Horas críticas

Libros de la semana #169

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

El presente de un pasado imaginario, de Ana Isabel Carrasco Manchado, María Jesús Fuente Pérez y Alicia Montero Málaga [eds.] (Icaria)

Bajo el subtítulo Edad Media y neomedievalismo en la era digital se presenta este ensayo que apunta a la actual revalorización de aquella época, a través de las más diversas manifestaciones de la cultura popular y del pensamiento, en medio de una profunda crisis de valores y de referentes sólidos. Novelas como la excelente Matrix de Lauren Groff o la famosa saga de George R. R. Martin «son buenos ejemplos recientes del interés por una Edad Media acomodada, o utilizada, para mostrar asuntos de nuestro tiempo», señala en su presentación a El presente de un pasado imaginario una de sus editoras, la catedrática emérita de historia medieval María Jesús Fuente Pérez. Según expone, apropiarse de aquel pasado para reflejar el presente ha sido una operación habitual a lo largo de la Historia; por ejemplo, durante el Romanticismo se volvió con gran pasión a aquel periodo. Qué define a este reciente neomedievalismo es lo que se propone dilucidar este libro colectivo compuesto de 14 ensayos, un proyecto de la Universidad Carlos III de Madrid que reúne a una veintena de académicos, investigadores y especialistas en aquel periodo, no solo desde el punto de vista histórico sino también de la filología, la literatura, las humanidades o la teología, entre otros ámbitos. Consta el volumen de cuatro bloques: el primero aporta contexto teórico en torno a los estudios medievales; el segundo, ciertos exponentes de la traslación de la Edad Media a la España contemporánea, ahondando en cuestiones como las tergiversaciones políticas, los discursos nacionalistas o la falta de rigor de los productos de entretenimiento; el tercero se centra en el neomedievalismo del cómic y la novela histórica española, desde el rescate del Cid a los nuevos sentidos otorgados por autores como Luis García Jambrina; y finalmente, el cuarto bloque analiza la presencia de lo medieval en diversos medios expresivos, desde series como Juego de Tronos a videojuegos como A plague tale: Innocence. Un interesante análisis que contribuye a prevenir acerca de la faceta menos trivial de este fenómeno, «los mensajes ideológicos alejados de la realidad histórica documentada que llegan a quienes no conocen bien el Medievo, y que muchos creen con los ojos cerrados». No usemos la Edad Media a conveniencia ni a la ligera, se nos sugiere, si no queremos faltar a la verdad histórica y seguir alimentando este mundo de fake news.


Bibliopatías, bibliomanías y otros males librescos, de Antonio Castronuovo (Trama)

En la obra satírica La nave de los necios (1494), Sebastian Brant define la figura del loco de los libros, al que se representa rodeado de libros mientras confiesa: «Para mí el libro lo es todo, más precioso incluso que el oro. Tengo aquí grandes tesoros, de los que no entiendo ni una palabra». La ilustración de cubierta de este libro es justamente la de ese Büchernarr, que nos sitúa con gracia ante la cuestión que plantea: cómo el amor por los libros deviene a menudo en obsesión, por el afán de adquirirlos y acumularlos, y cómo finalmente se convierte en enfermedad de difícil tratamiento —no digamos ya cura—. Quienes se asomen a Bibliopatías, bibliomanías y otros males librescos habrán oído hablar ya de bibliofilia e incluso de bibliofagia, pero según se describe en estas páginas hay decenas de trastornos curiosos, preocupantes, inquietantes y hasta «repugnantes» en torno a la letra impresa y encuadernada. Una obra con la que su autor, el escritor, editor y traductor Antonio Castronuovo (Acerenza, 1954), probable sospechoso de haber padecido en sus propias carnes alguna de estas dolencias, se propone «ayudar a fundar la figura académica del biblio-patólogo». Lo que ha compuesto en este irónico y delicioso volumen es un amplio glosario, organizado alfabéticamente, por el que desfilan males librescos de la más diversa índole, que tienen que ver con cuestiones como la cleptomanía, el autodidactismo, el orden bibliotecario, los «libertinos de estantería», el olor del papel, el peso de la cultura, las redes sociales, las listas de títulos o los manuscritos autógrafos, entre otras que contienen las 225 entradas de este magnífico diccionario. Enfermedades libreras derivadas siempre de una cierta avaricia y que no resultan fáciles de detectar a simple vista, pues «el hecho de que sea un objeto muerto aunque fértil mueve a ocultar las liturgias morbosas que los amantes le dedican, las humillaciones y satisfacciones que se derivan». Castronuovo muestra su enorme erudición (y amor por los libros) haciendo referencia a episodios históricos y secretas anécdotas protagonizados por figuras bibliófilas y autores como Giuseppe Pontiggia, Jeanette Winterson, Alberto Manguel, Claudio Magris, Stuart Kells, Jacques Bonnet, Petrarca, Marco Rossari, Rodrigo Fresán, Verlaine, William Blades y, por supuesto, el bibliófilo por antonomasia, Umberto Eco. «Demasiada es la locura que se coagula en torno a ese objeto, amado y detestado, que se llama libro», certifica el autor de este adictivo volumen que, paradójicamente, podría tener efectos secundarios y llevarle, queridos lectores, a leer aún más; ya saben, solo para familiarizarse con los síntomas y mantenerse a salvo de tales enajenaciones librescas.


La habitación de Nona, de Cristina Fernández Cubas (Tusquets)

Hablemos de premios: Premio de la Crítica 2015 y Premio Nacional de Narrativa 2016, la nueva presentación de La habitación de Nona coincide además con el Premio Nacional de las Letras Españolas concedido el pasado año a su autora, «por la magia de su narrativa» y también «por el dominio fascinante del empleo de la concisión para narrar historias, que se nutren de la literatura fantástica, y que hace llegar al lector de manera intensa hasta cambiar la forma de entender las cosas». Todo ello está presente en estas páginas, en estos seis fascinantes relatos que tienen que ver con el misterio y el asombro de la existencia. Autora de algunos de los más brillantes cuentos de la literatura española, Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945) entregó una de sus obras cumbres en esta colección de historias donde la cotidianidad se hermana con el extrañamiento, lo insólito con lo metanarrativo, la soledad con la infancia, la vejez con la memoria y la irreconciliable relación entre pasado y presente, la familia con los amores imposibles y la herencia de mundos secretos, los conflictos de la vida adulta y lo sobrenatural, que es una de las formas de lo inesperado. Su estilo narrativo fluido, directo y atmosférico luce especialmente en la intensa caracterización psicológica de sus personajes y su modo certero de retratar las incertezas, ansiedades, obsesiones y miedos que laten tras situaciones y ambientes aparentemente ordinarios. Fernández Cubas, que encarna y anticipa toda una renovación neofantástica del relato en castellano, cita a Albert Einstein al inicio cuando decía que «la realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente». El tercero de los motivos por el que el jurado concedió el Premio Nacional de las Letras Españolas a la autora barcelonesa es «por invitarnos a pensar en los límites entre la realidad y la ficción», y también hay mucho de eso en este libro, que se abre con el cuento que le da título y que comienza justamente trazando de forma explícita esa frontera entre lo vivido y lo imaginado, lo que fue y lo que acaso no. «Mi hermana es especial. Lo dijo mi madre el día que nació, en la habitación blanca y soleada de la clínica. Y dijo además: “Especial es una palabra muy bonita. Que no se os olvide nunca”. No se me ha olvidado, a la vista está, pero es más que posible que la escena que acabo de relatar no tuviera lugar en la clínica, sino mucho después en cualquier otra habitación, y que Nona no fuera tampoco una recién nacida, ni siquiera un bebé, sino una niña de tres o cuatro años. ¡Quién sabe! Me cuentan que puede tratarse de un falso recuerdo y que nuestras engañosas memorias están llenas de falsos recuerdos».


Rock & Revolución, de José Manuel Sebastián (Sílex)

El prólogo de este libro narra la llama que prendió su mecha. Corría el año 2016, David Bowie acababa de morir y el autor, periodista musical, le preguntó a Elliott Murphy sobre ello al final de una entrevista. El veterano songwriter vino a responder que la gigantesca figura del camaleón daba la medida de la importancia del género que representaba en el discurso cultural de nuestra era: «Lo remató diciendo que en nombre del rock se habían hecho todas las revoluciones del siglo XX y de ahí su relevancia sociocultural». Partiendo de esas declaraciones, Rock & Revolución se cuestiona la naturaleza de esa relación desde que, en 1954 y con el «That’s Alright, Mama» de Elvis Presley, este estilo se fuese expandiendo como un grito de rebeldía por todo el mundo. Para ello recorre la historia de la música, haciendo parada en diversos momentos con los que pretende analizar esa supuesta influencia sociopolítica del movimiento rockero: el papel de la mujer como comparsa, de Stevie Nicks a Hinds; la dominación cultural casi supremacista de la música anglosajona y la marginalidad de las músicas negras, de los Rolling Stones a Billie Holiday; la conciencia de clase y el rock urbano de Asfalto o Barricada; la urgencia y el culto a la juventud; la conquista de libertades y el sexo más bien normativo en las letras y la imaginería del rock; o, en fin, el pacifismo y ecologismo del movimiento contracultural hippie. Mezclando historia con autobiografía, entre el ensayo y el libro de memorias, José Manuel Sebastián (Buenos Aires, 1970), con una impresionante trayectoria que incluye su labor como parte del equipo fundador de Hoy empieza todo, guionista de Cachitos de hierro y cromo o subdirector de Los conciertos de Radio 3, entrega un fabuloso debut con este libro en el que importan, acaso más que las respuestas, las preguntas que plantea. Sobre todo la de si las revoluciones del siglo XX, del feminismo a la igualdad racial, la tolerancia sexual o la justicia social, realmente han tenido un apoyo decisivo en la música rock. En un mundo dominado por estilos como el R&B, el urban el trap o lo latino, el rock ha ido muriendo por su incapacidad para mirar al futuro, según el autor, perdiendo su carácter rompedor en este primer cuarto del siglo XXI: «Pegar un guitarrazo es, para el imaginario colectivo, una genuina muestra de inconformismo. Pues no», concluye Sebastián. «Nada hay más antiguo que unos señores de mediana edad tocando rock clásico de guitarras». Una mirada desencantada, desmitificadora y lúcida a la que un día se consideró música demoníaca por su potencial para provocar, desestabilizar, luchar por una sociedad algo menos anquilosada.

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