Horas críticas

Libros de la semana #88

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Jane Austen y la elegancia del pensamiento, de José Donoso (Lastarria & De Mora)

Ese formidable personaje llamado Emma Woodhouse afirma, en la novela del año 1815 de la cual es protagonista, que tiene «un pensamiento elegante», y esa cualidad se pretende analizar en este ensayo sobre la obra de Jane Austen (1775-1817) a través del estudio de sus heroínas: la «solución armoniosa», dice el autor en su introducción, que la escritora británica dio en algunas de sus míticas ficciones a «la problemática de vivir». Una forma de razonar creativamente que «connota cierta armonía y una capacidad de dar solución satisfactoria a los problemas de la razón y el sentimiento en un ambiente particular» (que en su caso era el de Bath y las localidades cercanas a su propia trayectoria vital). En 1951, José Donoso (1924-1996) escribió este texto como tesis de fin de la carrera de Artium Baccalaureus —licenciatura en letras— en la Universidad de Princeton. Su compañero por aquellos años Robert Keeley diría que el mexicano «estaba enamorado de las novelistas mujeres», como demostraría en posteriores piezas periodísticas, y en entrevistas en las que llegó a reconocer haber robado la técnica del monólogo interior a su admirada Virginia Woolf. Esa veneración por autoras tan revolucionarias y por sus procesos artísticos son el núcleo de este trabajo dividido en cuatro bloques: desde la sensibilidad literaria de Austen en el contexto de aquella que era propia del siglo XVIII hasta las Marianne y Elinor Dashwood de Sentido y sensibilidad, la Catherine Morland de La abadía de Northanger y la Fanny Price de Mansfield Park, la actitud de superioridad en la Elizabeth Bennet de Orgullo y prejuicio y la citada Emma, frente a la humildad de la Anne Elliot de Persuasión. El estudio que acomete Donoso de las inmortales prime donne austenianas observa esa atribuida elegancia en el pensar «no solo en la impecable estética formal de los libros de Jane Austen, sino también en su visión de vida». En su prólogo a esta edición de Jane Austen y la elegancia del pensamiento, la periodista y editora chilena Cecilia García-Huidobro advierte los océanos de tinta que se han vertido para analizar la obra de la autora nacida en Steventon, convertida hoy en una auténtica estrella de rock; pero el análisis del mexicano dista mucho del enfoque del fan, acercándose más a un cuestionamiento crítico que desentraña «los misterios narrativos de historias que han desafiado prejuicios —de su época y actuales—, conservando toda su vitalidad». En este sentido, las consonancias entre las obras de Austen y Donoso no son pocas, empezando por su construcción de personajes y siguiendo por el condicionamiento de las estructuras sociales o el peso del clasismo. «[L]o que ella quería decir», y con lo que el autor de este libro parece estar en total acuerdo, «es que para alcanzar una felicidad que conduzca al bien moral es necesario conocerse a sí mismo y ser capaz de amar a las personas por lo que son y no por lo que valen».


Zorro 8, de George Saunders (Seix Barral)

Escritor de escritores y amantes de la escritura creativa, la noticia de toda publicación que vierta al español cualquier texto procedente de la excelsa pluma de George Saunders (Amarillo, 1958) es siempre la mejor de las noticias posibles. Aunque se trate, como en este caso, de una breve y modesta obra originalmente aparecida en The Guardian en 2013, que en esta preciosa edición de la Biblioteca Formentor de Seix Barral, con ilustraciones de Chelsea Cardinal, ocupa unas sesenta páginas. Pero qué vale la cantidad o el volumen cuando quien está detrás es uno de los más importantes autores vivos, el mismo que nos dejó pasmados con los relatos de Diez de diciembre y Pastoralia y, más tarde, con su asombroso debut en la novela Lincoln en el Bardo. El primero de los libros mencionados comparte año de publicación con el que nos ocupa, lo cual ya podría darnos una pista de su estado de forma —literaria— por entonces. Esta fábula ecologista de aspecto ingenuo (hablar de cuento infantil, que en realidad lo es, podría llevar también a engaño), situada en la tradición de un Roald Dahl y su Superzorro —popularizado en la gran pantalla por Wes Anderson—, representa una prueba más de su talento como orfebre del relato corto y de amplias resonancias. Su protagonista es todo un personaje: un zorro curioso y amoroso, que suele soñar despierto y que un buen día empieza a entender la lengua humana (que no a quienes la practican) y queda fascinado con esa «música de palabras». Él, ser pensante a su manera, es testigo de las absurdas fantasías e invenciones de la humanidad y, solo enumerándolas, las pone en evidencia, desde el tiovivo a los aspersores; nuestras costumbres y vidas grotescas. En ese descubrimiento se cifrará la pérdida de la inocencia del zorro, en una suerte de relato de aprendizaje en el que una de las enseñanzas primordiales será que «[u]n buen escritor hace que el leztor se sienta tan mal como el Umano de la Istoria». Se habrá notado ya que el narrador aún no domina el idioma, pero se hace entender sin duda. De hecho, Zorro 8 también es testigo, o heredero, de nuestra capacidad narrativa, por lo que hay algo de metaficción en este cuento que, por otro lado, cuestiona los estereotipos en torno a cada especie animal, aquellos que les atribuyen ciertas cualidades o defectos en conjunto y sin atender a la individualidad que aquí encarna el protagonista. No elude Saunders la crueldad propia de este género en su versión clásica, ni tampoco la del ser humano. Como la que ejerce contra la naturaleza, por ejemplo al arrasar un bosque de zorros —entre otros seres vivos y sintientes—: «Parecía ser un sitio al que los Umanos iban a dejar sus coches». El sentido del humor, a veces no tan fino en esta obra, pero siempre sorprendente y con un toque nonsense, atraviesa una narración donde algunos han visto simpleza y otros (acaso influidos por todo lo que hemos leído de este autor hoy día) apreciamos cierta gravitas. La cita encubierta a Charles Dickens y su Historia de dos ciudades debería ponernos sobre aviso de que esta no es una obra —tan— menor, y que puede leerse como una carta abierta al afán destructor y el egoísmo como síntomas de una sociedad (la norteamericana) y del búnker capitalista del que no nos atrevemos a salir, sin percatarnos de que el enemigo está dentro. Lo que también tiene de cuento Zorro 8 es su moraleja; sencilla, sí, pero implacable y brillante: «Si keréis que vuestras Istorias tengan un final feliz, probad a ser más amables». Se puede escribir mejor, pero no más claro, Zorro 8.


Contra el feminismo blanco, de Rafia Zakaria (Continta me tienes)

El título de este ensayo puede sonar a provocación, y puede que también tenga algo de eso, pero su posición está bastante fundamentada como crítica a la blanquitud en el seno del movimiento feminista, cuya normatividad —pese a su primordial carácter contestatario— afecta también a la población LGTBIQ+. El feminismo blanco al que en estas páginas se alude, según señala Rafia Zakaria en su nota preliminar, describe «una serie de supuestos y comportamientos que se han instalado en el feminismo occidental imperante» y por los cuales se aceptan «los beneficios que confiere la supremacía blanca a expensas de las racializadas». De hecho, advierte la abogada, escritora y columnista de origen paquistaní, aunque la mayoría lo son, no todas las feministas blancas han de ser blancas, puesto que lo que aquí se diagnostica va más allá de la identidad de raza. Abre su prólogo Esther Mayoko Ortega Arjonilla con una acertada reflexión sobre por qué en nuestro país, en las mismas fechas de la primera explosión feminista expresada en el 8-M de 2018, no hubo manifestaciones por el terrible caso de las jornaleras de la fresa de Huelva. La académica y activista de origen ndowé considera que este será un libro «punzante» que descolocará los esquemas de muchas feministas blancas «que reconozcan el lenguaje, las formas y el fondo con el que […] se hayan sentido cómodas e incuestionadas». Una obra que aborda los orígenes de esta centralidad del feminismo blanco en sus orígenes del siglo XIX y su relación con el colonialismo, la sororidad o solidaridad incompleta hacia «mujeres que se ven sometidas a más de un sistema de opresión», el complejo del «salvador blanco» y el estereotipo de la «feminista racializada ingrata», las guerras por el empoderamiento y la mercantilización de la liberación sexual, entre otras cuestiones. Zakaria cita a la poeta y luchadora por los derechos civiles Audre Lorde cuando, en un congreso feminista de 1979 en la Universidad de Nueva York, preguntaba al auditorio cómo encarar el hecho de que las mujeres que limpiaban sus casas y que cuidaban de sus hijos mientras ellas asistían a aquella actividad fuesen, en su mayoría, pobres y racializadas. La autora de Contra el feminismo blanco reformula esa misma cuestión de esta manera: «Si no hay paridad entre las feministas que conversan, la igualdad de género en su totalidad se convierte en un meta inalcanzable». Es hora de acabar con un feminismo definido desde arriba, sostiene, para dar paso a otras feministas con el propósito incontestable de golpear y hacer pedazos el establishment que hoy día sigue oprimiendo a mujeres en todo el mundo, mujeres de todas las razas y estratos sociales.


Terrible ángel, de Carlo Frabetti (West Indies)

«¿Quién, si yo gritara, me oiría / desde los órdenes angélicos?», se preguntaba el poeta austriaco de origen checo Rainer Maria Rilke en unos versos de sus Elegías de Duino. La impresionante cita abre el último libro del escritor y traductor Carlo Frabetti, en el que se sigue revelando como un habilísimo narrador. Tras las palabras de Rilke, comienza así su relato: «El joven poeta al que había conocido en un vuelo transoceánico estaba sentado frente a mí, al otro lado del escritorio. Pálido y ojeroso, no parecía tan seguro de sí mismo como de costumbre, ni tan guapo. —No me vas a creer —dijo tras un largo silencio. —Nunca hay que creer a los poetas —bromeé—, pero hay que escucharlos con devoción». No resulta fácil desvelar el misterio de la prosa de Frabetti en unas pocas líneas, al contrario de lo que sugiere su artesanía escribiendo: esa falsa apariencia de sencillez a la hora de engarzar historias y de convertir sus libros en adictivos page-turners. Este Terrible ángel lo protagoniza un «detective íntimo» —más que privado— que se acerca demasiado a los enigmas y las inquietudes de sus clientes, como los que conlleva el encargo de localizar a un poeta muerto o révenant; ahí es nada. «Usted no necesita un detective, sino una agente literaria», declara con no poca sorna, y sigue más adelante la guasa: «Cuente su secreto en un libro de autoayuda y se hará rico». Los que tiene por delante el investigador son casos abiertos a lo posible y lo imposible, que a menudo contienen un acertijo literario: «Todo lo que se nombra existe, al menos en los libros […]. Y los libros, de papel o electrónicos, lejos de estar en vías de extinción, existen cada vez con más fuerza», leemos en este relato de alma bibliófila y metaficcional. Entre referencias a Poe y Conan Doyle, citas y anécdotas, en estas páginas lúdicas e interactivas, irónicas y apasionadas, se disfruta tanto como se aprende. Un libro apto sin duda para todos aquellos adictos a las tramas detectivescas, a lo ignoto y a los interrogantes sobrehumanos, y que no recomendaríamos a esos lectores poco exigentes y que apenas se exigen a sí mismos, aquellos que por lo general prefieren esperar a la serie. Fiel a su habitual versatilidad, el autor boloñés entrevera las intrépidas pesquisas de apuntes sobre filosofía, tecnología, matemáticas o psicología; todo es investigación, al fin y al cabo. Y también misterio, que continuará incluso tras la resolución de la incógnita: «Los poemas no se terminan, se abandonan. Y con los casos ocurre lo mismo».

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