Horas críticas

Libros de la semana #87

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

La covacha, de José Antonio Merat León (Maledictio)

El germen de esta novela es un trabajo que su autor hizo sobre el legado de su padre para una asignatura del artista y museógrafo Paco Pérez Valencia. Cuando su viejo murió joven, José Antonio Merat León convirtió aquella semblanza en esta novela; por eso dice Fernando Iwasaki en su prólogo que el escritor «ha sembrado una semilla literaria en el surco de su herida infinita», y es una bella semilla. Toma la metáfora de la cita inicial de un bellísimo poema que reproducimos a continuación: «Ahora soy el padre / esparzo mis palabras / en el raro silencio de un cuaderno, / les pongo el corazón y espero que germinen, / con la misma pasión que él gastaba / y también con su angustia, / que la escritura alcance madurez cereal / y que algún día alguien pueda, / como un trozo de pan y de memoria, / hacer de este poema su alimento». Los versos son del arcense Pedro Sevilla, y su apellido nos da, de paso, una pista sobre el escenario de la novela que nos ocupa. En una Sevilla pasada por el filtro del realismo mágico, territorio de lo fabuloso y lo simbólico, se ambienta el debut de este joven narrador, una novela de (des)formación y picaresca, cuyo protagonista es «pescador de relojes» y amigo de los peces: «Después de que el Sol despierta, salgo en mi bote a recuperarlos del Guadalquivir, para luego llevarlos al puerto y devolvérselos a los marineros que los han perdido. Estudié mucho para ganarme la vida así». Le acompañan en sus aventuras por los márgenes del río, y de la vida, un puñado de personajes exóticos que no saben en qué día viven —ni falta que les hace—: un enano que se escapó del circo y regenta un bar, una pintora travesti que estudia lenguas muertas, su padre, «árbitro de carreras de ovejas», o una chica parca en palabras pero sin filtro, de la que le costará apartarse: «Volví a abrazarla y, al separarnos, Isabelita y yo recuperamos nuestros cuerpos. Tenemos que envejecer a nuestra manera. Una despedida es triste y agonizante, como una vela que se apaga porque ya no tiene mecha». La memoria y el duelo de Merat León («Si volviese a nacer, no dudaría en elegirle de nuevo como padre») transmutan en un relato de sabiduría popular, ternura e imaginación torrencial, que se desarrolla entre paseos en barca y conversaciones «con cientos de afluentes», y donde La covacha del título, hecha de palos y hojas, representa la improbable solidez emocional y el amparo entrañable del hogar; «una cuevita con un porchecito muy discreto» de la que, no obstante, su protagonista dice que «tiene todo lo que necesito». Un libro muy recomendable para todos aquellos lectores propensos a hacerse amigos entre los personajes descarriados, pillos, tunantes y extravagantes que nos circundan, a menudo casi de forma inadvertida; un libro que no regalaríamos a todos aquellos que no son capaces de captar la filosofía de barrio y el auténtico surrealismo de las periferias.

La editorial Maledictio será una de las invitadas a exponer su catálogo en el festival Bookstock Sevilla.


El bucle invisible, de Remedios Zafra (Ediciones Nobel)

Desde que se alzara con el Premio Anagrama de Ensayo —entre otros— por El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital (Anagrama, 2017), que tuvo su continuación el pasado año en Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura (Anagrama, 2021), la escritora, antropóloga, filósofa e investigadora del CSIC Remedios Zafra (Zuheros, 1973) no ha dejado de reflexionar sobre eso que denomina las «vidas-trabajo» en una era, la nuestra, mediada decisivamente por la productividad, las tecnologías y los números. En el caso de su último libro, El bucle invisible, que se ha publicado gracias a haber sido merecedor de otro prestigioso galardón, el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos, se centra de hecho en la parte más puramente cuantificable de la sociedad y la economía actuales: los codiciados datos y los algoritmos que los procesan, que «ocupan hoy el corazón de la esperanza y el miedo que viene del progreso y del futuro». Ellos representan, según la autora, una opresión de lo previsible que se acaba volcando sobre las personas de forma subterránea, convirtiéndonos en autómatas regidos por meras expectativas mientras, al mismo tiempo, asistimos al espectáculo de la hiperconectividad y la omnipresencia de la máquina en el día a día. «Los privilegiados son leídos por personas, las masas son leídas por máquinas bajo fuerzas monetarias», cita al inicio a la matemática y divulgadora estadounidense Cathy O’Neil. A partir de sus propios recuerdos personales, de una memoria de la experiencia con la que continuamente va estableciendo paralelismos en el presente estudiado, Zafra trata de desvelar y desenmarañar ese bucle que, al tratar de anticipar un futuro, imposibilita la capacidad humana de romper con el pronóstico en base a una serie de estructuras digitales que afectan a cuestiones esenciales como el trabajo, la seguridad o la política, por no hablar de sus consecuencias sobre la libertad y la democracia. Este análisis viene a visibilizar esas lógicas algorítmicas revestidas de naturalidad e iconografías tan amables como un like: desde la repetición como forma de agotarnos y obturar el pensamiento al imperio de las ciencias numéricas en el conocimiento académico, que acaba con todo atisbo de diversidad de saberes y de lecturas pausadas (o «leer bien» al modo que propone Jacques Derrida), pasando por la tecnología que seduce con experiencias de inmersión y evasión, ocultando sus intereses y una visión netamente masculinizada. Como contrapunto, Zafra reivindica un pensamiento que «implica ir menos deprisa» y que, frente a las visiones polarizadas, comprenda y empatice para transformar las inercias, apostando por «la singularidad creativa» y por «lo que escapa a las máquinas» como modo colectivo y cooperativo de salir del bucle infinito.

Remedios Zafra conversará con Isaac Rosa sobre estos y otros temas relacionados en el festival Bookstock Sevilla.


Rock & Filosofía, de Leopoldo La Rubia (Comares)

La interesantísima colección Aisthesis. Estética y Teoría de las Artes de la editorial Comares, dirigida por José Francisco Zúñiga García (de la Universidad de Granada) y con un comité asesor compuesto de otros siete representantes académicos de universidades españolas y mexicanas, nos depara en este número 15 un ensayo que, bajo el subtítulo La dimensión social y musical de la disonancia, se propone identificar aquellos proyectos musicales que a lo largo de la Historia han generado una cierta conciencia filosófica. La disonancia es aquí vinculada a la disidencia, una oportuna reivindicación en un mundo donde el arte tiende a sugerir, sobre todo, opiniones sin una reflexión crítica que desembocan en una visión monocorde y conformista. Doctor en Filosofía e investigador en Producción e Investigación artística, Leopoldo La Rubia (Jaén, 1964) combina pensamiento, melomanía y rebeldía en un estudio que recorre las teorías de Theodor Adorno, testigo de la evolución —intelectual— de la música a lo largo del siglo XX. Primero, con su crítica al jazz (que, como señala La Rubia, bien puede extenderse al pop y al rock) en su vertiente más swing y despreocupada en tiempos del fascismo, aquel que habría perdido la vocación emancipadora con que había nacido. El filósofo alemán de origen judío entendía que el arte moderno debía evocar el sufrimiento de su época, como hacía la denominada «Nueva Música» de los Schönberg, Berg y Webern; composiciones rupturistas y atonales que, no obstante, irían derivando hacia un racionalismo dodecafónico y serialista que no pudo resultarle más decepcionante a Adorno. La Rubia halla en el rock y las neovanguardias de los sesenta la continuación del legado expresionista de la Nueva Música, en base a su carácter progresivo, divergente, doloroso, experimental y, por ende, poco mercantilizable: grupos como los de la llamada escena de Canterbury, de Soft Machine a Robert Wyatt, Quiet Sun y sobre todo King Crimson, pero también las politizadas bandas de la corriente Rock In Opposition, con Henry Cow al frente. El componente instrumental, improvisatorio, digresivo y crítico marcaría un antes y un después en la Historia de la música y valida la reflexión adorniana hasta el punto de rescatarla para analizar el presente de la industria digital, que el autor aborda en la última parte del volumen. Los hits estandarizados y las estrellas de laboratorio, que se han consolidado al calor de los nuevos formatos y desarrollos tecnológicos, han transformado los hábitos de escucha hasta hacer casi imposible que propuestas como aquellas tengan tal capacidad de impacto, pero aún hay bandas que aspiran a continuar su legado. «Sería de enorme importancia recuperar dentro de la expresión la densidad de la experiencia, como ya se intentó en la fase expresionista, pero no conformarse con practicar el culto a lo inhumano», escribía Adorno en Disonancias, advirtiendo del peligro de caer en el vacío formalismo. Lo subversivo y lo radical es que la expresión de la angustia trascienda a la experiencia estética universal.

Sobre las muchas historias de la música también se reflexionará, se charlará y se podrá leer en el festival Bookstock Sevilla.


Moral barroca, de Norbert Bilbeny (Anagrama)

La tesis de este fascinante ensayo es que nos hallamos en una suerte de nueva era barroca, definida por un escenario social de crisis —a casi todos los niveles— que se fundamenta en nociones morales parangonables e incluso coincidentes, en buena medida, con aquellas que el siglo XVII dispuso sobre la España de la época. Un periodo de profundas sombras en el que cuesta reconocer a los demás, en el que cada cual parece estar abandonado a su suerte y cegado a cualquier certeza sobre el suelo que pisa. No en vano, el escritor y catedrático de Ética, además de habitual colaborador en La Vanguardia, Norbert Bilbeny (Barcelona, 1953) ha subtitulado este volumen Pasado y presente de una gran soledad, lo que no es un mero agregado poético sino más bien una declaración de intenciones, pues lo que aquí se propone, a través de dos bloques bien diferenciados, es poner ambos momentos a reflejarse como un espejo. En primer lugar, explora ese país «convulso y calamitoso» que fue la Hispania del Siglo de Oro, caracterizada por haber dado lugar a «una sociedad castigada y a la vez grandilocuente». La crisis del poder político, la pérdida de influencia de lo sagrado en esa área y la concepción de la naturaleza humana como engañosa generaron en el individuo una constante «conciencia de la pérdida» y un innegable «miedo al vacío». El mundo como teatro o como ensoñación en la obra de los Calderón, Gracián y Quevedo, la moral cortesana que representaba otro tipo de espectáculo y la incertidumbre de una era donde la omnipotencia divina se batía con la libertad humana, movida por el casuismo y el probabilismo, son recorridos en esta parte para iluminar las oscuridades de aquella moral de extremos. A continuación se analizan los componentes de esta nueva edad barroca que tiende a desentenderse de la realidad en favor de las apariencias: «Como en el siglo XVII, vamos directos y con prisa al icono y al relato, es decir, al aspecto superficial de las cosas. A sus efectos, su representación, en lugar de ir a lo que ellas son», sostiene el autor. El mundo ha cambiado mucho, admite, pero no tanto el ser humano y su forma de entenderlo: la búsqueda del interés propio y su amoralidad, la preeminencia del individuo y el descreimiento de lo público, el carácter solitario y la concepción atemporal de la cultura, la ansiedad y el ilusionismo, el miedo y el nihilismo; todos son aspectos que definen al ser contemporáneo y que tienen algo del Barroco. Partiendo de la dificultad de encapsular un periodo (como tantos otros) tan complejo, Bilbeny logra dar suficientes argumentos y ejemplos de cómo al menos los aspectos morales de nuestra sociedad se emparentan con los de aquella, «un tiempo maravillado por la técnica pero ensombrecido por el autoritarismo […]. Otro siglo del claroscuro». Por eso no duda en proclamar que vivimos hoy otra vida barroca de «pesimismo, ensoñación, postureo. Sentirse triunfador o víctima y hacer desfilar los gozos y las desdichas ante el mayor número de gente. Otro siglo de solitarios en busca de efectismo. Una nueva sociedad narcisista».

Norbert Bilbeny conversará con Ana Rosa Gómez Rosal en torno a este libro en el festival Bookstock Sevilla.

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