Entrevistas

Marek Toman: «Es importante recordar la historia como parte de nuestra identidad y nuestro presente»

Fotos: Ángel L. Fernández

Marek Toman (Praga, 1967) estudió filosofía en la Universidad Carolina de Praga y, ya durante sus estudios, era empleado en La Radio Checa. Posteriormente, trabajó en el Ministerio de Asuntos Exteriores, siendo oficial en la embajada checa en Estonia y Hungría. Marek es novelista, periodista, autor de libros infantiles, traductor, presentador, dramaturgo y actor. Sus obras han sido publicadas en alemán, inglés, polaco, húngaro, finlandés y otros idiomas. Con una trayectoria que abarca varias décadas, Marek ha dejado su huella en la industria literaria checa. Además de su trabajo periodístico, Marek es conocido por sus reseñas y programas literarios.

En su obra, el paso del tiempo y la nostalgia son temas recurrentes. Además de su trabajo para adultos, Marek escribe literatura infantil y se adentra en el cómic, guionizando Los niños expulsados, una obra que narra las experiencias de cinco alemanes que, en su infancia, fueron expulsados de Checoslovaquia al finalizar la Segunda Guerra Mundial. A través de testimonios, la creatividad de Marek y cinco ilustradores checos, se exploran las vivencias de estos niños alemanes durante su expulsión, los campos de agrupamiento y trabajo, el viaje en vagones de ganado y su regreso posterior a los lugares de su infancia, así como su búsqueda de un nuevo hogar.

¿Qué significan los Sudetes para los checos y cómo ha evolucionado su situación con el tiempo?

En Checoslovaquia, en el año 45, vivían 3 millones de alemanes en esa zona, pero después del exilio obligatorio con el fin de la Segunda Guerra Mundial, solo quedaron alrededor de 200,000 personas. El cambio fue masivo y una desconexión de nuestra historia, la historia de nuestro país. Durante los años del régimen socialista, el tema era tabú y la gente no solía hablar al respecto debido a la propaganda oficial. Mientras que los alemanes occidentales eran considerados enemigos imperialistas, los alemanes del otro bando (Alemania del Este) eran presentados como antifascistas. Es importante mencionar que después del exilio de los alemanes, sus propiedades y casas fueron distribuidas entre los checos. Después del cambio político y la Revolución de Terciopelo en el 89, hubo un gran deseo de cooperar con Alemania y restaurar la propiedad privada.

¿Cómo surge el proyecto de Los niños expulsados?

El proyecto surge a partir del trabajo de una organización no gubernamental checa, Post Bellum, que tenía un enorme archivo de testimonios. Este archivo contenía numerosas entrevistas con miembros de la resistencia antifascista y anticomunista, así como con víctimas de los diferentes bandos. Ellos comenzaron a entrevistar a alemanes que siendo niños fueron expulsados. ¿Por qué? Porque los adultos, en general, no viven ya. Además, los adultos suelen tener posturas más firmes y había mucho dolor relacionado con este tema, y no se puede culpar a los hijos de los actos de sus padres. Era más fácil hablar con los niños. Así, se inició el proyecto de recopilar la memoria, centrándose en algunos niños de ascendencia alemana, que fueron expulsados y que ahora viven en Alemania. Necesitaban buscarlos y persuadirlos para que hablaran con los checos. Esto ya de por sí era difícil y es un gran mérito del documentalista Jan Blažek de Post Bellum haber podido grabar las entrevistas. Actualmente, tienen setenta entrevistas y eligieron cinco historias diferentes que representan distintas formas de vida y provienen de pueblos grandes y pequeños, incluso de un pueblo con solo cinco casas. Incluyeron mujeres y hombres. Y luego me pidieron que escribiera los guiones.

En todas las historias se pone de manifiesto que la relación entre checos y alemanes antes de la expulsión era buena. ¿Esto es real o es una visión de los niños?

No, eso era real. En Checoslovaquia, existía una visión y una energía para establecer una especie de Suiza, posiblemente una federación. Al final, teníamos una estructura centralizada con derechos enormes para las distintas nacionalidades, aunque había conflictos con la nación Alemana. Inicialmente, los alemanes y los checos convivían pacíficamente, podría decirse. Pero la propaganda nazi envenenó esas relaciones.

El Holocausto judío está presente en el cómic, aunque de forma muy subliminal. Como descendiente de judío, ¿te hubiera gustado profundizar más en este tema?

Sí, esa fue mi primera pregunta a mis amigos de Post Bellum. Un amigo me llamó mientras regresaba en bicicleta de mi trabajo, en la plaza Venceslao de Praga, cerca del Museo Nacional y el centro tradicional y natural de las manifestaciones en defensa de la democracia. La historia estaba muy presente en ese momento, y me preguntó si podía escribir guiones sobre los alemanes expulsados. Mi pregunta fue si íbamos a incluir a los alemanes antifascistas y los judíos, pero la respuesta fue que no, aún no se han realizado entrevistas con ellos. Luego consulté esto con mis hijos, que tienen 24-25 años, y mi pareja, y escuché las entrevistas. Descubrí que las historias son personales y universales, que el sufrimiento es algo humano y que estaba obligado a escribir los guiones. Después de eso, todo quedó claro.

En Chequia se acabó prácticamente con la población judía, y eso fue brutal. Tú eres descendiente judío y tu padre también lo era. ¿Cómo se vivió eso en tu familia?

Es interesante, puedo ver que fue bastante similar a la historia de los alemanes. Existía un silencio inmenso en relación con ellos en general, por lo que no había discusiones sobre todo eso durante el comunismo y después. Similarmente a los alemanes, comenzó una discusión muy dinámica sobre ello. Personalmente, eso es parte de mi historia, teniendo que descubrir mis propias razones.

Por tu libro, estás profundizando en tus raíces. ¿Acabará publicada esta historia tuya?

Sí, jaja.

Volviendo al cómic, en el proyecto has trabajado con ilustradores, ya que tú también dibujas desde hace mucho tiempo. ¿Cómo se eligieron? ¿Participaste en la selección y hubo alguna historia en la que eligieras específicamente al dibujante?

Francamente, fue algo muy sencillo. La editorial Baobab, que publica mis libros infantiles, tiene una red enorme de ilustradores, muchos de los cuales son estudiantes. Naturalmente, al ser amigos, les pregunté: «¿Qué pensáis? ¿Quién creéis que podría encajar en el proyecto?». Y ellos hicieron sus propuestas. Una de los ilustradores fue Františka Loubat, quien vive en Francia, que fue la ilustradora de uno de mis libros infantiles, o Magdalena Rutová también.

Los ilustradores son mucho más jóvenes que Jan Blažek y tú. ¿Conocían esta historia o no tenían ni idea de todo esto?

Tuve una primera entrevista con ellos en una bodega, y creo que necesitábamos explicar el contexto y la razón por la que estábamos haciendo esto. Les hablé sobre los alemanes y la conciencia checa actual, pero en realidad no lo necesitaban. Me sorprendió mucho, porque ellos pertenecen a otra generación. Eso es notable, es historia. No hubo problema en hablar de todo claramente. Me alegró escuchar su perspectiva.

¿Porque esta generación ya no heredó esa antipatía hacia Alemania?

No llevan el conflicto en su sangre, y creo que nosotros, debido a toda la propaganda anterior, tampoco lo tenemos. Básicamente, es una especie de libro antipropaganda.

En el capítulo «¡Huele como el demonio!», hay una frase que me gusta mucho: «A las víctimas de un asesinato las han hecho víctimas de los acontecimientos. Eso me molesta».

En la entrevista, una «niña expulsada» decía que su gente vive por todos, porque descubrió que la gente que es abierta puede convivir con todos. Ese es un mensaje muy fuerte para mí.

En la RDA, en la Alemania Oriental, no se hablaba de la expulsión. ¿Por qué estaba prohibido? ¿Qué significaba eso políticamente?

Esa es la razón, era un tema político. La Alemania Oriental se definía como un país antifascista y no deseaba revivir el pasado, por lo que se impuso un silencio sobre la expulsión. No encajaba con la imagen que querían proyectar. La expulsión estaba estrechamente relacionada con la Alemania nazi, y la Alemania Oriental se encontraba en el mismo ámbito político.

La primera historia, la del ruibarbo, me ha conectado con esa culpa que protagoniza el cómic Heimat. Lejos de mi hogar, de Nora Krug. ¿Esa culpa era común en todos los alemanes expulsados, o fue un caso excepcional?

Puedes ver que en las cinco historias hay diferentes puntos de vista. En lugar de presentar masacres brutales, cada historia tiene una perspectiva más radical o tolerante. Por ejemplo, Franz Gruss tiene una perspectiva más tolerante. Por lo tanto, la culpa no es exclusiva de un grupo, sino que está presente para todos.

Ahora una pregunta complicada: ¿Ucrania son los nuevos Sudetes?

Es una pregunta interesante. Hay algo similar en la actualidad, ya que en este momento hay expulsiones forzadas. En Ucrania, hay muchos que tienen que abandonar sus hogares y cientos de miles de ellos se encuentran viviendo en la República Checa. Hay similitudes cuando se utiliza el argumento de militarización en Rusia de manera similar a como lo hicieron los nazis.

¿En Post Bellum ya han realizado entrevistas a ucranianos expulsados? ¿Solo a aquellos expulsados por los rusos o también a los expulsados por los ucranianos?

Siempre es complicado. Cuando hay una guerra en curso y la historia se está desarrollando, siempre es trágico. Existen pequeñas injusticias cuando se trata de expulsiones. En Ucrania, algunos expulsados son de origen ruso, mientras que otros son de origen ucraniano. La situación es compleja y Post Bellum se centra en testimonios más relacionados con la historia checa.

Me gustaría que me hablaras un poco sobre la historia de Jaroslav Klecan. Cuéntame cómo llegaste a esa historia de este hombre que fue el máximo traidor de la República Checa y de repente empezaste a darte cuenta de que las cosas no eran lo que parecían.

Existe un libro muy famoso en Checoslovaquia llamado Reportaje al pie de la horca escrito por el periodista Julius Fučík. Fučík escribió este reportaje mientras estaba en prisión de Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial, y es un libro con una historia muy particular. Fue publicado en 90 idiomas antes del cambio político. Fučík atacó a su compañero de armas, el antifascista Klecan, llamándolo cobarde y traidor. Cuando leí este libro, me sorprendió que Fučík hablaba de Klecan de manera muy agresiva. Comencé a pensar y busqué información. Ahora conozco a las sobrinas y al sobrino de Klecan, y tengo mucho material, incluidas las cartas de Klecan a su amiga valenciana Paquita que han sido descubiertas hace unos años y publicadas en checo.

Es curioso, porque esas cartas tuvieron que ser traducidas al checo, pero el libro no está publicado en España. ¿No crees que sería importante publicar ese libro en España?

Ese es mi deseo y mi visión. El libro contiene 60 cartas, muchas fotografías y una historia muy emotiva. Es una historia común entre los españoles y los checos. Es una historia que perdura hasta el día de hoy, ya que la familia de Paquita, la familia de Klecan y Paquita, la amiga de Klecan, se pusieron en contacto con la embajada checa.

¿Hay un mayor avance en la recuperación de la memoria en la República Checa en comparación con España?

Es difícil valorarlo, pero sí, pienso que en España la historia de la Guerra Civil y el exilio son temas más comunes, mientras que en nuestra parte se ha enfriado y se ha vuelto algo más político.

Has escrito novelas, cuentos infantiles, artículos de prensa e investigaciones. Este libro es una investigación periodística. ¿Te ha gustado la experiencia de guionizar cómics? ¿Seguirás haciéndolo en el futuro?

Sí, definitivamente. Francamente, no estaba seguro de si podría hacerlo, ya que soy un autor de libros y no tenía experiencia en el campo del cómic. Sin embargo, la experiencia fue muy gratificante. Aunque mi colaboración con Jan Blažek fue a través de entrevistas y diálogos, fue muy interesante. Estoy abierto a futuras colaboraciones, y si hay una oportunidad de seguir con los cómics, estaré listo para ello.

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