Crónicas desorbitadas

Lo que el día debe a la noche

De una voz enferma y una guitarra intocada durante tres décadas nació y sigue creciendo un proyecto musical doméstico que evoca la dignidad de la mejor canción de autor. El tesón como pareja de MartayMicó les ha permitido llegar a su tercer disco en plenitud para seguir demostrando que, vengan de donde vengan, poemas y músicas siempre han ido bien de la mano, como ellos dos.

“Yo nací sin mujer
el tiempo luego
fue y me la puso al lado
se olvidó de explicarme que las cosas
como vienen se van
que él mismo se las lleva
con invariable indiferencia
con el despego con que nos raciona
el ciclo de la luz
con la apatía con que nos despliega
este mapa de sombras cotidianas”
(Silbo sin aire)

Mapa de sombras cotidianas (Satélite K, 2020) es el título del tercer LP del dúo MartayMicó, así escrito, juntos ya desde su nombre artístico. “Nuestro planteamiento es muy sencillo: somos una voz y una guitarra, y a ver qué se puede hacer con eso”, dice José María (Micó, guitarra y compositor). Aficionado a la música desde su infancia, dejó de tocar cuando empezó a estudiar filología. Más o menos cuando conoció a Marta (Boldú, voz), hace más de 30 años, y comenzó entre ellos esta historia de amor, que es también la de un flechazo mutuo por las letras y por la música. Pese a lo bien que (también) podrían sonar juntos sus apellidos agudos, en adelante nos tomaremos la licencia y la confianza de llamarles por sus nombres, como hace la pareja entre sí.

Marta Boldú –voz– y José María Micó –guitarra– forman el dúo musical MartayMicó (foto: Juan Miguel Morales)

Profesores ambos de literatura, el proyecto musical –que entonces no tenía intención de serlo– parte de una paradoja: en 2013 y a causa de su trabajo, ella había perdido la voz. Las clases de logopedia y dicción le permitieron entrenarla y recuperarla. Vaya si la recuperó. “De repente, salió una voz que servía para cantar. Debo confesar que tras muchísimo trabajo y tesón, pero cuando empezó a fluir y a sanar, él pensó que era la oportunidad de ensayar algunas canciones, y aquí en casa nació todo”, cuenta Marta. “Digamos que eran dos vocaciones musicales ocultas, con la ventaja de que yo tenía ya las letras escritas”, explica José María, al que ya va siendo hora de presentar.

Poeta con importantes premios (Hiperión y Generación del 27) y reputadísimo traductor de clásicos como Orlando furioso o la Comedia (por los que obtuvo sendos premios nacionales de traducción en España e Italia), siempre tuvo la ilusión de convertir sus versos en canciones, como indica sintomáticamente el título de uno de sus primeros libros, Letras para cantar (1997). “Pero ni Serrat, ni Sabina, ni Dylan ni U2 les pusieron música”, bromea, “y veinte años después empecé a hacerlo yo”. Como oyente, no está uno habituado a la precisión y riqueza lírica que exudan las canciones de MartayMicó. Los textos de José María calzan de maravilla todos los estilos y tonos, también la voz de Marta, porque son ya en origen pura cadencia musical.

A José María Micó le pesaba que versos y melodías se hubieran distanciado desde el Renacimiento: «Yo creo que es algo natural que música y poesía vayan juntas»

Como en el sobrecogedor «bolero metafísico» –tal y como lo define la pareja– No, nunca, no, incluido en su nuevo álbum: “Nunca he tenido más que la desgracia / de ser quien soy, la tímida locura / vaga y venial de la literatura / con su sombra, su azar y su falacia”. Cuenta José María que, en los años 70, escuchaba “unas cosas muy raras para un adolescente” de la época, grupos como Inti-Illimani, Quilapayún y Atahualpa Yupanqui, así como jazz, bossa nova y estilos en cierto modo folklóricos. “Fue ahí donde descubrí a Neruda, a Borges en las milongas de Astor Piazzolla, a los grandes poetas que cantaba Paco Ibáñez”, rememora. También al llorado Aute: “Esa dignidad de letras y melodías que él representa, y que es mucho más que canción de autor, constituye el espacio en el que nos sentimos más cómodos”.

De hecho, recuerda José María que, en estos años en los que se ha dedicado intensamente al estudio de las lenguas, sentía como “una lástima” que música y poesía se hubieran distanciado tanto a lo largo de la Historia, “posiblemente desde el Renacimiento. Yo creo que es algo natural que la música y la poesía vayan juntas. Siempre me ha gustado la idea de poner melodía a textos complejos, aunque es verdad que cantamos cosas muy literarias y que quizá no se parecen a canciones convencionales”. Podemos comprobarlo en la inusual estructura de muchos de los temas presentes en este disco: los hay que no tienen estribillo, por ejemplo, o que carecen de rima, como en el caso de Ver a Marta nadar. Eso los lleva a un terreno impredecible y que siempre tiene algo de descubrimiento.

Guerras perdidas, territorios conquistados

“Y cuando nadie cruza la puerta,
canturrea en otro idioma
extrañas melodías,
canciones que parecen
himnos de guerras perdidas”
(En la Puerta del Mercado)

MartayMicó, un proyecto musical nacido en casa y con altura de miras (foto: Emana Comunicaciones)

Por primera vez en su trayectoria, en este Mapa de sombras cotidianas una de las letras ha sido escrita por Marta. En la puerta del mercado cuenta la historia de un joven africano que ayuda a la gente que hace la compra en el súper; una temática que se distingue del resto por su carácter social y anclado a la actualidad. “El texto nace de la observación de algo que, de tan cotidiano como resulta, deja de sorprender. Pero yo me fijé en esa persona e imaginé su situación tan difícil como cantante en un país extranjero, sin entender el idioma”. Bajo su apariencia de canción amable y ese estribillo pegadizo, que fue un posible título para la canción (“Himnos de guerras perdidas”), se esconde una suerte de canción protesta. “Está en esa línea de denuncia, digamos de una forma artística. No es una manifestación con una pancarta, pero en el fondo sí lo es también”.

No es la única contribución ajena a la pluma de José María. El LP representa un viaje musical –un mapa también, de alguna forma– por géneros de lo más dispares, para el que han contado con la colaboración de otros músicos y compositores. De la ranchera al fado, pasando por el tango, el son y el cabaret jazz del Berlín de los años 60. Esa diversidad ha supuesto un gran desafío para Marta como cantante: “Yo que vengo de una voz enferma, he tenido que superar algo tremendo, que ha sido aprender a cantar tantos géneros diferentes, algo que no es normal en un vocalista”. Hay exploraciones propias y también temas que MartayMicó han rebuscado, hallado y reivindicado: “Son apuestas y rescates que tienen que ver con nuestra forma de entender la canción, por la calidad de los textos y el cuidado de las músicas”.

«Esa dignidad de letra y melodía que artistas como Aute representan, mucho más que canción de autor, es el espacio en el que nos sentimos más cómodos»

Entre ellas hay una composición napolitana, que conecta con la querencia habitual del dúo por la canción de autor italiana. “Normalmente pasa que es poco conocida en España, e igual ocurre con los cantautores españoles allí. Como italianista aficionado, hubo una época en la que para aprender el idioma me ponía todas las canciones, veía todas las películas, y eso nos ha italianizado mucho a los dos”, admite el traductor de Ariosto y Dante. También confiesa que ambos han sido siempre orgullosos fans de Mina (“tengo todos sus discos por algún lado”), y de hecho sus portadas son homenajes estéticos a algunas de las que publicaba la mítica cantante lombarda, muy pictóricas y vanguardistas. Para este último álbum, han elegido una poderosa obra del joven pintor contemporáneo Jordi Diaz Alamà, al que José María había conocido de forma reciente, justamente porque está preparando una serie de cuadros sobre el Infierno dantesco.


Ver a Marta cantar

“Veo
toda esta plenitud vacía y nueva
en los brazos de Marta,
que ante mis ojos
nada”
(Ver a Marta nadar)

Lo tenebroso y lo dramático de esas referencias estéticas y de la mayoría de las letras del LP queda atenuado en cuanto se empieza a conversar con el dúo, que se muestra tan encantador y magnético como en directo. No obstante, en su doble condición de profesores y artistas, la noche les ha enseñado algo que no habían aprendido de día. José María, que se confiesa más noctámbulo que Marta, cuenta que hace unos años, después de terminar el curso, fue a tomar una copa con sus alumnos de literatura y les dijo: “Desconfiad del escritor al que no le guste la noche”. Más tarde, asegura, se hicieron unas camisetas con esa frase. “Hoy día lo sigo pensando. De hecho, durante los muchos años en que yo fui un profesor sesudo, era evidente que me faltaba algo. Yo no sabía exactamente el qué, pero era esto; la vida de artista, que ha hecho que nos encontremos en un sitio en el que nos apetece seguir”.

También recuerdan momentos duros, como aquellas veladas en el Pastís (mítico local de Barcelona) en las que acababan de actuar a las tantas y tenían que dar clase a las ocho de la mañana. Pero les ha dado mucho, el trasnoche. “Ha habido conciertos en locales pequeños, muy íntimos, donde estás cantando casi entre la gente, sin saber qué tipo de público va a entrar”, dice Marta. En muchos casos era extranjero y no entendían los textos, que son fundamentales en su repertorio; de nuevo aflora aquí su empatía por el aislado lingüísticamente: “Al final te ves obligada a comunicar todavía más con el cuerpo y te llevas la gran satisfacción de ver que sí hay conexión, están a gusto y lo disfrutan”. Para la cantante, el punto fuerte de la pareja es justamente el directo, cada vez más potente a la vez que más desnudo. “José María lo ha dicho antes: en el escenario somos una voz y una guitarra. Y casi que no necesitamos nada más”.

“Desconfiad del escritor al que no le guste la noche”, le dijo José María Micó a sus alumnos de literatura; se hicieron una camiseta con la frase

Ella lo cita a él, él la cita a ella: “Si estamos aquí, es por Marta. En teoría, el músico soy yo (de hecho, ella ha dicho alguna vez que se había casado con un músico) pero, sin haber llegado nunca a renunciar, dejé de tocar durante 30 años, lo que es terrible para un instrumentista. Sin embargo, cuando oí su voz y vi cómo se crecía en directo, lo tuve claro”. Aunque algo de miedo escénico sí había, allá por los comienzos en 2013, cuando empezaron a tocar en público “de una manera un poco imprudente”. José María rescata una anécdota impagable de una de aquellas primeras actuaciones, que tiene su preámbulo en el hecho de que él había realizado la laudatio en el acto en el que su universidad –la Pompeu Fabra– otorgaba el doctorado honoris causa al personaje en cuestión. Estaban en la primera canción cuando apareció por la puerta Joan Manuel Serrat. “Yo creo que no he tocado peor la guitarra en mi vida que ese día”, se ríe.

MartayMicó durante una de sus actuaciones en el histórico bar Pastís, en el Raval de Barcelona

“A mí me da hasta vergüenza recordarlo”, reconoce Marta. “Era como el mundo al revés: Serrat de público y nosotros en el escenario”. Quizá fuese la prueba de fuego que necesitaban para decidirse a continuar con su carrera musical. “Desde luego. Si ahí no lo dejamos ya…”, bromea la cantante. Por suerte, no lo dejaron. Desde entonces, José María ha controlado mucho mejor los nervios en público, tanto que no descartaría hacer hoy día un disco entero solo de guitarra y voz, algo “impensable” para él en los inicios del dúo. “Nos falta mucho por aprender, pero estamos evolucionando”. Y ya podría presentarse Serrat sin avisar. “Sí, yo creo que sí”, sonríe la pareja, que compartirán este verano sobre el escenario todo lo que saben de música, letras y mutua admiración. Que es muchísimo; más de media vida.


Mapa de sombras cotidianas está editado por Satélite K y estará disponible en formato físico el viernes 19 de junio (ya lo está en todas las plataformas digitales habituales).

Próximos conciertos confirmados de MartayMicó:
1 de julio en Fuengirola (Málaga)
9 de julio en Madrid
10 de julio en León
16 de julio en Barcelona
22 de septiembre en Granada
26 de septiembre en Fuente-Olmedo (Valladolid)

 

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