Horas críticas

«The White Lotus» o la ambivalencia de lo estético y lo inquietante

Equipo del resort recibiendo a los huéspedes en la 1ª temporada. / © HBO Max

Cualquiera que haya visto la serie The White Lotus habrá tenido serias dificultades para poder explicarla. La producción de HBO Max, escrita y dirigida por Mike White, es una de esas series sin una premisa clara. Aparentemente, trata ciertos temas como la desigualdad, el colonialismo y el privilegio, pero, en realidad, el espectador puede sacar sus propias conclusiones sobre otros muchos asuntos.

The White Lotus ha cautivado a la audiencia con su brillante ejecución. Es un cóctel de emociones donde nos encontramos con relaciones de poder, de dinero y de sexo, en las que no hay protagonistas ni antagonistas, ni héroes ni villanos. De forma velada, al menos ante el ojo menos crítico, y estando ambientada en destinos idílicos como un resort en Hawái y lujosas villas en Sicilia, la serie pone sobre la mesa temas como el machismo, el narcisismo, los miedos y las inseguridades. Es, en realidad, una sátira social, donde los personajes, que harían las delicias de cualquier psicoanalista, ejercen el poder que tienen para satisfacer sus adicciones y perseguir sus objetivos, más cercanos a los nuestros, en realidad, de lo que nos gustaría admitir.

Pero vayamos por partes. Las dos temporadas empiezan con la técnica in medias res. La serie abre con un momento final para enganchar al espectador. De esa manera, nos hace pensar que existe una trama de un asesinato, y que serán los variopintos personajes quienes nos ayudarán a resolver este misterio. Constantemente nos reta con lo que no se dice y lo que no se ve. Decía Martin Scorsese: «El cine es una cuestión de lo que está dentro del encuadre y lo que está fuera», y es esto último precisamente el acierto de Mike White; elige centrarse en los detalles más mínimos de cada interacción social para transmitirnos emociones y deja el resto al espectador. Porque lo que realmente importa no es lo que el personaje dice, sino cómo se siente. Las palabras pueden ser engañosas y evasivas, y son estos pequeños detalles que registras a nivel subconsciente y subliminal los que acabarán influyendo en tus expectativas y en la experiencia de ver la serie.

A través de las reacciones físicas, los diálogos cuidados y una escenografía de ensueño, los personajes nos guían a través de la complejidad y nos permiten conectar con ellos en un nivel más profundo y reconocible. Ingeniosamente voyerista, la serie nos mantiene en vilo mientras poco a poco desvela secretos y verdades incómodas. Para conseguir sus objetivos, se suceden chantajes, manipulaciones y violencia. Lo interesante de todo esto es que muchos de ellos no son plenamente conscientes de lo egoístas que son cuando se aprovechan de los demás, o deciden no hacerlo. Sufren las consecuencias de sus adicciones y se enfrentan a sus propias imperfecciones, lo que genera constante empatía y rechazo en el espectador.

The White Lotus nos invita a reflexionar sobre las complejidades de las relaciones y las dinámicas grupales, revelando que siempre hay una parte oculta en las personas. Cada interacción está influenciada por el amor, la confianza, los resentimientos y las diferencias, y la presencia de otros individuos puede afectar profundamente estas dinámicas. Y si bien es cierto que los primeros episodios pueden resultar algo lentos, sirven para presentarnos a todos los personajes. Esta decisión narrativa se justifica más adelante, ya que las revelaciones y los giros argumentales adquieren un impacto aún mayor debido a la cuidadosa construcción inicial.

Escena de la 2ª temporada que recrea la muerte de Apollonia en «El Padrino» (1972). / © HBO Max

La idea de los juegos y la manipulación humana se refleja constantemente en la rica simbología que tiene la serie: la ópera de Madame Butterfly, un preludio al final trágico y emotivo; la Testa di Moro, una referencia a la mentira y el adulterio; la mención de El Padrino, la necesidad de sentirse hombres. Todas estas referencias sirven para enfatizar la idea de que los humanos no hemos cambiado en miles de años y de que las dinámicas de poder en torno a la riqueza y el sexo han existido, existen y existirán. Son elementos permanentes de la naturaleza humana.

No faltan los guiños culturales. Para los amantes del cine italiano, la segunda temporada está llena de referencias a la película La aventura (1960), de Antonioni, protagonizada por Monica Vitti. Hay que estar muy atentos a las secuencias de apertura. Si queremos hacernos una idea de cómo es cada uno, solo nos hará falta fijarnos en los animales que los representan. Además, durante la serie se observan las variadas lecturas de cada uno de los personajes: Blink, de Malcolm Gladwell; La amiga estupenda, de Elena Ferrante, o libros de Judith Butler, Nietzsche y Freud, todas buenas referencias para entender en qué está interesado cada uno.

«La Aventura» (1960) de Antonioni vs la 2ª temporada de «The White Lotus», con Monica Vitti y Aubrey Plaza como protagonistas. / © HBO Max

Y a ritmo de banda sonora del compositor chileno-canadiense Juan Cristóbal Tapia de Veer, vemos a los personajes como si fueran animales en un zoológico. Sonidos de olas, canto de pájaros y viento la hacen inquietante, incómoda y claustrofóbica. Elegante, pero sucia. Y es que las imágenes del mar, las gaviotas, el volcán y las playas nos hacen relacionar estas dinámicas sociales como parte de la naturaleza, de nuestra naturaleza.

Si los rumores de una tercera y una cuarta temporada se cumplen, podemos esperar más sátira sobre el poder, humor negro, crítica social y personajes intrigantes. La serie no solo entretiene, sino que también plantea preguntas importantes sobre lo que es correcto y lo que no en las relaciones personales. Al finalizar podemos pensar o creer que hemos sacado alguna conclusión, pero la realidad es que no ha cambiado nada en la historia del ser humano, o casi nada. Y que quienes detentan el poder no se ven satisfechos, sino envueltos en una paranoica y destructiva espiral de la que otros tratarán de aprovecharse.

Secuencia de apertura de la 2ª temporada, representando a Tanya (Jennifer Coolidge) como una mujer con un mono atrapado por una cadena. / © HBO Max

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