Horas críticas

Libros de la semana #148

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Después de Safo, de Selby Wynn Schwartz (Alianza)

«Cuando cantaba, todo el mundo lo decía, era como si una tarde a la orilla de un río te hundieras en el musgo y el cielo se derramara sobre ti. Todos sus poemas eran canciones». Este fragmento del prólogo se refiere a Safo, la poeta griega del siglo VII a.C. cuya figura reúne, en el argumento de esta singular novela, a otras muchas escritoras, intelectuales y creadoras en general que la sucedieron en la historia y que heredaron el espíritu sáfico: su particular mirada al mundo —su lírica— y su inclinación lésbica. Encabezando una amplia nota bibliográfica, comenta la autora Selby Wynn Schwartz, profesora de escritura y doctora en literatura comparada, que Después de Safo es una obra de ficción, aunque reconoce que es difícil clasificar «una hibridación tal de distintos imaginarios y de íntimas no-ficciones, de biografías especulativas y sugerencias para obras breves», citando a Virginia Woolf acerca de su Orlando. En ese territorio limítrofe, experimental y metaliterario se desenvuelve la madeja de este texto fragmentado en numerosísimas teselas, desde mediados del siglo XIX hasta finales de la década de 1920 (hace casi un siglo), que contienen el detalle y los rasgos de otros tantos trozos de la vida de aquellas mujeres brillantes y rebeldes, de su pulsión artística indómita: desde la escritora feminista y símbolo del lesbianismo Lina Poletti —a cuyas descendientes de hoy dedica su obra— hasta sus compatriotas Sibilla Aleramo y Eleonora Duse, pasando por Eva Palmer-Sikelianos, Romaine Brooks, Sarah Bernhardt o la propia Woolf; inspiradas, obesionadas y conectadas a través de los versos de Safo, que reinterpretan en el escenario del salón literario parisino de Natalie Barney desde su común (y comunitario) afán de autonomía y liberación, formando una suerte de polifonía de sororidad. No es casual la elección de Aurora Luque, nuestra Premio Nacional de Poesía 2022, como inmejorable traductora de la prosa lírica de Wynn Schwartz, como demuestran muchos pasajes de este libro complejo y mesmerizante, pero también diáfano en su cadencioso estilo: «Las pesadillas son las visitas de lo no-muerto que te ha precedido. Desgarran la costura que debería ensamblar tu vida. Sisean los antiguos oráculos que te dejarán deshecha en tu propia cama y no podrás moverte mientras la ciudad entera cae a tu alrededor entre sangre y llamaradas. Las entrañas de los pájaros yacerán sobre las piedras de tus sueños, ofreciendo señales», escribe la autora norteamericana en torno a la figura mitológica de Casandra, también presente en estas páginas. Un relato osado, furioso y esperanzador, escrito en primera persona del nosotras, que trasciende y transgrede los marcos temporales de la historia, o de lo real, para redefinir en su relectura de aquellas pioneras los vínculos entre deseo y creación, entre memoria y urgencia, desde un punto de vista tan militante como seductor.


Monica, de Daniel Clowes (Fulgencio Pimentel)

«Una novela gráfica única e inclasificable, una experiencia sensorial, multicolor y adictiva que cambia con cada lectura». Como evidencia el entrecomillado, no son palabras nuestras; pertenecen al acta del jurado del prestigioso Fauve d’Or, el premio al mejor cómic del Festival de Angulema, todo un referente mundial, concedido hace unos días a Monica, la última obra de Daniel Clowes (Chicago, 1961). Aunque solo sea por esa percha de actualidad, no hemos querido dejar pasar la ocasión de rescatar este acontecimiento literario del pasado año cuya edición española, además, se adelantó a la norteamericana. Dedicado a la memoria de su madre, Clowes elaboró a lo largo de un lustro este libro, que supone, al mismo tiempo, un destilado de toda su sabiduría como artista gráfico, narrador visual y, en general, escritor, y una ambiciosa escalada en su imaginativo universo, manteniendo intacta su capacidad de conmover desde ese extrañamiento alucinado que es marca de la casa y que aquí lleva hasta el punto de ebullición creativa. Se trata de una obra compleja, densísima y llena de matices, de ideas insondables, que, como en su anterior Paciencia, supone un recorrido multifacético por géneros muy contrastados, algunos de ellos más obsoletos que clásicos, casi superados en el panorama actual. A través de nueve relatos aparentemente inconexos, pero que se tocan a modo de unas vidas cruzadas con tonos cambiantes, el autor norteamericano teje un caleidoscópico y fascinante tapiz en torno a la figura de su protagonista, la Monica del título, abarcando desde su nacimiento hasta su vejez: biografía e historia —de los Estados Unidos— fundidas en un misterio alrededor de su identidad y su parentesco. Uno de los grandes maestros del cómic contemporáneo junto a Chris Ware o Adrian Tomine, referencia indiscutible y muy influyente (pensemos en Nick Drnaso, por ejemplo) de las últimas décadas, ganador de numerosos premios Harvey y Eisner, Clowes ha elevado este lenguaje a cotas impensadas antes de obras como Ghost World (el año que viene cumplirá… ¡30 años!) y, desde luego, este Monica que supone una nueva muesca en su revolucionaria concepción del noveno arte. Entre lo inquietante y lo trascendente, lo surrealista y lo existencial, la exhibición que contienen estas páginas de su proverbial destreza a la hora de captar el detalle psicológico se traduce en un retrato, tan brumoso como certero, de las ansiedades y los miedos propios del presente; aun a pesar de su estética decididamente retro, con un uso intenso y saturado del color, que inunda sus viñetas e incide en la alusión a conspiranoias y otros discursos del caos. Visiones del pasado y del porvenir colisionan frontalmente en Monica, lanzando sus esquirlas en todas direcciones para dejar en nosotros, lectores boquiabiertos, un regusto de amarga reflexión en torno a la azarosa existencia y el (acaso inminente) fin.


Señoras, de Elena del Estal, Alberta Mª Fabris, Adriana F. Caamaño y Tania R. Manglano (Arpa)

Hay libros importantes por lo que tienen de reveladores acerca de la condición humana. Y hay libros que podríamos calificar de útiles porque, siendo igual de importantes y de reveladores, son capaces de abordar temas que apenas han sido tratados de forma rigurosa y de ofrecernos consejos que se derivan de la investigación en profundidad y no la mera opinión o especulación. Es el caso de este ensayo que va ya por su segunda edición, una guía integral sobre la menopausia que excede los límites del manual de salud por su enfoque netamente feminista y verdaderamente empoderador. Empezando por su título, Señoras, que las autoras defienden en su introducción: «Rotundamente señoras. Ni señoritas, ni damiselas. Señoras con autonomía, señoras bien y, a veces, mal». Señoras que, continúan esta suerte de manifiesto inicial, dando la vuelta a aquellos famosos grupos de Facebook, quitando al término el aura despectiva y mostrando la cara oculta de un momento crucial en la vida de las mujeres. Este libro es un proyecto colectivo de cuatro especialistas en ámbitos como la ginecología, la psicología, la sexología, la nutrición y la fisioterapia; y, como tal, se plantea como una recolección transversal de saberes, una reflexión que pretende promover el debate sano y abierto. Elena del Estal, Alberta Mª Fabris, Adriana F. Caamaño y Tania R. Manglano han gestado a ocho manos un completísimo recorrido por la tan temida etapa que oscila, con soltura y naturalidad, entre lo científico y lo coloquial, los datos específicos y las experiencias cotidianas. El objetivo es acompañar el camino hacia —o desde— la menopausia, el denominado climaterio que puede empezar cinco años antes o después de la última menstruación, abordando temas concretos como el propio ciclo menstrual, la temperatura y el ritmo corporal, el sueño o el ánimo, el estrés y el placer, o la aceptación de la propia condición de «seres emocionales». Pero Señoras es también un ensayo que aporta contexto social, que redimensiona aquello que las autoras llaman «creencias limitantes» de las mujeres en ese periodo y que a menudo tienen que ver con una mirada tradicional y hegemónicamente patriarcal a sus propios cuerpos, sus mentes y, en fin, sus vidas. También, en gran medida, con la desinformación, los discursos reduccionistas y las pespectivas instrumentalistas acerca de este asunto que, al fin y al cabo, forma parte de las dinámicas de poder. El enfoque de género que incorporan, así como el de diversidad, se hacen imprescindibles para entender y desmitificar una vivencia tan íntima y a la vez tan extendida: el saber objetivo, entonces, no es más importante que el saber escuchar y otorgar a lo oído un marco científico, contradiciendo la habitual denostación del desahogo de sus protagonistas: «Las quejas de las mujeres son un profundo espacio de saber, no de confusión ni exageración». Un ensayo lúcido y audaz donde lo práctico y lo analítico tienen tanto sentido como lo narrativo, donde las declaraciones de mujeres anónimas conviven con las citas de Naomi Wolf, Orna Donath, Anna Freixas, Audre Lorde, María Zambrano y hasta de un poema de la Premio Nacional de las Letras Francisca Aguirre que animará a que las lectoras conecten consigo mismas, se reconozcan en sus cuerpos, sus mentes y sus vidas, se muestren orgullosas de ellas. De eso trata este sorprendente libro, de «ser dueña y señora de tus deseos, sacar el abanico y permitirte estar».


Fundaciones Queipo de Llano, de Antonio Martín García (El Paseo)

Hoy en día, en esta era de los todopoderosos mercados, parece inconcebible cualquier análisis político que no comprenda, de algún modo, los sistemas y las circunstancias de índole económica, las estrategias o las implicaciones financieras detrás de cualquier movimiento. Sin embargo, se tiende a mirar el pasado histórico, incluso reciente, como una serie de hechos aislados de lo pecuniario, como si los grandes hitos, las guerras y las revoluciones estuviesen marcados únicamente por la pura ideología y no por ese otro interés más prosaico, si se quiere. Este ensayo es plenamente rompedor en ese aspecto: si bien el foco se pone en una figura tantas veces abordada como la de Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, su objeto de estudio se centra en el «golpe económico» (que acompañó al golpe de Estado político de 1936) en torno al cambio de titularidad de uno de los cortijos más extensos de la Andalucía latifundista, y que conforma la verdadera Historia de un expolio, según reza su subtítulo. La investigación meticulosa y exhaustivamente documentada de Antonio Martín García (Arahal, 1955), doctor en Geografía y licenciado en Derecho, además de autor de varios libros sobre el urbanismo y el territorio de Sevilla, se pregunta cómo un jefe militar rebelde pudo adquirir aquel emplazamiento en apenas 18 meses desde que se hiciese con el poder político-militar de la ciudad; por qué la elección de aquella finca concreta, ubicada en la periferia urbana; con qué medios se efectuó la compraventa, y si se pudo recurrir a entes o personas de forma interpuesta para cerrar aquel negocio de grandes dimensiones —en todos los sentidos—. Lo que resulta de esta apasionante indagación es, en esencia, un retrato del personaje principal «como el gran propietario agrícola privado que llegó a ser», una faceta totalmente vinculada a su posición de alto cargo, aunque oculta hasta ahora, y su aprovechamiento de las Fundaciones Queipo de Llano que anuncia el título, Agraria y Proinfancia, que «nunca tuvieron capacidad jurídica porque actuaron a espaldas del derecho». Entre otros hechos que destapa, el vigoroso reportaje de Martín García incide en cuestiones tan polémicas como «su hiperactividad mercantil y empresarial en un entorno de guerra civil y también en la posguerra» o la utilización «para sus exclusivos intereses» de entidades bancarias, institucionales o empresariales, tanto públicas como privadas, valiéndose de su autoridad en el régimen. Señala el académico y escritor en su introducción que, al margen del origen de la fortuna de Franco, prácticamente se desconoce la actividad económica privada de los generales partícipes en aquella cruzada, y anima a que futuros investigadores acometan un esfuerzo similar al suyo en torno a los Yagüe, Millán-Astray, Varela, Cabanillas, Redondo… y de paso determinen «si la supuesta superioridad moral de los militares golpistas en relación con la clase política de su tiempo fue lo que justificaba […] su decisión sincera y única de ir al conflicto bélico, acudir a la violencia y sojuzgar o eliminar el pensamiento distinto». Un estudio contundente y esclarecedor, apoyado en una magnífica operación de «microcirugía que ha obligado a un sacrificio de lo narrativo en beneficio de lo puramente documental». En este caso, valió la pena.

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