tamarit. ¿Nuevos libros, proyectos musicales?

Darle forma literaria a mi experiencia hospitalaria.

Terminar unas canciones con el grupo que tengo junto a María, mi pareja, Cápsula de sueños.

En cuanto termine mi baja laboral espero reincorporarme a mi puesto de trabajo como profesor de secundaria (un trabajo que adoro) y a retomar mi actividad musical con mis amigos, el grupo La Casa Azul. Cuando estoy en el escenario con ellos, me siento mitad músico, mitad público. Estoy cantando canciones favoritas, terapéuticas y emocionado totalmente. Aun así, lo mejor sucede en los camerinos. Escuchando y bailando juntos nuestra música favorita. Desde The Mamas and the Papas a Easy Life pasando por Las Ronettes. Es catártico. Lo echo mucho de menos.

Henry Miller escribió Leer en el retrete como un modo de ridiculizar la costumbre de leer en el váter. Dónde aconsejarías tú que leyéramos Disfruten las molestias.

Si tuviera que elegir un lugar ideal para leerlo sería en una mesa de un bar concurrido con una caña bien tirada delante y mirando entre frase y frase alrededor. Seguro que nos topamos con algún diálogo en la barra que nos arregla el día.

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