Horas críticas

Libros de la semana #112

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Tu mente bajo los efectos de las plantas, de Michael Pollan (Debate)

«De entre todos los usos que los humanos les damos a las plantas (como sustento, para productos de belleza, en el ámbito medicinal o en la producción de fibras, fragancias y sabores), seguramente el más curioso sea el que hacemos de ellas para cambiar la conciencia: estimular, calmar, alterar o perturbar por completo las cualidades de nuestra experiencia mental». Como la mayoría de nosotros, el autor de este libro usa a diario al menos un par de plantas con esa finalidad. Aunque por lo general, nadie piensa en el café —o en el té— como una droga; pero es que no resulta fácil ser consciente del componente adictivo de muchas sustancias ni establecer un criterio claro para su consumo. El escritor, periodista y activista Michael Pollan (Nueva York, 1955) se propone en este ensayo o «investigación personal», como él la define, dar una visión desprejuiciada y poliédrica de tres moléculas que producen otras tantas plantas: la cafeína del café y del té, el opio de la amapola y la mescalina de los cactus peyote y San Pedro; es decir, un estimulante, un sedante y un alucinógeno, que cubren en buena medida la amplitud de experiencias en torno a sustancias psicoactivas. El análisis de Tu mente bajo los efectos de las plantas conjuga el enfoque histórico, antropológico, bioquímico, botánico y personal, pero sobre todo el experimental; curiosamente, en torno al café lo que se impuso el autor fue dejar de consumirlo, lo que fue bastante más duro que probar otros efectos. Hay plantas para aliviar dolores, para activar los sentidos, para potenciar la sociabilidad, para avivar la imaginación. Como dice Pollan: «Es evidente que la experiencia que nos brinda nuestra conciencia cotidiana no siempre es suficiente, por eso buscamos variarla, intensificarla, a veces trascenderla». En estas páginas muestra que el relato simplista de la guerra contra las drogas oculta un espacio narrativo a explorar sobre nuestra relación con las plantas. Para ello, es necesario liberarse de tabúes y, como con la lectura de este cautivador libro lleno de preguntas interesantes y resonancias políticas, dejarse llevar por la curiosidad, una de las mejores cosas que podemos hacerle a nuestra mente.


Ser estoico no basta, de Charles Senard (Rosamerón)

Como vendrán comprobando ya desde hace algún tiempo, el estoicismo está de moda, o al menos una versión de esa corriente de pensamiento barnizada de pensamiento positivo y autodisciplina. Por eso resulta refrescante que un libro como el que nos ocupa, escrito por un joven padre amante de la cultura y literatura grecolatinas que busca acercar los textos clásicos a la sensibilidad contemporánea, y no un viejo filósofo aficionado a la abstracción ni tampoco un repentino iluminado por las teorías de Zenón de Citio, nos llegue justo en este momento. Parece contradictorio en estos tiempos donde se recomienda contención y austeridad defender una vertiente filosófica como la de Epicuro, bastante mal entendida como hedonista, amoral y solo centrada en la búsqueda de placer a toda costa. El epicureísmo romano —en el que, por cierto, coincidieron no pocos poetas— trataba, en el fondo, de vivir de la manera más simple y para ello niega la oposición férrea de esfuerzo y gozo: «Una filosofía que promete alcanzar la felicidad apelando a una forma de ascetismo que no es obstáculo para dejar aflorar, al mismo tiempo, cierta sensualidad». En Ser estoico no basta, el ensayista y novelista Charles Senard (París, 1980) hace una aproximación accesible a la sabiduría epicúrea de los Horacio —autor de la célebre fórmula carpe diem, título original de esta obra—, Lucrecio y Filodemo de Gádara quienes, sin estar adscritos estrictamente a esta escuela, tienen mucho que decirnos sobre ella. No es un tratado sistemático, sino más bien poético, advierte su artífice, pero resume en estas páginas algunas consideraciones fundamentales sobre temas como el futuro, la muerte, la insaciabilidad del deseo y la sobriedad, las riquezas materiales y las ansias de poder, el amor y el sexo, la amistad, la naturaleza, el vino y la memoria. Pues, como nos recuerda este ensayo que ha recibido las bendiciones de Carlos García Gual, «ese es el sentido del humanismo: restaurar la memoria, la de aquellos hombres que nos precedieron y la de sus obras. Encontrar, reconstruir los textos, y a la vez revivirlos, haciéndolos deseables al explicarlos». ¿Hay una mejor (o más noble) forma de vivir que esa?


Juancarlismo: la palabra disfrazada, de Sandra Pérez Castañeda (El Paseo)

«Que no te roben tus divinos carnavales, / los de la puñetera calle, / los carnavales de siempre. / Los que nosotros cantamos / con la palabra valiente, / que hace temblar al tirano / y divierten a la gente». Como otras fiestas locales, es difícil explicar el Carnaval de Cádiz sin haberlo vivido desde dentro. Como otras, y como ninguna otra, la máscara propicia alterar la propia identidad, transformar la mirada y el lenguaje en que uno se expresa, subvertir la realidad y cuestionar su sentido. Paradójicamente, desenmascarar. Esos son los atributos que le confiere en este ensayo Sandra Pérez Castañeda (Cádiz, 1972), escritora, gaditana, carnavalera y juancarlista, que es todo un modo de concebir la existencia. Si esta tradición gaditana ha ganado adeptos y se ha convertido en un fenómeno cultural digno de estudio fue por la irrupción a mediados de los 90 del profesor de filosofía, poeta, trovador, músico y letrista Juan Carlos Aragón, quien a lo largo de 25 años revolucionó los textos de comparsas y chirigotas. Tan famosas llegaron a ser sus letras que han sido asumidas como código de habla y conducta, referencia autóctona y también exportada a los aficionados foráneos. Fue en la calle donde más se alzó la voz para rendirle homenaje a su muerte, en 2019, y evocar con nostalgia y verdadera devoción sus coplas en la cita del año siguiente. Hay un antes y un después de Aragón para el Carnaval, sobre todo por la filosofía que encierra y divulga, cotidiana y libérrima, tan iluminadora como la del pensamiento clásico griego. Juancarlismo: la palabra disfrazada no es apto para elitistas del pensamiento y altos culturetas que tienen la gracia en el culo, pero sin duda lo gozarán los adictos a la guasa gaditana y a las ideas complejas que se pueden corear. Dice la autora que comenzó este libro con idea de analizar los aspectos filosóficos del juancarlismo y que se dio cuenta de «el carnaval es filosofía». Disecciona sus ideas y sus señas de identidad: la palabra disfrazada como resistencia, la denuncia del cinismo político, la libertad y el humanismo, el paso del tiempo y los delirios de amor, la verdad lógica y la intuición espiritual, la poética de una tierra sabia: «Mi chirigota no tiene barrio, compañera, / pa qué más barrio que toitos los continentes. / Mi chirigota es de las gargantas, / de los niños que las cantan y los viejos que las sienten». Un pueblo sabio.


El eclipse de la atención, de Amador Fernández-Savater y Oier Etxeberria [coords.] (Ned Ediciones)

Que ustedes, amigos lectores de Mercurio, estén ahora mismo lo suficientemente concentrados como para seguir el hilo de esta reseña tiene algo de milagroso en nuestros días. Sin duda, lo que los editores de este libro denominan «el colapso atencional» es uno de los temas estrella de la sociedad contemporánea, sobre todo por las numerosas ramificaciones e implicaciones que supone esta cuestión: tiene que ver, desde luego, con el sistema económico en el que tratamos de mantenernos a flote, pero también con la precariedad laboral o el modo en que nos relacionamos con el mundo y nuestro entorno, «el horror vacui contemporáneo». Ya en 2018, el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera se preocupó por el asunto queriendo poner atención en la atención a través de unas jornadas de las que emerge este libro colectivo titulado El eclipse de la atención. Coordinado por el filósofo y activista Amador Fernández-Savater (Madrid, 1974) y el artista y comisario de exposiciones Oier Etxeberria (Azpeitia, 1974), reúne conversaciones, textos críticos y discusiones grupales de aquel evento que defienden la máxima de vivir atentos para vivir intensamente: con implicación, con presencia y con plenitud. Organizados en tres bloques que analizan la crisis de la atención desde ámbitos diversos como la economía, las artes, la pedagogía, el género, la ciencia, la filosofía o la política, se incluyen diez textos de autores como Santiago Alba Rico, que denuncia la «incuria estructural»; Franco Bifo Berardi, quien aborda la digitalización infocapitalista como «mutación antropológica»; Marta Malo, que defiende «una práctica radical de los cuidados», o Silvia Duschatzky, quien charla con Fernández-Savater y Leire San Martín sobre la distracción, la soledad y la vulnerabilidad en las escuelas. A ellos se han sumado en este volumen otros tres textos de autoras que estuvieron muy presentes en el encuentro: Simone Weil, Andrea Soto Calderón e Isabelle Stengers. El resultado es un documento imprescindible en la batalla de la atención, que como señalan los editores «es indisociable de la pelea por el deseo y el tiempo; es, por tanto, otra dimensión más de la política emancipatoria, de la política como práctica de transformación del mundo, como pregunta colectiva por lo común». Buena pregunta.

2 Comentarios

  1. Pingback: Futuro Imperfecto #19: Alucinógenos, la cura para el mundo - Jot Down Cultural Magazine

  2. Pingback: Futuro Imperfecto #19: Alucinógenos, la cura para el mundo – Jot Down Cultural Magazine – Tus Ultimas noticias

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*