Horas críticas

«La Conejera», de Tess Gunty: una comunidad encerrada en la chistera

«Una noche de calor en el apartamento C4, Blandine Watkins abandona su cuerpo». Con esta certera oración, Tess Gunty (South Bend, Estados Unidos, 1993) sentencia el final de la protagonista de La Conejera, novela ganadora del National Book Award en 2022, antes de que tengamos tiempo siquiera de conocerla. Una decisión arriesgada, la de comenzar la historia despachando el final, pero con la que Gunty, muy avispadamente, logra lo que busca: atrapar al lector.

Tiffany Blandine Watkins es, contra todo pronóstico, y para nada intencionadamente, la joven y contestataria protagonista de una historia frenética de vecindad sin fronteras —y con las paredes muy finas—. Vive en un piso junto a otros tres chavales que, como ella, no han tenido una vida fácil y han ido saltando de casa de acogida en casa de acogida. Sin embargo, ahora, tras mucho vivido, un edificio medio en ruinas conocido como La Conejera se ha convertido en su particular hogar.

Esta es una, la primera, de las muchas jugadas maestras por parte de Gunty que hacen posible el brillante debut de la joven escritora. Una novela excepcional, de alcance y crítica con el contexto social y político en el que nos encontramos sumidos, de IAs copando portadas y matinales, y sistemas capitalistas ahogándonos muy discretamente. No obstante, a lo largo de la lectura hay espacio para la intertextualidad, para ciertos guiños algo más específicos y para, especial y descaradamente, los conejos. En esta ficción, la figura del animal se convierte en otro de los personajes principales, y nos acompaña en todo momento.

En un primer vistazo, parece que los capítulos del libro se corresponden a los diferentes pisos del desangelado bloque de apartamentos La Conejera, de la aún más desangelada ciudad ficticia del medio oeste Vacca Vale (Indiana). Nada más lejos de la realidad. En esta historia, o en estas historias más bien, cada piso responde a una idiosincrasia propia, con una trama propia y unos personajes propios. Al menos, en un primer vistazo.

Teniendo en cuenta esto, y habiéndonos criado en las sobremesas del celuloide español, es inevitable no pensar inmediatamente en otros bloques de pisos que de dramas y vecinos grotescos tampoco anduvieron cortos: La comunidad (Álex de la Iglesia, 2000) y Aquí no hay quien viva (2003-2006). Una película y una serie de televisión que, en esencia, guardan ciertas semejanzas con esta obra coral de Gunty, sobre todo con los personajes escogidos —desde una madre con fobia a los ojos de su bebé, una soltera que se gana la vida escribiendo obituarios en una web, un sedentario matrimonio de la tercera edad— y con la consecución de desgracias, que empeoran con frenesí a medida que avanzan las páginas del libro.

Un entresijo de historias vecinales que nada y todo tienen que ver entre sí, que se van entrelazando a través de las finísimas paredes que separan unas vidas de otras, a pesar de que la novela gire en torno, verdaderamente, a la joven de 18 años Blandine Watkins y, por ende, a sus compañeros de piso, los cuatro incurriendo juntos en los primeros sinsabores de la vida adulta.

La escritora Tess Gunty. / Foto: Lauren Alexandra — Sexto Piso

La voz crítica de Blandine se encarga de hacernos llegar algunos cuestionamientos y reflexiones que están a la orden del día, como el capitalismo, las redes sociales, la vida de instituto, la precariedad, la maternidad, la soledad e incluso la vida rural. En ocasiones, lo proyecta de manera sutil, y en otras, no tanto, como en este fragmento que rescatamos de Blandine: «¿Quién no se ha enamorado del capitalismo? Te seduce antes de vapulearte, por supuesto. Te intoxica a través de los sentidos antes de llevarte al ring, por supuesto. Como las sociedades antiguas que daban cocaína a los niños antes de sacrificarlos».

No obstante, es la trágica relación entre Blandine y su profesor de música lo que va marcando el ritmo de todo lo que, más tarde, acaba por detonar. «Me interesaba mucho explorar el abuso de poder», asegura Gunty en la rueda de prensa dispuesta desde Sexto Piso. «En este caso, aunque obviamente está mal que un profesor se enrolle con una alumna de 17 años, lo complejo de esta situación y lo que me atrajo es que ambas partes dieron su consentimiento. Esto era algo que ella quería, ella percibía que lo había elegido, pero tuvo unas consecuencias catastróficas de un modo que nunca pudo anticipar», continúa.

La brillantez de Tess Gunty se hace eco, precisamente, con este ejercicio de reflexión que, de un modo u otro, logra hipnotizar al lector. Un bagaje de valor similar podemos encontrar en obras anteriores como Lolita (1955), de Vladimir Nabokov, o Las edades de Lulú (1989), de Almudena Grandes. No obstante, el gran hallazgo aquí es, sin duda, el sin par trabajo que Gunty hace con el tratamiento de cada una de las historias. Un delirante juego de vidas cruzadas con el que la autora ha conseguido sacar al conejo de la chistera, y dejarnos así: asustados y sorprendidos.

 


 LA CONEJERA
Tess Gunty
Traducción de Ce Santiago
SEXTO PISO
(Madrid, 2023)
432 páginas
24 €

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