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«Art Factor»: el legado pop del arte italiano de posguerra aterriza en España

«Città Italiana» (1988), de Emilio Tadini. / © Art Factor — BFF Banking Group

Tras visitar Eslovaquia, Polonia y Grecia, y antes de llegar a Portugal, la exposición Art Factor — El legado pop en el arte italiano de la posguerra aterriza en España con una selección de obras pictóricas que nos meten de lleno en el arte pop italiano, una corriente escasamente difundida que ahora tenemos ocasión de descubrir. Esta muestra itinerante, que podrá visitarse de manera gratuita en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid hasta el 24 de junio, está comisariada por Maria Alicata (profesora de historia del arte en el prestigioso Istituto Europeo di Design de Roma) y procede de la colección de BFF Banking Group.

Unos fondos que reflejan la naturaleza compleja y multifacética de la trayectoria del arte italiano desde la década de 1960, destacando la producción de artistas que trabajaron en la redefinición de una identidad creativa y abarcaron gran variedad de estilos. Art Factor representa un homenaje a esa vibrante y rompedora escena artística que se ha extendido durante las últimas décadas, e incluye obras de artistas representativos de esta corriente, que podrán verse por primera vez en España. Autores con un doble compromiso: en primer lugar, con una larga tradición iconográfica, pues han ido refundiendo y trascendiendo las vanguardias y las técnicas estilísticas del pasado mientras hacían uso de una amplia variedad de recursos; y en segundo lugar, un compromiso político.

En este sentido, la exposición también ofrece la oportunidad de reinterpretar un lenguaje artístico internacional altamente innovador y subversivo, que aún tiene cosas que decir hoy día y que reflexiona sobre la sociedad y la cultura en la Italia de posguerra. Frente a los artistas norteamericanos que en esas mismas décadas dieron fama mundial al Pop Art en base a la reproducción en serie de las obras y los guiños a la cultura de masas, los italianos anteponían una visión artesanal a contracorriente de su época. Todo procedía de una mayor conciencia social en torno al arte y un activismo que tenía como referentes a los iconos de su propia historia, por lo que su arte pop supondría un verdadero descubrimiento discursivo y disruptivo.

Los artistas

La obra de Valerio Adami (Bolonia, 1935), que partió de una fase expresionista inicial influenciada por Francis Bacon, experimentó un cambio hacia una forma de exploración más gestual a partir de la década de 1960, con una sintaxis nueva y completa. Tras mudarse a París, viajó por Inglaterra, Latinoamérica, India y los Estados Unidos. Todos estos lugares influyeron en las escenas que pintó desde entonces, que delataban una predilección por los paisajes urbanos poblados de figuras humanas, sobre las que trabajó obsesivamente hasta comprimirlas en el espacio del lienzo. Más tarde comenzó a pintar retratos, a menudo haciendo referencia a episodios de su propia vida privada o pública, y a veces también a personajes históricos. Su pintura se acercó más al realismo, pero interpretado en un estilo de cómic que combina ironía y fantasía.

«A Home – Notturno» (1990), de Valerio Adami. / © Art Factor — BFF Banking Group

Las primeras obras de Franco Angeli (Roma, 1935-1988) se asemejan a impresiones abstractas y neblinosas por el uso de medias de nailon pegadas al lienzo, para producir el efecto evocador de formas emergentes. Pronto comenzó a considerar las figuras como signos inquietantes de poder, ligados a la idea de violencia. En manos del autor romano, estos símbolos cobran protagonismo, sirviendo como una especie de telón transparente. Esta fue tanto su forma de denunciar la violencia que acompaña a esas representaciones de poder como un dispositivo técnico desplegado para resaltar la futilidad y el carácter ilusorio de tales imágenes. Angeli enfatiza sus aspectos retóricos, sus énfasis falsos y exagerados, llamando la atención sobre el vacío y el autoengaño de su grandilocuencia. Sus lienzos se cargaron de contenido moral y político.

En la década de 1950, el perfil de Enrico Baj (Milán, 1924 – Vergiate, 2003) en el mundo del arte se elevó sustancialmente gracias a obras que plasmaron su particular visión del informalismo, que rechazaba los manierismos tradicionales y se inspiraba en la técnica gestual de Jackson Pollock. Su producción temprana, violentamente gestual, estuvo fuertemente influenciada por el arte nucleare y presentaba paisajes devastados creados con manchas y salpicaduras, utilizando esmaltes industriales aplicados al lienzo. En la primera mitad de los 60, Baj refinó su estilo, tendiendo hacia el collage y utilizando una variedad de materiales que incluyen telas, trenzas, medallas, fragmentos de metal, espejos y vidrios de colores. Ese estilo más figurativo dio vida a un universo idiosincrático de sujetos humanos con rasgos extravagantes, que parecían desafiar el orden mundial y sus contradicciones.

«Personaggio allo specchio» (1971), de Enrico Baj. / © Art Factor — BFF Banking Group

Ya en esa década de 1960, Lucio Del Pezzo (Nápoles, 1933 – Milán, 2020) describía su arte como «arquitectura ética», destacando su deseo de investigar la relación entre nuestra civilización y los mitos primordiales de la creación a través de un uso riguroso de la forma. El juego es una constante en sus obras, que suelen ser a la vez pinturas, esculturas y objetos. Las formas que Del Pezzo inserta en su obra, impregnada de asociaciones mentales y referencias simbólicas, son objetos que él mismo concibió, produjo y pintó hábilmente con esmaltes brillantes y vívidos, generando múltiples sentidos que constituyen un auténtico léxico. Consideradas a menudo como exvotos, sus representaciones geométricas y metafísicas destacan por su composición misteriosa, inspirada en la yuxtaposición de ideas, a veces envuelta en un aura de ambigüedad y enigma.

A principios de la década de 1970, el lenguaje artístico de Gianfranco Pardi (Milán, 1933-2012) estuvo marcado por su determinación de crear espacios para luego destruirlos, utilizando métodos estrictos y reducidos de construcción/destrucción. Las obras de este periodo revelan una predisposición hacia el carácter conceptual de los colores primarios, aplicados sobre la superficie de forma totalmente lineal. El artista reconocía la importancia de elementos visuales como el propio color, la forma y el equilibrio entre sólidos y vacíos; aislándolos de su contexto cotidiano y reelaborándolos, reveló ciertos contenidos emocionales y sensaciones que percibía como la base de la imagen de lo real. Su objetivo era señalar los problemas de la visibilidad moderna y buscar sus contradicciones, para resolverlos o superarlos.

«Finder» (1989), de Gianfranco Pardi. / © Art Factor — BFF Banking Group

El camino creativo de Mario Schifano (Khoms, 1934 – Roma, 1998) fue complejo, comenzando en la década de 1950 con lienzos influenciados por el informalismo. Luego pasó a los monocromos con esmaltes industriales, en los que el papel de embalaje se pegaba al lienzo y se recubría con un solo color. Hacia 1963 comienza a introducir en sus lienzos fragmentos de iconografía urbana e imágenes consumistas; alternativamente, los recubría con láminas de plexiglás de colores, que contenían y aplanaban la imagen al mismo tiempo que la difuminaban, como una pantalla de televisión. De hecho, la televisión se convirtió en su compañera ideal, ofreciéndole imágenes de las que se apropió y utilizó en estas obras, e incluso experimentó con la transferencia de imágenes catódicas sobre lienzos fotosensibles emulsionados, que luego retocaba con esmaltes.

En las obras de la década de 1960 de Emilio Tadini (Milán, 1927-2002) hay claras referencias a aspectos del pop art británico y del surrealismo, junto con alguna que otra influencia cubista, redefinida a través de elementos figurativos que él mismo seleccionó cuidadosamente pero que perpetúan una atmósfera onírica y misteriosa. Más tarde, sobre todo a partir de finales de los 80, Tadini se concentra en los temas que predominarán en su obra: las ciudades y las figuras. Todas sus pinturas son paradójicas en el sentido de que presentan tanto reproducciones episódicas como temas recurrentes, lo que lleva a la generación de una narrativa basada en imágenes que se asemeja a los capítulos de un libro, cuyas páginas pueden juntarse secuencialmente o mezclarse.

El proyecto

Art Factor toma su forma inicial en el libro homónimo publicado por la editorial Skira (con sede en Milán, Génova y París) y en una página web que muestra parte de la colección. El proyecto original presentaba una selección de obras de artistas italianos extraídas de la colección privada de arte contemporáneo de la Fundación Farmafactoring. La colección es un homenaje al arte de la segunda mitad del siglo XX, y también ha sido parte integral de la historia y crecimiento del BFF Banking Group, que la ha ido reuniendo desde la década de 1980 hasta nuestros días.

La exposición itinerante Art Factor. The Pop Legacy in Post-War Italian Art forma parte, por tanto, de un proyecto más amplio emprendido en 2019 con el censo, la restauración y la digitalización de la colección de alrededor de 250 piezas de arte contemporáneo, expuesta de manera permanente en las oficinas del grupo BFF en Milán y Roma. El proyecto ha continuado desde 2021 con la publicación y la distribución a nivel internacional del citado volumen, la actual difusión expositiva por toda Europa y su culminación en 2024 con la creación de un área museística en una nueva sede de BFF en Milán.

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