Entrevistas

Gonzalo Andino: «El circo ha tomado la calle por espíritu, pero también por supervivencia»

Gonzalo Andino, director del festival internacional Circada. / Foto: Circada

Gonzalo Andino (Sevilla, 1979) es director del festival internacional de circo contemporáneo Circada y fundador de Noletia, la empresa de gestión cultural especializada en artes escénicas que lo organiza. Del 1 al 25 de junio, Sevilla acoge su XVI edición, en la que seguirán conviviendo los espectáculos de calle y la programación en salas, mostrando la potencia sorprendente del lenguaje circense de hoy que, más allá de prejuicios y estereotipos, lo abre a innumerables posibilidades creativas. Desde su origen en 2008, Circada ha logrado que esta disciplina deje de ser «la hermana pobre de las artes escénicas», convirtiéndose en un evento imprescindible que cada año supera los 25.000 espectadores y programa una media de 65 funciones.

Como gran responsable de esta cita, Andino no solo se dedica a coordinar sus contenidos, sino a investigar en las capacidades expresivas y sociales del circo. Desde que en 2001, recién salido de la facultad de Periodismo, pusiera en marcha Noletia, ha consolidado su actividad pionera no solo a través del festival, sino también de proyectos como la productora Truca Circus, la iniciativa Circápolis —dirigida a personas en situación de exclusión— o coproducciones internacionales recientes como Circo de sur a sur o Sounds of Change. Además de miembro activo de varias asociaciones del sector y plataformas culturales, ha sido premiado por su labor en la difusión de las artes escénicas en Andalucía.

Circada nació en 2008 con la intuición de que el circo estaba en auge, ¿cómo valoras la evolución del género desde entonces?

El crecimiento del circo ha sido brutal, sin duda. En 2008 no era sencillo encontrar compañías y espectáculos en 800 kilómetros a la redonda, y ahora uno se siente abrumado por la cantidad de propuestas. Tampoco era posible generar sinergias y trabajo en red con otros festivales de circo, mientras que ahora hay decenas de posibilidades. El circo ha evolucionado y crecido cualitativa y cuantitativamente. Pero queda mucho por hacer y, por tanto, hay aún mucho margen de crecimiento.

¿Crees que hoy día se entiende mejor la noción de circo contemporáneo, frente al clásico?

Creo que hay cosas que nunca se van a entender, porque realmente en ciertos sentidos no está uno frente a otro, por lo que no hay mucho que separar. En la parte del contenido la línea es bastante difusa, y de hecho cada vez más artistas de circo contemporáneo trabajan en contextos de circo clásico. Además, es importante subrayar que las palabras «circo contemporáneo» engloban una variedad infinita de estilos, lenguajes y texturas, hasta el punto de que ya podemos hablar de un circo contemporáneo más clásico frente a otro más de investigación o de búsqueda de nuevos lenguajes; por no mencionar el vasto y montañoso territorio que hay entre los extremos más conservadores y más arriesgados en la creación del circo contemporáneo. Por eso defiendo más la noción del circo como modelo, contexto y espacio de gestión. Ahí sí está más claro que no tiene nada que ver el funcionamiento de una compañía que se ha formado en escuela de circo y trabaja en circuitos escénicos con el funcionamiento de una familia tradicional de circo, que mueve una carpa y una gran infraestructura con vehículos de gran tonelaje, busca las mejores plazas y se la juega de otra forma.

El hecho de que gran parte de la programación sea en la calle, ¿crees que puede restaros seriedad ante un público más tradicional o más conservador?

Este es un tema complejo. Está claro que el circo no goza del mismo prestigio que la danza o el teatro. Sin embargo, tenemos mucho éxito de público, y muchísimos espectáculos de circo (de mi propia compañía, por ejemplo) giran lo que ya quisieran la mayor parte de compañías de otras artes escénicas. En el caso del circo la calle se tomó por espíritu, pero también por supervivencia, sin dejar de lado que el circo normalmente funciona bien en calle. Trabajar en calle ha hecho que muchísimos artistas puedan vivir de esto y, en el caso de Circada, también ha ayudado a acelerar enormemente el conocimiento y el acercamiento del circo contemporáneo a la ciudadanía. Creo que, si Circada hubiera sido un festival de sala, todavía 16 ediciones más tarde estaríamos explicando de qué va nuestra propuesta. No voy a ocultar que nos encantaría hacer más espectáculos de interior, pero también pienso que los objetivos que hemos alcanzado son espectaculares.

Espectáculo de calle en el marco de una de las ediciones de Circada. / Foto: Circada

Durante algunas ediciones probasteis el sistema de pay after show. En medio del debate sobre la cultura gratis, ¿habéis tenido dudas sobre la gratuidad de los espectáculos de calle?

Nunca hemos dudado de la gratuidad. Yo estoy en contra de la cultura del todo gratis, pero hay que diferenciar entre eso y el diálogo de las artes con el espacio público. El Pay After Show fue algo coyuntural que se hizo en años en los que realmente estuvimos a punto de terminar con la aventura de Circada, porque en un momento en el que nos correspondía crecer, vimos que se nos recortaban nuestros ya exiguos recursos, allá por la crisis de 2011-2013. Por eso en el momento en que nos enderezamos un poco abandonamos el Pay After Show, porque ese discurso no era sostenible. También pienso que hace falta mucha pedagogía en este tema y explicar mejor lo que cuesta un festival de artes escénicas no comercial y las opciones que tiene de generar ingresos. En ese sentido, aunque todos los espectáculos fueran con taquilla, el ingreso total no haría que recuperásemos más que una mínima parte de la inversión. Vaya, como sucede en la inmensa mayoría de festivales y de teatros públicos de Europa, nada nuevo.

Este año llegáis a la XVI edición con un giro estético, una imagen que podría verse como más abstracta o incluso adulta, y que pretende evocar «el espíritu infinito del circo». ¿Por qué os parecía importante, llegado este punto, incidir en ese matiz?

Ha llegado en este punto como pudo haber llegado hace dos, cuatro o diez años. Básicamente queremos mostrar que el circo es variado y que Circada es un festival ecléctico. Quien busque risa la tiene. O trucos imposibles o circo más popular o para todo público. Quien busque investigación, crítica social, innovación en la puesta en escena, riesgo artístico, etcétera, también lo va a encontrar, en todas y cada una de nuestras ediciones. Este giro en la imagen solo quiere recordar que Circada es un festival muy amplio.

Venís de una edición, la de 2022, de transición a la normalidad, en la que aun así reunisteis a 20.000 personas. ¿Crees que los efectos de la pandemia se siguen sintiendo en el sector?

Las artes escénicas y el circo son sectores complejos que no han parado nunca de evolucionar. La situación hoy en día es diferente a la de 2019, pero pienso que ya es muy difícil saber si es por haber pasado una pandemia o simplemente porque han pasado cuatro años. Pensemos en dónde estábamos con la inteligencia artificial hace cuatro años y dónde estamos ahora. O quién pagaba por servicios de contenidos online cuando empezó Circada en 2008 respecto a hoy en día. Sea como sea nosotros mantenemos una constante, que es que nuestros espectáculos se llenan, seguramente con mucho público adulto que hace 15 años era niño. Esto del paso del tiempo e ir acompañando el crecimiento de las personas es algo que me emociona especialmente.

¿Qué nombres propios o actividades destacarías de entre las que programáis en esta edición?

Son treinta y pico espectáculos distintos, así que es complicado quedarse con algo. Me quedo con el crecimiento espectacular de Panorama Circada, que se ha posicionado de forma incuestionable como punto de encuentro del circo en España. Aunque esta respuesta me ha quedado muy de gestor cultural… Desde luego, el Muerte de Risa de Los Galindos es uno de los mejores espectáculos de artes escénicas del momento y una auténtica revolución para el concepto que solemos tener sobre el mundo del payaso. Maña de Manolo Alcántara es un buen ejemplo sobre por qué hemos cambiado la imagen de este año. El circo andaluz hay que verlo, con Rebe al Rebés, Vaivén Circo, David Cebrián o La Banda de Otro. Y el apartado internacional de este año es exquisito, por ejemplo Diana Salles en la gala, con un número aéreo increíble y personalísimo, o Circus Katoen en Las Setas.

Esa obra de Circus Katoen tiene de fondo la sostenibilidad ecológica, al igual que la de Anna Mateu y Miguel Barretto. ¿Tenéis en cuenta el factor de concienciación social a la hora de programar?

Sí, por supuesto. No siempre hay espectáculos de una temática u otra, pero hay asuntos que nos preocupan y que intentamos que estén sobre la mesa. Hace años que en el festival hay una mirada transversal y una reflexión profunda sobre las cuestiones de género, por ejemplo.

En la Gran Gala Circada tendremos a Las XL celebrando una década desde su origen, ¿dirías que el feminismo es también una de las corrientes más pujantes en la creación circense reciente?

Los artistas de circo viven en la misma realidad que nosotros. El feminismo lleva años en los primeros años de la agenda social y personal de millones de personas y eso tiene reflejo en el circo, donde aún quedan muchas cosas por resolver.

Entre 2020 y 2021 elaborasteis junto a la UNIA y el festival Circaire una guía de buenas prácticas para la paridad en festivales de circo, ¿tenéis previsto dar continuidad a esa mesa de trabajo?

De momento lo más importante es aplicarnos el cuento y no bajar la guardia. Antes de la elaboración de esta guía habíamos hecho varias acciones específicas que abordaban la cuestión de género. Estamos abiertos a que haya más.

Espectáculo de la compañía Mortelo & Manzani en la edición de 2019. / Foto: Circada

La conciliación, las rutinas de pareja, hasta las mudanzas… son temas cotidianos que también abordan piezas de esta edición. Los temas del circo también pueden ser así de poco espectaculares, ¿no?

Es algo que iremos viendo cada vez más. Según el circo se normalice en el ecosistema cultural español, sus creadores se sentirán más libres para hablar de lo que les dé la gana, aunque estos asuntos cotidianos llevan en el circo toda la vida y, si no, miremos los conflictos del payaso. Por otra parte es maravilloso cuando se habla de estas miserias desde el circo, desde ese espacio formado por superhéroes y superheroínas.

En la sección oficial, el espectáculo de Botproject se define como «circo de, sobre y para puretas», ¿el buen circo es para todas las edades?

Este espectáculo tiene la particularidad de que enfrenta a dos artistas cuarentones, acróbatas para más inri, ante la realidad del cambio de sus cuerpos… ¡y hacen circo! Creo que el tema de la edad es uno de los asuntos candentes del circo contemporáneo, porque al ser un género muy joven, es ahora cuando empieza a haber decenas o cientos de artistas que ya gruñen o suspiran cuando se levantan del sofá. Pero si hablamos del circo en general, creo que no, que hay espectáculos de circo increíbles que son solo para adultos, aunque por cuestiones de mercado y salvo excepciones tienen mucha dificultad para ser programados. Por lo que hablábamos antes del prestigio, quizás, y porque el circo para todo público sí tiene hueco en festivales y programaciones con facilidad.

Desde 2018 apostáis por coproducciones destinadas a compañías que quieran lanzar sus proyectos: entre otras, habéis propiciado la unión de Ana Donoso Mora y Clara Reina, presentes en el programa de este año. ¿Qué perfiles de compañías os interesan?

Los motivos por los que un proyecto te seducen son bastante complicados de explicar. Desde luego nos interesa apoyar el circo de aquí, no por proteccionismo, sino casi por supervivencia. Cuanto más rico sea el entorno circense sevillano y andaluz, más sencillo y satisfactorio es nuestro trabajo. Apoyar a artistas nuevos, jóvenes, que necesitan orientación y espacios de visibilidad es también importante. Pero también dar continuidad a relaciones con artistas de confianza, cuya trayectoria conocemos bien y hemos acompañado durante años. Y luego, por supuesto, hay proyectos que activan mágicamente un resorte en el equipo e intuitivamente nos lanzamos a por ellos. Que después funcionen o no depende de la magia inexplicable de la creación.

Las extensiones de Circada buscan llevar el festival a municipios de la provincia, con un espíritu descentralizador. ¿Crees que estáis logrando crear escuela de circo más allá de las capitales?

Sí, sin duda. En un municipio pequeño, de hecho, es más sencillo que la gente entienda y valore el circo que en una gran capital. Las extensiones son un proyecto de alcance limitado, pero sin duda se ha generado una cultura de circo en muchos de los municipios que participan en ellas, sobre todo si sus responsables de cultura le dan continuidad durante el año, con programación o residencias artísticas para artistas.

El festival no solo es exhibición de espectáculos, sino también una feria profesional con actividades que incluyen a promotores y distribuidores además de artistas. ¿Por qué crees que era importante generar este espacio?

Este tema también es muy de gestor cultural, jejeje. Por no enredarme mucho, diré que ser un punto de encuentro y un referente para la profesión allana mucho el camino. Yo siempre he pensado que la clave del éxito es tener un festival en el que las compañías quieran venir, que sea un lugar especial y no «un bolo más» en una gira. Esto lo hemos aplicado siempre poniéndole toda la ilusión e intentando cuidar al máximo a los artistas, comprometiéndonos de verdad con el sector del circo. Si conseguimos el crédito de la profesión, no solo de los artistas, si nos colocamos como referente e incluso la gente que más trabaja con el circo en España decide venir a Sevilla cada año (que es lo que está pasando), este aspecto de Circada como lugar deseado se multiplica para los artistas. También nos facilita el trabajo a la hora de proponer proyectos en red con otros festivales o espacios de circo, y es un buen lubricante para cuando toca sentarse y dialogar con las administraciones sobre el futuro de Circada.

Hace 20 años fundaste la revista LaTeatral, ¿crees que los medios le dedicamos suficiente atención al circo contemporáneo como género artístico diferenciado?

Creo que si me hacéis esta pregunta es porque ya conocéis la respuesta. El circo interesa a los medios casi siempre desde la misma óptica: lo romántico, lo exótico, lo popular. Suele haber buena cobertura de Circada, pero siempre son datos de público, imágenes llamativas (porque el circo llama mucho la atención y genera gran belleza plástica), etcétera. Los periodistas en general no se paran a conocer las compañías, los creadores, los objetivos y entresijos de los proyectos como sí ocurre en otros ámbitos. No existe crítica de circo, por ejemplo. Yo traigo unas compañías u otras y tengo la sensación de que a efectos periodísticos daría igual que fueran buenas o malas. Pero claro, esto lo digo con todo el respeto, en un contexto en el que el periodismo cultural está más en precario que nunca. Y lo dice un licenciado en periodismo, experto en arruinarse por querer sacar revistas de artes escénicas, como bien has mencionado. ¿20 años ya?

Como director y fundador de Noletia, sigues dando recorrido desde 2001 a la compañía Truca Circus, y de forma reciente habéis reunido a varios creadores andaluces importantes con Greta García y Daniel Foncubierta al frente. ¿Es importante avivar ese sentido de colectividad en la escena del circo?

La verdad es que esta parte de producción y de creación circense es la que más ha crecido en Noletia, y eso que yo me resistí bastante, durante 15 años, a crear compañía y espectáculos. Truca Circus es una compañía singular, porque no hay un artista fijo en ella. Eso nos da mucho margen de maniobra para crecer y dar oportunidades, pero también para crear equipos inéditos, que en casi todas las artes, pero especialmente en el circo, van a condicionar el 50% o más del resultado final. El año que viene vamos a estrenar cuatro espectáculos, lo cual es una auténtica barbaridad, pero es que en cuanto hemos abierto esa puerta, entre nuestras iniciativas y las propuestas que nos han llegado se ha ido dando esta situación. Sigue siendo una compañía más de las muchas que hay, pero sí, estoy muy feliz por la cantidad de caminos que estamos transitando y las oportunidades para tantos artistas que trabajan con nosotros.

Últimamente también os estáis embarcando en varios proyectos internacionales de colaboración, ¿qué meta os planteáis con esa nueva vertiente de producción abierta a Europa?

El objetivo sería mantener esa línea de trabajo internacional y que los proyectos que tenemos ahora tengan continuidad y lleguen otros proyectos nuevos. Ahora mismo mi principal reto es trabajar el ámbito internacional desde Circada, una vez alcanzados muchos objetivos dentro del territorio español. Tenemos varias ideas en ese sentido y queremos que el festival se posicione también en el contexto internacional. Pero es un camino lento que hay que pisar con calma y seguridad.

Si alguien tuviera que iniciarse en el circo contemporáneo, ¿qué compañías u obras concretas le aconsejarías? ¿Cuál sería para ti la Santa Trinidad de este género?

Si va a venir a Circada este año, podría ver a Wilbur, Los Galindos y Uparte, por ejemplo. Tres propuestas completamente distinas con las que hacerse una idea de qué se está cociendo.

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