Era 1984, y en las carreteras de EE.UU. pedaleaba el primer nómada digital de la historia. Steve Roberts se había preguntado a sí mismo porqué después de elegir una profesión libre —articulista— estaba atado a una habitación una mesa. Diez años y veintisiete mil kilómetros después, recorridos en una bicicleta con panel solar de carga, ordenador portátil y teléfono por satélite, su ejemplo había cundido. El colectivo de nómadas digitales no ha dejado de crecer desde entonces, y hoy tiene a Sevilla como una de sus ciudades de referencia. Especialmente señalada para los que piensan en residir largos períodos de tiempo. En su concepto del mundo, más de cinco meses. Hemos indagado en los motivos que llevan a estos trabajadores extranjeros a elegirla.
Y la primera conclusión es que la cuarta ciudad más grande de España ha sabido entrar, en muy pocas décadas, por la puerta grande del presente. Un modelo a imitar en el siglo XXI. El parque tecnológico, cultural y formativo en que se ha convertido la Cartuja tiene mucho que ver, y de hecho el robot Perseverance que actualmente explora Marte incorpora tecnología desarrollada por el Instituto de Microelectrónica de Sevilla y la empresa Alter Technology. Esta última también contribuye al programa espacial europeo Copérnico. El mayor parque eólico del mundo, en el mar del Norte, es abastecido por GRI Towers Sevilla. En la factoría del puerto, Tecade realiza estructuras de puentes levadizos que se alzan sobre los ríos de Suecia. Son algunos ejemplos de las tecnologías, servicios y productos que parten a diario desde la ciudad hacia los más exigentes rincones del planeta. Atrayendo a profesionales de todos los países, especialmente los perfiles con alta formación, demandados por estas empresas.
La pandemia disparó la llegada de nómadas a Sevilla, y se espera una nueva oleada a raíz de la próxima reforma de sus condiciones en nuestro país. El gobierno prepara una visa diseñada para compatibilizar trabajos de alta cualificación con un turismo inmersivo, que facilite tanto los permisos laborales como la residencia. Se unirá a las cuatro que ya existen. En los foros especializados y páginas de referencia la ciudad es valorada por su seguridad, facilidad para el emprendimiento, la gran libertad de expresión, y el ser muy amigable con familias y con el colectivo LGTBI. Además de ser el lugar idóneo para encontrar el equilibrio entre trabajo y vida personal. Especialmente si te dejas contagiar por el «slow living».
Sevilla, cultura para el nomadismo
El principal motivo para la aparición de esta forma de trabajar más flexible fue la conciliación, un concepto que casi parece inspirado en la forma de vivir de los sevillanos. Esa costumbre de cargar las pilas almorzando en rincones de belleza singular, pasear una tarde entera por las orillas del río Guadalquivir, o tomarse un respiro en un banco de los Jardines de Murillo, rodeado de una explosión de flores, aromas y verdor. Cada barrio y cada rincón de Sevilla son una mezcla de paisajes estéticos y emocionales, que combinan de manera única el sentido de belleza. Hermoso a los ojos, y cálido para el corazón por esa vida social que fomenta el modo de ser tan abierto de los locales, y su cultura de convivencia y celebración en la calle. La intensa vida social facilita el intercambio, el emprendimiento, y el desempeño profesional. Además de mejorar notablemente la salud mental, otra de las grandes preocupaciones de los nómadas, y ahora de los trabajadores en general.
El día a día de nómadas y expatriados incluye pararse en las terrazas que disponen de wifi gratuito para hacer sus reuniones por Zoom. Algunos lugares ya son puntos de referencia donde los internacionales se encuentran para compartir impresiones, experiencias e información sobre la ciudad. La librería Caótica, mezcla de librería y centro cultural, es muy mencionada por su cerveza artesanal. El café Piola por sus tostadas de aguacate, y el Café Virgin junto a Las Setas, por su típica hospitalidad andaluza. Gigante Bar, El Viajero Sedentario, La Sra. Pop, Orfeo y Almacén café también se cuentan entre los más apreciados. Los espacios de coworking se han popularizado en todos los barrios, y hoy workINcompany, Arcadia, Regus, Thinking Company o La Bañera de San Luis se complementan con los cafés y restaurantes donde trabajar informalmente.
Cuando termina el trabajo
Cuando eso ocurre, a lo último que invita el ambiente y el clima sevillano es a sofá y mantita. Ver la última serie o película puede ser una opción, pero también un desperdicio de todo lo que, de forma cercana y accesible, hay en la ciudad.
La gastronomía es siempre uno de los aspectos más valorados, más aún porque no se limita a los restaurantes, sino al picoteo callejero en forma de tapas que acompañan a las bebidas. Los platos de cada civilización y pueblo que ha ocupado la ciudad, desde Roma hasta hoy, han dejado su herencia, y ahora los nuevos cocineros incorporan fusiones de la nueva cocina, innovación tras innovación, delicia tras delicia. Para todos los gustos, paladares, y bolsillos.
Y con un consejo habitual entre nómadas: traer consigo tu ropa de deporte más holgada, pues es habitual dejarse llevar por las delicias gastronómicas, y ganar peso. Los churros del Bar Comercio en la calle Lineros, el montadito de pringá, universal, el vermouth de grifo, el salmorejo y el solomillo al whisky están entre los que primero atraen la atención de estos trabajadores errantes.
Para contrarrestarlo, el ocio deportivo al aire libre encuentra en los espacios verdes de la ciudad un lugar óptimo para ejercitarse. Parques y jardines para rutas de runners, junto a las instalaciones deportivas profesionales y semiprofesionales permiten progresar en cualquier disciplina. Pero también encontrar ese vínculo entre estancias en espacios naturales y actividad física, que contribuyen a reducir el estrés y mejorar la salud mental. Algo imprescindible en cualquier ciudad amplia y cosmopolita, para equilibrar el impacto de los espacios urbanos. Veintiocho parques y jardines, y once paseos arbolados hacen de esta ciudad un auténtico enclave verde, en lucha contra el cambio climático, empeñada en alcanzar la sostenibilidad, y con un bosque urbano de 200.000 árboles que sigue creciendo. Su extensa red de carriles bici con doscientos kilómetros dedicados en exclusiva y separados del tráfico son, además de una opción sostenible y económica para los traslados diarios, una opción ideal para el deporte.
Está también el ocio cultural, que en Sevilla es una forma de vida. Especialmente en lo que atañe a música, artes escénicas, e investigación y ciencia. La agenda cultural sevillana no da respiro, ni es única. Los festivales de música se suceden durante todo el año, los teatros con programación estable abarcan todo tipo de representaciones, y las exposiciones no se limitan al arte, además ofrecen visiones de la ciencia y la tecnología que permiten entender mejor nuestro presente. En esa dualidad de lo muy conocido y lo muy desconocido, artes clásicas y de vanguardia se suceden en escenarios muy próximos, y la cultura pop, unida con lo tecnológico, encuentra sus espacios de manifestación en cada rincón, abiertos a todos los públicos.
Los nómadas señalan además a la ciudad como una de las pocas urbes europeas que ofrece un gran número de actividades de ocio gratuitas. Como el Real Alcázar, el Palacio de las Dueñas y el de la Condesa de Lebrija, las tardes de los lunes. La Catedral, la tumba de Cristóbal Colón, y el Archivo de Indias, al que se refieren como el Hogwarts de Harry Potter, por la arquitectura de sus salas interiores, son de acceso libre. Y esto es apenas el principio, porque también abundan las exposiciones y salas de arte, o exposiciones de graffitis al aire libre que no cobran entrada. Esta característica, junto a los costes medios de vivienda, comida y transporte, sitúan a Sevilla como la tercera opción española más económica para nómadas, con un coste mensual estimado para vivir de poco más de 1.200 euros, por debajo de Barcelona y Madrid.
Los amantes de la noche se mueven entre lo muy conocido, los bares de tapas, espectáculos de flamenco y los pubs, cócteles con vistas a la Giralda en La Terraza del EME o en T de Triana junto al Guadalquivir. Del que mencionan su agua de Sevilla, un cóctel a base de zumo de naranja, crema, coñac, cava y ron. Menos conocidas son las noches del acuario donde dormir entre tiburones, o las vistas nocturnas desde la noria, que permite ver incluso Málaga en la distancia.
El nómada tiene razones que aquí el corazón y la cabeza sí entienden.
En Sevilla el talento, la intuición y el genio van de la mano del esfuerzo, la formación y el ingenio: una combinación ganadora que ha sido siempre el motor de una ciudad creativa e innovadora, capaz de lograr lo que se proponga. Como los nómadas que vienen a vivir en ella, y como cualquiera que haya considerado alguna vez en hacerla escenario de su vida.