Horas críticas

Libros de la semana #28

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Reemplazo, de Tor Ulven (Malas Tierras)

Como toda última gran obra legada por un autor que decidió, por voluntad propia, esfumarse de este mundo, Reemplazo tiene un aura de testamento mítico, de texto que acaso nos pueda trasladar algo de esa mirada, entre lúcida y desesperada, que emerge cuando alguien está tan próximo a acabar con todo. La abrupta despedida de Tor Ulven (1953-1995), considerado como uno de los grandes poetas y, en general, escritores noruegos del siglo XX, no impidió que un par de años antes la entregara por escrito en esta novela, la única que firmó, en la que da muestra de su inigualable escritura entre lo existencial y lo lírico, siempre plena de crudeza, introspección y lirismo. En el prólogo que acompaña esta edición, firmado por el extraordinario escritor Stig Sæterbakken (también fallecido; uno de los mayores garantes de Ulven, junto al más popular autor del país, Karl Ove Knausgård), se conecta su última poesía con su primera prosa, y se pone en primer término la concepción de la vida ulveniana: «El problema del hombre moderno no es la ausencia de significado. El problema es el exceso». Reemplazo está construida como una pieza coral a través del pensamiento de 15 personajes presos de sus propias experiencias fallidas o truncadas que aguardan, en una suerte de limbo, algún tipo de suceso: «Aquella sensación de que, si uno se limita a esperar lo suficiente, algo aparecerá flotando, algo insignificante y carente de sentido, muy bien, pero algo». Hay en la narración un juego continuo de gradaciones en la escala de siempre-grises, mientras que el constante cambio de voces logra desactivar los prejuicios que generamos en torno a cada personaje: no sabríamos decir si estamos con él/ella u observándolos desde la distancia o la superioridad; solo asistimos a su forma de pensar y proceder y procesar. Es una forma de reflejar la obsesión por los demás, por una sola persona en un marasmo de relaciones sociales no buscadas. Hay un choque entre lo objetivo, lo supuestamente real, y lo que pensamos, que a veces se manifiesta en esa relación simbiótica, fascinante por lo extraña, entre el entorno y nuestra presencia: «¿Procedía la rezagada luz veraniega del paisaje de ella o era el calor de su pie lo que procedía del sol? Ambas cosas». El fondo de esta novela, por momentos, puede parecernos el de la vida o su ausencia evocada en los espacios ocupados o vacíos pero nunca libres (como el tiempo), en los objetos y sus recurrentes enumeraciones, como en un catálogo del materialismo asfixiante. Su otra cara viene, en cambio, de la propia escritura de Ulven, sensorial más allá de lo que alcanza la vista, capaz de elaborar potentísimas imágenes que parecen brotar del subconsciente: por ejemplo cuando, frente a las estrellas del cielo, describe «la luz disciplinada y atlética de las farolas». Dice Sæterbakken que la precisión lingüística del autor de Reemplazo representa en sí misma un abrazo del mundo. Esa sí fue una despedida.


The time of my life, de Hadley Freeman (Blackie Books)

Ciertamente los 80 se han convertido, durante los últimos años, en un territorio de lo mítico y lo nostálgico para toda una generación; puede que sobrevalorado, pero sin duda muy presente. En tal escenario emocional arribó este ensayo que en España ha recibido el nombre de la famosa canción de Dirty Dancing y se ha subtitulado Sobre cómo el cine de los ochenta nos enseñó a ser feministas, acotando su objeto de análisis. La escritora y editora Hadley Freeman (Nueva York, 1978), que se ha hecho muy popular como faro de un nuevo feminismo que lleva el humor por bandera, aborda aquí títulos como la citada Dirty Dancing, donde su guionista Eleanor Bergstein tuvo la osadía de camuflar en su a priori almibarada y tópica historia la cuestión del aborto, hasta entonces absoluto tabú. Según la autora, «hay pocas películas tan infravaloradas e incomprendidas […]. La vi por primera vez cuando tenía diez años y me temo que no me di cuenta de que estaba ante una de las grandes películas feministas de todos los tiempos». En su opinión, tampoco la crítica y el público adultos captaron ese mensaje: «En parte, esto se debe al sexismo. En parte, es un reflejo de cuánto han cambiado las cosas en los últimos treinta años». Justamente eso es lo que hace interesante este libro. Frente a quienes condenan el revisionismo en el debate (forzado) sobre una supuesta nueva censura, conviene volver a acudir a obras clásicas —estas ya lo son— como ejercicio sociológico, y para entender mejor su valía y su trascendencia más allá del contexto en que surgieron. La autora descubre elementos valiosos en otras películas de aquella época muy comerciales y que a menudo podrían pensarse como simplonas, desde La princesa prometida a La chica de rosa, pasando por Cuando Harry encontró a Sally, Cazafantasmas, Todo en un día, Magnolias de acero, Regreso al futuro y hasta Batman (el de Tim Burton, no el de Nolan). «Estas películas, casi todas consideradas basura cuando se estrenaron, resultaron ser muy formativas», defiende, sobre todo porque a su juicio «ofrecen algo que no se encuentra en sus equivalentes de hoy en día». Llámenlo nostalgia, si quieren; Freeman muestra todas las pruebas y las razones subyacentes por las que confiesa adorarlas, incluyendo las que pueden parecer más obvias: «porque son desternillantes, tiernas e inteligentes, porque son divertidas». Prueben a definir así alguna película taquillera de hoy día.


Un viaje por la Raya, de José Ramón Alonso de la Torre (El Paseo)

1292 kilómetros de frontera geográfica, que no espiritual, separan los territorios pertenecientes a Portugal y España, España y Portugal. Una separación tan ficticia como asumida, que ha brindado enormes riquezas culturales a uno y otro lado, y que da nombre a una zona llena de bellos matices y contrastes: la Raya o bien La frontera que nunca existió, como la llamó en otro de sus libros el autor de este que nos ocupa. El escritor y docente cacereño José Ramón Alonso de la Torre, que además ha tenido el orgullo de vivir en cinco de las siete provincias limítrofes entre ambos países, se propone en estas páginas «rescatar la frontera como espacio imaginario y como objeto literario, muchas veces desde la ironía y el juego». Imbuido de ese ánimo, presenta una crónica de viajes con un pie en la Historia y otro en la anécdota, en lo popular, que describe los lugares al tiempo que analiza las costumbres y sobre todo evoca a sus gentes como si nos encontráramos allí mismo, destilando humanismo por todos los costados. Desde el ferri del Guadiana en Ayamonte al ferri de A Guarda, villa marinera que algún día fue un nido de corsarios («en la Raya más húmeda de la frontera más antigua del mundo»), el autor exhibe dotes de sociólogo y antropólogo, que además cruza —y descruza— buena parte de la España vaciada y de los rincones más ignorados, y más hermosos, a uno y otro lado. Alonso de la Torre se convierte así en embajador y bardo de la zona, el primero en recorrer esa Raya de punta a cabo, «un espacio simbólico, un lugar de memorias protegidas y un modelo de resistencia». En su epílogo, el prestigioso historiador César Rina destaca de él «su capacidad para indagar sin emitir juicios de valor y librándose de toda la caspa que acumulamos de tópicos y leyendas desde que nacemos». Y es que el mayor valor de este preciado libro, enriquecido con profusión de fotografías de Esperanza Rubio, es el de evidenciar el poder de aquello que compartimos con el país de al lado: «¿Pero qué lado? Pues los dos lados, porque para un vecino de la Raya, España y Portugal no son dos naciones, sino un espacio común».


El médico de Mosul, de Óscar Mijallo (Kailas)

La retirada de las tropas occidentales de Afganistán y la llegada de los talibanes al poder han vuelto a situar el foco sobre los países de Oriente Medio y sus gravísimas crisis sociopolíticas y humanitarias; veremos cuánto dura este tema en los informativos. Óscar Mijallo es uno de los corresponsales de Televisión Española a los que seguimos estos días contando lo que sucede en aquella zona, como viene haciendo desde cerca ya de dos décadas. El abulense ha sido enviado especial en numerosas contiendas y conflictos, entre otros la batalla que tuvo lugar en 2016 y 2017 en la ciudad de Mosul, Irak, caída bajo el poder del ISIS en los años previos y que aún hoy arrastra las consecuencias de aquella catástrofe civil y humanitaria. Justamente el punto de vista humano es el que interesa en esta novela —la segunda del autor tras La niña a las puertas del infierno, sobre la guerra de Siria que también cubrió como reportero— ambientada en aquel enfrentamiento iraquí, donde se narra la historia, inspirada en hechos muy reales, de una serie de personas envueltas en aquel horror: un médico que pone en peligro su propia vida por guarecer a otras, una cooperante, un combatiente del Dáesh, tres hermanas de una minoría religiosa kurda odiada por el Estado Islámico y un crío con autismo. Con tales ingredientes accedemos a un relato emocionante, que nos sacude al acercar el foco hacia esas vidas anónimas en situaciones límite: las que suelen quedar desdibujadas en las escasas informaciones al respecto, en favor del conteo de víctimas, las grandes declaraciones y amenazas políticas de uno y otro bando, las cruentas imágenes que poco o nulo contexto ofrecen. Como testigo de excepción y buen conocedor del tema, Mijallo muestra su habilidad en una narración que inevitablemente tiene mucho de crónica o reportaje de potente pulso y evocadoras descripciones, desde su mismo inicio: «Enterrada bajo montañas de escombros yace la perla del norte, Mosul. Sobre sus edificios en ruinas se levantan, imponentes, varias columnas de humo gris y negro que parecen pilares colosales a punto de derrumbarse y dejar que el cielo se precipite sobre la ciudad y quienes habitan en ella. La guerra ha soltado a sus perros».

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