Sueño: anticipación, premonición
Estoy durmiendo en casa de alguien a quien conozco, aunque hace tiempo que no veo. Es un compañero mío de cuando íbamos a la escuela. Lo conocí cuando teníamos 8 años y mantuvimos contacto hasta los 14 aproximadamente. En el sueño veo el aspecto que teníamos a esa edad. Estamos durmiendo en una misma habitación, él, yo y sus padres.
De repente yo me despierto con prisa, me levanto y me pongo a recoger sábanas, almohadones, ropa y bolsa de aseo. Lo pongo todo rápidamente en la maleta, pero todo se sale de ella y se va cayendo por el suelo. Sin poder evitarlo, despierto a mi amigo y a su familia. Se remueven un poco en la cama, me miran, pero intentan seguir durmiendo. Es muy temprano.
Abro la puerta de la habitación y veo que da a la casa en la que mi padre nació. Pero yo no conocí esa casa. Es la que intuyo por lo que mi padre me contaba sobre su infancia en ese hogar.
Voy arrastrando la maleta que hace ruido golpeando sus ruedas sobre el suelo. La ropa y demás objetos que la contienen se van cayendo y desparramando por el suelo. Pero yo no hago caso de eso porque estoy orientado a salir de allí.
Cuando acabo de atravesar el jardín llamo a un taxi que pasa por allí y al entrar en él me despierto.
Entonces me doy cuenta de que estoy alojado en un hotel. Durante ese fin de semana estoy impartiendo un curso fuera de mi ciudad, tengo que hacer la maleta porque cuando termine esa jornada y sin volver al hotel, tomaré el tren y volveré a casa.
(Ámsterdam. Abril de 2010)
Ensoñaciones, relatos y trances
El análisis e interpretación de los sueños, ha estado desde siempre muy unido al lenguaje hipnótico y al literario. No hay más que recordar la literatura de sueños de Borges y en general, el Realismo Mágico, como ejemplos esenciales de esto. Literatura evocadora de ensoñación, que ha generado múltiples técnicas aplicables a diversas situaciones de dificultad existencial.
En este sentido, relatos, sueños y trances comparten un lenguaje esencial que ayudan a dar forma a los mensajes del inconsciente individual y colectivo.
Desde siempre los hipnotizadores se han inspirado en el lenguaje de los sueños para inducirnos al trance. La mente inconsciente capta muy bien el lenguaje del trance porque le lleva a relatos de ensoñación.
Por eso es tan interesante conocer ese lenguaje, para que puedas inducirte al trance y, cómo no, a interpretar su lenguaje. Porque al final se trata de que puedas obtener los beneficios del sueño sacando el foco del hecho de dormir.
Cada hora y media, aproximadamente, entramos en un trance más o menos ligero que dura alrededor de veinte minutos.
En estos ritmos ultradianos, la conciencia detiene su atención al exterior y se vuelca hacia el interior de la persona para revisar el estado de la vida y sus procesos más inconscientes como la digestión, el funcionamiento del corazón o el metabolismo hepático o renal, la incorporación de nutrientes o del oxígeno a la sangre. Este tipo de actualización se produce cada noventa minutos de modo no consciente.
En esos momentos, también se produce el aprendizaje profundo y significativo. Esto quiere decir que, normalmente, el aprendizaje más relevante no se obtiene cuando estamos escuchando el tema que intentamos aprender, sino más tarde, en el siguiente ritmo ultradiano que va acompañado de cierta ensoñación.
En este texto, te proponemos explorar la relación, frontera y puntos de encuentro entre estos lenguajes: Onírico, literario e hipnótico.
A continuación, te propongo el siguiente patrón de inducción a trance. Suele producir un acceso suave y rápido. En estos casos el inconsciente aprovecha para explorar intuiciones que aún no tienen texto.
Patrón hipnótico. La primera vez
Mira esta tiza que llevo en la mano…
Obsérvala atentamente…
Y mientras la miras, quiero que tu imaginación te lleve a la primera vez que viste una pizarra…
Eres muy niño…
En tu primera aula…
Con tu primera maestra de escuela…
¿Cómo es la luz de ese lugar?…
¿Con quién estás?…
¿Qué ves?…
¿Escuchas algún sonido? ¿alguna música?…
¿Qué sientes en ese momento?…
…
Y cuando todo esté bien para ti, orienta tu atención a esta sala y vuelve aquí.
Milton Erickson
El trance induce un estado en el que tenemos acceso a todas las opciones enfocando la atención en algo concreto y único. A condición de adoptar una actitud propioceptiva en la que la atención al interior de ti mismo predomina sobre cualquier proceso adaptativo a la realidad.
Algo similar ocurre cuando leemos un relato que envuelve nuestra atención y nos transporta al escenario que nos propone y desde ahí construimos el nuestro. Nuestro propio cuento.
Relato. La almendra
El abuelo de Marisa debe de ser el único que dejó crecer un almendro como si fuera un nogal.
Hasta entonces nunca creí que un almendro pudiera llegar a tener ese tamaño, ese tronco tan fuerte ni esa majestuosidad.
Por eso la caída desde lo alto de un almendro, en este caso, fue algo más. Cuando Julia, la hija de Marisa cayó, quedó sin sentido.
Esto asustó mucho a todos que se apresuraron a rodearla gritando y sin saber si tocarla o no.
Llamaron al médico que no vino rápidamente. Cuando la niña despertó en sus brazos dijo que no recordaba nada de su vida anterior y desde ese momento se llamó Almendra.
Trinidad Ballester
El relato no tiene ni siquiera que ser extenso. La velocidad a la que la atención viaja al interior de nosotros mismos es entre rápida e instantánea. Y lo que busca es conectar con la propia experiencia de referencia propia que dé sentido al relato. Solo podemos comprender un mensaje que nos llega del exterior si disponemos de algún contenido previo o alguna referencia cognitiva interna que de sentido a lo que vemos en el exterior.
¿Te animas ya a construir tu propio relato? O ¿tu propio patrón de inducción a trance?
Pingback: La insatisfacción del hablante - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: El impacto corporal del sueño y el lenguaje hipnótico - Jot Down Cultural Magazine