Crónicas en órbita

¿Nos puede ayudar la cultura y la creación artística a entender mejor el Trastorno Límite de Personalidad?

Susanna Kaysen, autora de «Inocencia interrumpida». / Imagen: Editorial Big Sur

Según un estudio reciente de la Fundación AMAI TLP, el 9% de la población mundial padece algún trastorno de salud mental y el 25% lo tendrá en algún momento a lo largo de su vida. En España, una de cada diez personas de más de 15 años ha sido diagnosticada de algún problema de salud mental. En el caso concreto del Trastorno Límite de Personalidad, se trata de un trastorno que afecta mayormente a las mujeres (el 75% de los casos). Pero solo entre el 40% y el 60% de los afectados acude a los servicios sanitarios. Así, el estudio es concluyente: las personas que viven en países con mayor conciencia y menor estigma asociado a las enfermedades mentales pueden ser diagnosticadas más fácilmente. Ante este panorama, nos preguntamos: ¿nos puede ayudar la literatura a entender mejor y a concienciar sobre este problema de salud mental?

Javier Padilla Bernáldez y Marta Carmona Osori, en su libro Malestamos (Capitán Swing, 2022), llaman precisamente la atención sobre esto: se ha producido un auge mediático de la salud mental que, paradójicamente, no ha hecho que los pacientes «hayan recibido una mayor (y mejor) atención o que hayan aumentado su visibilidad en espacios públicos de debate y construcción de discurso, sino que han visto cómo su posición de personas con padecimiento psíquico ha sido arrasada por un tsunami de padecimientos comunes, en muchas ocasiones mal delimitados». Así, la situación en la que nos encontramos en la actualidad es la de «una sociedad que habla de salud mental pero que, en realidad, está hablando de un conjunto de conceptos entremezclados: desesperanza, cansancio, falta de expectativas, estrés, preocupación y dificultad para saber cuándo se acabará este sentimiento».

No sé lo que me pasa

Basada en las memorias escritas por la escritora estadounidense Susanna Kaysen y publicadas en 1993, en las que relata sus experiencias como paciente de un hospital psiquiátrico en 1967, Inocencia Interrumpida, recientemente editada por la nueva editorial barcelonesa Big Sur, especializada en no ficción, es una obra que relata el Trastorno Límite de Personalidad sufrido por su autora, y que la llevó a ser internada en el McLean Hospital, situado en el número 115 de Mil Street, en Belmont, Massachusetts. «Es fácil deslizarse a un universo paralelo», confiesa Kaysen, a quien bastó una visita de tres horas al psiquiatra para que este, tras evaluarla, dictaminase que había de ser ingresada. Sus observaciones, leemos en el memorando interno del hospital, se basan en que: la vida de la paciente es caótica y tiene el ciclo del sueño revertido, tiene una severa depresión, ideas suicidas y desesperanza vital, ha tenido intentos de suicidio y, por último, no está siguiendo ninguna terapia ni tiene planes de seguirla. A ello se le ha de sumar que vive inmersa en la fantasía, con un preocupante y progresivo retraimiento social.

Nos dice Kaysen sobre esto: «El suicidio es una forma de asesinato, un asesinato premeditado. No te suicidas la primera vez que piensas en hacerlo. Tienes que acostumbrarte, y necesitas los medios, la oportunidad, el motivo. Un suicidio exitoso exige buena organización y cabeza fría; ambas suelen ser incompatibles con el estado mental del suicida». Y añade: «Creo que mucha gente se mata simplemente para no seguir discutiendo si suicidarse o no». A Kaysen sus intentos de suicidio no la matan, pero sí siente que «algo había muerto». Es para ella un suicidio parcial: «Estaba más liviana, ligera como no había estado en años», confiesa.

Dos fueron los años en los que estuvo en el hospital psiquiátrico. Cuando entra tiene dieciocho años. Tiene un problema con los patrones, nos dice. Con la autoridad, también. Mas lo único que reconoce sobre su enfermedad es lo que ella llama su desgracia: «Era estar en todo momento perfectamente consciente de mis percepciones erróneas de la realidad». Siente que en ella se había desprendido algo, una cubierta o caparazón que sirve, de normal, para proteger a los seres humanos. Sabía que no estaba bien, pero también sabía (o creía saber) que no estaba loca. Su ambición era negar: «El mundo, denso o hueco, solo provocaba mis negaciones», nos dice. Le diagnostican, eso sí, un «trastorno del carácter. A veces lo llamaban trastorno de la personalidad». Kaysen niega la realidad temporal de los hechos (pero están los informes que la contradicen). Mas se pregunta si es endógena o exógena, natural o cultural, la naturaleza de la enfermedad mental. Por Jonathan Sadowsky y su libro El imperio de la depresión (Alianza Editorial, 2022) sabemos que el trastorno de personalidad no es un síndrome cultural, pero sí que es verdad que «la cultura médica occidental puede haberle prestado históricamente más atención que otras». De cualquier forma, lo que tiene claro Sadowsky es que mente y cuerpo se influyen constantemente el uno al otro. Así, los modelos biológicos y psicológicos son complementarios, no incompatibles.

Un certero diagnóstico lo cambia todo

La poeta María Castrejón (Madrid, 1974) publicó en 2017 La inutilidad de los miércoles (Huerga & Fierro), un libro de poemas donde hablaba del Trastorno de Personalidad Límite que sufre. De ellos, dice su psiquiatra, Carlos Álvarez Vara, que son «un arma peligrosa. Unos textos directos y sin domar». Castrejón pasó más de dos décadas «tomando diferentes medicaciones para distintos diagnósticos en los que no me veía reflejada» hasta que, finalmente, tuvo un diagnóstico certero. Fue en 2014, cuando tenía 40 años. Y saberlo le ayudó «a comprender mi comportamiento y cómo enfrentarme a él. También a que la gente que me rodea entienda». Castrejón opina que el TLP tiene relación con la creación literaria. Y ello porque «es un estado de gran sensibilidad que lleva a la escritura en primera persona, por eso es muy cercano a la poesía y a los diarios». En su opinión «falta visibilidad en la locura y, además, en las artes». Y añade: «El trabajo es de las instituciones que deben invertir en cultura porque, desde luego, hay locas gritando poesía. También debe recuperarse la voz de las locas que vinieron primero y que, en su mayoría, la sociedad las suicidó». A este respecto, el psiquiatra Mauricio Leija Esparza opina que «el poeta también hace un trabajo de empatía con las personas y de compenetración con los fenómenos para poder comprenderlos y tener un andamiaje para su obra literaria». Así, «el poeta, sin saberlo, es un investigador cualitativo. Debido a esto, no debemos trazar una línea entre las creaciones literarias y la producción científica. Ambas se complementan». Nos cuenta Leija Esparza que, a fines del siglo XIX y principios del XX, diversos autores echaban mano de las grandes creaciones de la literatura universal para explicar la psicopatología. «Sería deseable que los psiquiatras durante su formación tuvieran clases sobre teoría y crítica literaria, esto les brindaría una gran herramienta en su quehacer clínico», opina.

Leija Esparza, que también es autor del libro Edipo antes del Psicoanálisis: En las fronteras del teatro y la psicopatología (Editorial Académica Española, 2012), nos habla del fenómeno conocido como la «patoplasticidad», que consiste en que «los fenómenos mentales que hoy vemos en los pacientes con problemas psiquiátricos son cualitativamente distintos a los observados y descritos en épocas pasadas. Las grandes joyas de la literatura universal son de siglos pasados». Sin embargo, y desgraciadamente, no contamos aún con «un estudio amplio que analice la descripción del trastorno límite de la personalidad en las creaciones literarias.»

Cada vez hay más diagnósticos de TLP

Nerea Palomares, vicepresidenta de la Asociación Océano TLP, nos cuenta que la sintomatología del TLP es muy diversa y muy comórbida con otros trastornos (esto es, que dos o más trastornos se pueden dar en la misma persona, al mismo tiempo o uno después del otro), y que por ello el diagnóstico puede ser complicado. Y nos confirma que la situación vivida por María Castrejón no es singular, ya que «hay una falta de formación de profesionales expertos en trastornos de la personalidad que hace que estas personas vengan con muchos diagnósticos distintos a lo largo de los años y con mucho cansancio de pasar de un profesional a otro». El TLP se ve afectado por variables biológicas, sociales y personales, por lo que sus factores de riesgo son múltiples. El hecho de que la ratio de diagnósticos sea de 3 a 1 a favor de las mujeres, nos dice Palomares, puede que se trate de un sesgo, ya que, en su opinión, no difieren tanto, «sino que se diagnostica menos en hombres». Una razón podría ser «la diferencia entre hombres y mujeres al expresar los síntomas. Los hombres tienden a ser más externalizadores, que quiere decir que actúan más hacia fuera y pueden mostrar la impulsividad hacia los demás o el mundo y no hacia sí mismos, como sí suelen hacer las mujeres. Es probable que haya un número importante de hombres con TLP en las cárceles o en los centros de atención al drogodependiente. Las mujeres, sin embargo, acuden más a urgencias o a los centros de salud mental», afirma Palomares.

El aumento de la mayor incidencia podría deberse «a que cada vez sabemos más sobre el TLP, hay más formación para profesionales (aunque sigue siendo muy deficitaria) y se publican más artículos porque hay más gente interesada en estudiarlo». Y añade: «Lo que sí creo que afecta a que los síntomas sean más visibles es que quizás las últimas generaciones han podido encontrarse con menos límites en situaciones en las que los límites son necesarios. Establecer límites es muy importante para organizar la conducta de los jóvenes en general». Respecto a la presencia del trastorno límite de la personalidad presente en las creaciones culturales, opina Palomares que «sin duda es una buena noticia que se dé visibilidad a cualquier trastorno mental, porque la psicoeducación, que es básicamente educar en temas de salud mental, es una asignatura pendiente en nuestra sociedad. Si podemos encontrar algo positivo en el confinamiento después del COVID, ha sido precisamente este aumento de la visibilidad por parte de personas referentes, como cantantes, actores y actrices, y artistas en general, y esto ayuda a conocer los trastornos, entenderlos, reducir el estigma y generar interés en nuevos tratamientos».

Tenía tanto que darte: Amor, Música, Ansiedad, Sueños y Locura (Plaza y Janés, 2022), de Mai Meneses, más conocida por su nombre artístico, Nena Daconte, es un ejemplo reciente de ello. En el libro, Meneses nos confiesa cómo su familia, preocupada por sus problemas de alcoholismo, falta de voluntad y abandono, la llevó a un psiquiatra, quien le diagnosticó un trastorno bipolar de la personalidad y ansiedad. «Desde ese día», nos dice, «he tenido varios médicos y diagnósticos diferentes. Ninguno coincide. Han ido variando según los años y los síntomas. Depresión, psicosis, ansiedad, trastorno límite de la personalidad… Este último es el que creo que más se ajusta». Una de sus canciones, de hecho, habla específicamente del trastorno límite de personalidad. Se titula «No puedo prometerte». Y su autora nos explica así su contenido: «Escribí sobre lo que es vivir al límite de las emociones. Cómo es querer y no querer a alguien en tan solo un momento. Cómo son las dudas sobre si las demás personas nos aprecian, si de verdad nos quieren».

5 Comentarios

  1. Concepción ruiz

    Excelente contenido. Gracias.

  2. SUSANA MABEL AVETA

    A veces es TLP, es secuela de mala praxis medica siquiatrica. Fue mi caso. La medicacion,fue toxica y atrofio mi razonamiento, adormecio las emociones, e invalidaba mi cuerpo determinando una obesidad progresiva y entumecimiento de articulaciones, y sonambulismo. NADIE, NUNCA, debe fiarse de ningun diagostico de siquiatra, si no esta acompañado, por un clinico, con todos los analisis, un neurologo y un sicologo. Yo debi haber sido derivada a una unidad de terapia intensiva, no a una institucion siquiatrica. Finalmente, en contre, el diagnostico , con una medica clinica emergencista, y contra todo creencia , incluida la familiar, deje toda medicacion siquiatrica, incluida los sedantes para dormir.

    • Lilian Martinez

      Gracias!! Me alertas sobre lo que puede estarle pasando a mi hija.

    • Gracias por tu comentario tengo una hija con TLP y por el momento no dan ni con fármacos no hay personas que le puedan ayudar mucho. Me podrías decir dónde puedo encontrar a esa doctora que te ayudo tanto? Vivir así es totalmente caótico.

  3. María Luisa Portillo Gómez

    Excelente resumen

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