Cultura ambulante

Los guerreros de Xi’an en el MARQ de Alicante

Visita a la exposición del MARQ de Alicante. / Reportaje fotográfico: Laura Mínguez

El pasado 28 de marzo se inauguró en el MARQ, Museo Arqueológico Provincial de Alicante, la exposición internacional «El legado de las dinastías Qin y Han. Los guerreros de Xi’an», que permanecerá abierta hasta finales de enero de 2024. La muestra exhibe un total de 120 piezas originales procedentes de nueve museos e instituciones chinas, objetos que se presentan en la capital alicantina dentro de los actos de conmemoración del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y España.

El hallazgo de tan importante colección arqueológica se produjo el 29 de marzo de 1974, de manera casual, cuando un grupo de campesinos horadaba el suelo en busca de agua para sus cultivos. Un descubrimiento impresionante que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987, que mereció el Premio Príncipe de Asturias 2010 y que ha sido catalogado como la octava maravilla del mundo. Xi’an es hoy la capital de la provincia noroccidental de Shaanxi y fue el lugar en el que Qin Shi Huang se autoproclamó primer emperador de China en el año 210 a. C.

Al hablar de los guerreros de Xi’an se hace referencia inmediata al nacimiento de China y del imperio que fue capaz de erigir un joven que ascendió al poder con tan solo trece años, y que reunió bajo su mando tribus, pueblos, etnias y costumbres muy dispares a las que dotó de una cierta unidad. Para ello, no dudó en promover la construcción de grandes obras públicas y de establecer una burocracia muy centralizada con unidades de medida y moneda comunes, bajo un programa minucioso de estandarización generalizada y de propaganda política. Qin Shi Huang creó una nueva identidad tanto para el territorio como para los habitantes de esa región de Asia, identidad que les ha singularizado durante dos milenios. Y, mientras establecía su imperio en la tierra, iniciaba la construcción del que tendría su prolongación en el Más Allá.

La creencia en la vida después de la vida daba continuidad a un proyecto que no terminaba con la muerte y, como en otras culturas, la propia divinidad de la que se investía al elegido tenía su correspondencia en la dignidad de su mausoleo; pero, a diferencia de lo creado por civilizaciones con creencias similares, lo que iba a acompañar a Qin Shi Huang cuando muriera no sería lo real, sino la representación de todo aquello que le rodeó en vida. Los guerreros, los burócratas, los artesanos, los trabajadores, los caballos y otros seres vivos fueron reproducidos para formar un conjunto fascinante, enterrado a unos 30 kilómetros al este de la ciudad de Xi’an, que ocupa unos 60 kilómetros cuadrados de extensión. A estos seres, hechos de terracota, le acompañan todo tipo de útiles de guerra —espadas, ballestas o flechas— y de vida cotidiana, estos sí, totalmente reales.

Para la exposición que presenta el MARQ se ha contado con un equipo de doscientas personas lideradas por el comisario Marcos Martinón-Torres, catedrático de Ciencia Arqueológica de la Universidad de Cambridge. Este especialista en arqueología científica, una rama avanzada que aplica las nuevas tecnologías al estudio de los hallazgos arqueológicos, trabaja tanto en el recinto funerario, en colaboración con Hou Ningbin, director del Museo de Historia de Shaanxi, como en el laboratorio donde se llevan a cabo estudios sobre modelos digitalizados para preservar la integridad de los restos hallados.

El espacio expositivo ocupa un total de 1.100 metros cuadrados divididos en tres salas, que dan un carácter inmersivo a la experiencia de conocer el significado de un imperio de ultratumba que no fue concebido para ser visto con los ojos de este mundo. El recorrido no es únicamente visual, pues cada uno de los espacios se ha diferenciado de los restantes con una pieza de música compuesta especialmente para la ocasión por Luis Ivars, con la colaboración de Gustavo Vílchez, y en cada sala se puede percibir un aroma diferente. Se han colocado pantallas táctiles que permiten al visitante observar lo exhibido con mayor detenimiento, y por todas partes se encuentran reproducciones de algunas de las piezas para facilitar su conocimiento a través del tacto. Una nueva experiencia museística que compete e involucra a todos los sentidos.

Itinerario expositivo

El recorrido se inicia con un vídeo que introduce al visitante en el descubrimiento de los guerreros de terracota y su importancia, así como los detalles organizativos de la propia exposición.

La sala primera está dedicada al mundo anterior al nacimiento de Qin Shi Huang, cuando China, tal y como la conocemos, no existía. En su lugar había un mosaico de pequeños estados de carácter feudal que competían por el poder y las tierras; es el llamado Período de Primavera y Otoño, que se inicia en el siglo VIII a. C., al que pertenecen utensilios de bronce para rituales, enormes campanas, adornos de jade, armas, monedas, etc. Esta estancia se perfuma con la flor del cerezo.

A través del pasillo lateral que une las tres salas se secuencia la exposición mediante mapas y croquis, con los que el visitante puede conocer tanto la geografía de la región en la que se encuentra el yacimiento como la línea histórica de acontecimientos que se sucedieron durante las dinastías Qin y Han.

La segunda sala nos introduce en el mundo funerario a través de un palacio eterno. La referencia a la vida después de la vida se hace presente en cada obra: animales fantásticos, instrumentos musicales, lingotes de oro y plata y, lo más impresionante, un carro de bronce —casi de tamaño natural— compuesto por más de tres mil piezas ensambladas, algunas de las cuales se hicieron de metales preciosos. El emperador se llevaría de este mundo todo lo necesario para una vida póstuma, aquella en la que gobernaría para siempre el gran imperio subterráneo en cuyo centro sería enterrado y en el que su ejército de terracota le protegería por los siglos de los siglos: los guerreros de Xi’an revelan, sobre todo, un cambio en la religiosidad y en el pensamiento abstracto con la atribución a una escultura o a una pintura del alma de lo que simboliza.

En esta sala huele a incienso, el humo sagrado utilizado en la liturgia mortuoria de Oriente, sahumerios que llegarían a Occidente gracias a lo que llevaban y traían los comerciantes y viajeros de la Ruta de la Seda.

En la tercera sala se han instalado los guerreros de terracota en unas urnas de cristal cilíndricas que permiten contemplarlos desde todas las perspectivas. Son siete esculturas poderosas, de mayor tamaño que el natural y totalmente personalizadas. También se muestran otras obras que representan a los trabajadores y artesanos anónimos que construyeron el mausoleo, así como una curiosa sucesión de escenas formadas por pequeñas figuritas que relatan la fabricación de cada una de ellas.

Cada guerrero va vestido, armado y peinado según su rango, y cada uno evidencia el gran trabajo retratístico que se llevó a cabo. Se ha calculado que en el yacimiento había un total de ocho mil figuras a las que acompañaban unos quinientos caballos y ciento treinta carros de combate. Los artesanos fueron tenidos en cuenta y también fueron representados; en esta sala, llama la atención una placa en la que aparece el nombre de uno de ellos, que fue encontrada cubriendo la cara del que se supone su autor.

Es muy curioso el recurso holográfico con el que se relata el proceso de pigmentación de cada modelo, cuyos colores no han resistido el paso del tiempo pero que han dado pistas de lo avanzado de sus técnicas. Resulta también muy llamativa la explicación que la ciencia ha dado al hecho de que las armas encontradas presenten un aspecto impecable, como si las condiciones del terreno en las que han permanecido no hayan hecho sino reforzar las amalgamas con las que se realizaron.

Al fondo de la sala hay una pequeña muestra de los guerreros de terracota del mausoleo de Yanling, de la dinastía Han, que ilustra la persistencia de una tradición que tuvo en el primer emperador su máxima expresión. Este espacio huele a arroz y a té, fragancias que incrementan el hechizo de esas presencias tan vigorosas.

La exposición tiene mucho de histórica, no solo por la publicidad que hacen de ella sus organizadores sino por la concurrencia de la arqueología tradicional con la tecnología y la ciencia y por la aplicación de la inteligencia artificial como método de trabajo. Pone de manifiesto, además, que la inventiva y la laboriosidad de los chinos merecen el adjetivo de legendarias. En realidad, no se accede al espacio funerario de Qin Shi Huang, ni al de sus sucesores de la dinastía Han, los grandes impulsores de la Ruta de la Seda; para esta exposición se ha construido un espacio mágico y único que trae a Occidente las creencias de un pueblo y de sus dirigentes, un espacio que se ha organizado en torno a algunos de los elementos significativos de aquella representación y que no solo lleva al espectador a recrear lo que fue, sino a imaginar cómo se pudo traducir a la materia el poder y la gloria de sus impulsores, la destreza de sus constructores y la idiosincrasia de aquellos que vivieron el nacimiento del gran imperio amarillo.

4 Comentarios

  1. Magnífico artículo. Deseando ver la exposición

  2. Enhorabuena,magistral como siempre. Un privilegio haber leído tu artículo antes de visitar la exposición. Gracias

  3. Estupenda descripción. Nos llevas de la mano. Deseando ver la exposición.

  4. Como siempre un placer leerte.
    Ya la he visitado, y con tu relato es como si la hubiera visto de nuevo.
    Gracias Laura

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