Horas críticas

Una novela que crece muy por encima de los 169 centímetros

Reseña de «Estatura», de Daniel Díez Carpintero

Dos novedades sociales convergen en nuestra época: hablar de la salud mental y del maltrato. Y parece que por fin comienzan a expresarse también en la literatura. Lo lógico es que hubieran llenado las páginas de los libros, pero lo mismo que en el debate social, en la literatura se ha guardado un silencio tácito sobre lo que no debe contarse. Por eso alivia y reconforta encontrar novelas como esta de Daniel Díez Carpintero, Estatura, que es una expresión de nuestro tiempo, pero también una reconexión con aquella Generación del 50 que retrataba España tal como fue, en absoluto edulcorada por la propaganda de la dictadura. No es la temática ni el estilo de aquella generación remota, pero sí su realismo sucio, ese que conecta cualquier literatura, si es honesta, con la vida. Ir a comprar el pan, hacerse una paja, descubrir las duplicidades del deseo sexual o que tu padre te pegue una paliza.

Eso es esta nueva novela lanzada el pasado octubre por la editorial Sloper, y es más fácil imaginar hoy contando este tipo de cosas a los nietos de Faulkner, a los narradores y narradoras del sur salvaje de los Estados Unidos, que a los habitantes de nuestra península. Pero esas narraciones, culturalmente distintas, siempre tienen un tono exótico, demasiadas hamburguesas y demasiadas millas conduciendo, mientras que el protagonista de esta novela podría ser nuestro vecino de al lado, o aquel chaval retraído con el que crecimos, o al que conocimos, en las clases del instituto. Porque lo encontramos veraneando en Dénia, o porque el despertar sexual no se edulcora con metáforas.

La trama transcurre entre los 120 y los 169 centímetros del protagonista, Berni, marcada por su dificultad de relacionarse con los demás y por el empuje de una sexualidad adolescente, insatisfecha y cada vez más apremiante. Si cualquier narrativa coge vuelo con los torcidos, los rotos y los deformes, lo hemos visto en los clásicos desde el Ricardo III de Shakespeare a nuestro Lazarillo, aquí conecta además con lo contemporáneo, la bildungsroman, la novela de aprendizaje, a lo Baroja. Con el atractivo añadido de que Díez Carpintero, en lugar de tomar un arquetipo y exagerarlo hasta la caricatura, nos retrata con honestidad a uno de esos niños sometidos a acoso, maltratados en casa, tímidos y retraídos.

Alejándolo del mero drama, la pena o el horror, que queda a opinión del lector, el protagonista no es ni siquiera una víctima, sino un actor que se desenvuelve en el sitio que le tocó nacer, y rodeado de personas que a duras penas saben amar. Eso le da un mayor vuelo literario a la novela, que sorprende por su doble aridez, la de reducir los recursos del lenguaje a su mínima pero precisa expresión y la de narrar desde las puras tripas. Sin sobrantes ni párrafos de más, la estructura está medida al milímetro, lanzada al papel blanco sobre negro como escupitajos de semen. Esa sexualidad sucia y descarnada aparece como una muleta constante en que apoyar la oscuridad del personaje. El texto duro, descriptivo, explícito, consigue que la intensidad emocional no decaiga sino en la segunda mitad del libro, y parece hacerlo por una buena razón. Demostrarnos que podemos rozar el ridículo al madurar.

Daniel Díez Carpintero, autor de «Estatura» (foto cedida por el autor)

No veremos a Berni tomar ninguna determinación verdaderamente valiente o decisiva para afrontar sus problemas. Se deja ir, se deja llevar, en una novela de aprendizaje que, más que llevar al personaje a un conclusión definitiva, lo deja en ese escenario que es la vida adulta. No se rebela, no actúa contra quienes lo dañaron, tampoco se somete. Para colmo quienes le han hecho sufrir ni siquiera son malvados, simples acosadores o maltratadores, sino víctimas de su incapacidad para amar y relacionarse. Para ser amados, también.

A pesar de que esta es una novela física, y bajo su mera apariencia de realismo sucio, tiene ese trasfondo psicológico que la aproxima tanto a la vida real. Donde las personas no se pueden definir simplemente entre el blanco y el negro. Esta narración, como dijo Nietzsche, nos devuelve la mirada desde el abismo, y lo que veamos reflejado en ella dependerá de nosotros mismos. Porque puede que la ficción sea más real de lo que nos gustaría. Estatura es la oportunidad de vernos en el espejo de la literatura, y de ver en ella a esos otros que todos hemos conocido, y a cuya oscuridad no quisimos acercarnos.

 


ESTATURA
Daniel Díez Carpintero
SLOPER
(Palma, 2023)
276 páginas
19 €

Un comentario

  1. Qué maravilla de reseña. La novela es extraordinaria y el autor de estas líneas supo transmitir lo que es Estatura. Enhorabuena.

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