Crónicas en órbita

Amad Sevilla, y devolvedle el amor que os da

Casi es difícil imaginar que en nuestro país no hubiera un solo turista, cuando en el resto de Europa los jóvenes ricos completaban su formación viajando, antes de asumir responsabilidades empresariales o de gobierno. El llamado Grand Tour no nos incluía y el motivo podemos encontrarlo en una observación de Voltaire: «Sabemos tan poco de España como de las regiones más salvajes de África».

Ahora que estamos tan habituados a los turistas, y ellos a nosotros, cabe preguntarse cómo recibieron al primer viajero, y si este llegó con los prejuicios previsibles en quien llegaba a un país sin interés. Bien, pues según el diario de viaje de Giuseppe Baretti, lo que más le sorprendió es que no le insultaran ni le tiraran piedras por ser extranjero en los pueblos españoles, cosa que sí le había sucedido en los ingleses. Este italiano políglota escribió su diario por consejo de Samuel Johnsonn, autor del primer diccionario de la lengua inglesa, y a cuya tertulia en Londres asistía regularmente. Y lo publicó en inglés bajo el título A Journey from London to Genoa, en 1760, provocando una revolución que llega hasta nuestros días.

El texto resultó absolutamente novedoso frente a otros libros de viaje. Baretti, adelantado a su tiempo, puso especial interés en tratarse con gente común en lugar de con aristócratas e intelectuales, así como en participar de sus fiestas, y observar el estilo de vida de los habitantes del país. Fue el primer autor en señalar que las canciones populares españolas contenían letras de calidad literaria y humana interesantes, mostrándose especialmente fascinado por el fandango. Cincuenta páginas de su diario están dedicadas al repaso de las obras literarias españolas, y acaba aconsejando a los dramaturgos de su tiempo que lean a Lope de Vega y a Calderón para estimular sus «frías y estériles imaginaciones».

A Journey cambió tan radicalmente la percepción sobre España que enseguida los jóvenes ingleses y estadounidenses sumaron lugares como Granada, Córdoba o Sevilla a otros destinos ya consolidados del Grand Tour, como Roma, Venecia o París. Baretti, sin pretenderlo, dio origen a esa transformación que ha acabado convirtiéndonos en el tercer destino turístico del mundo, tras Francia y Estados Unidos.

Sevilla era un hito turístico internacional consolidado cien años después de Baretti, como observa el chileno Rafael Sanhueza Lizardi en su Viaje en España, indicando que en la ciudad «hay afluencia de extranjeros de todos los climas y nacionalidades». Aconsejado por estos viajeros se aloja en la fonda Betis, que hoy sigue abierta como Hotel Inglaterra. Y como buen romántico, insiste en crearse una ciudad imaginada, persigue por las calles a los locales, les atosiga para encontrar los escenarios reales en que transcurren las comedias de capa y espada, las novelas picarescas y las leyendas históricas. Mezclando realidad y ficción, porque para él lo importante era crear un buen relato de viaje, más que ser objetivo con su experiencia. Sanhueza es el arquetipo del turista por excelencia de los siglos XIX y XX, uno ya alejado de la búsqueda del aprendizaje que fue el espíritu del Grand Tour, el de la masificación. Frente a él, y en nuestro tiempo, ha empezado a reaparecer el espíritu de Baretti en viajeros que intentan experimentar el estilo de vida del lugar al que viajan, participando activamente de él.

Los sevillanos fueron pioneros en este cambio, al iniciar el intercambio de sus casas con residentes de otros lugares del mundo. Lo hicieron valiéndose de aquel invento nuevo que se hacía popular a finales de los noventa, internet. Mucho antes de que se hablara de economía colaborativa, Sevilla devolvía por primera vez casi tres siglos de afluencia extranjera, y a cambio los neoyorquinos, tokiotas o parisienses, entre otros, vivían, durante una semana o quince días, en pisos y casas sevillanas. Cuando las empresas tecnológicas identificaron en esa tendencia, en la que España está a la cabeza de Europa, con Andalucía como octava región más popular a nivel mundial, este intercambio se generalizó a todo el mundo. E inevitablemente trajo muchos más viajeros residentes, que han acabado por ser un tipo de turista más, conviviendo con los habitantes de la ciudad.

Hoy el turista que viene a Sevilla no es más ese extranjero al que había que alojar, atender y guiar por los monumentos y lugares de visita habituales, también es el cliente de un supermercado, el inquilino del piso contiguo o la persona que alquila una bicicleta en SEVici. Llegan para experimentar y a veces, inevitablemente, meten la pata. Un detalle tan automático para un sevillano como que la ropa se tiende en las azoteas suele ser ignorado por los ocupantes de viviendas turísticas, que ponen sus prendas a secar en los balcones. Así que ahora la ciudad enfrenta un nuevo reto, doscientos cincuenta años después de ser descubierta para el turismo: educar a sus visitantes.

Este verano el ayuntamiento de la ciudad ha querido empezar con este reto mediante una campaña que pide respeto recíproco, y aconseja que para disfrutar la ciudad en toda su plenitud, sus visitantes deben amarla. Love Sevilla back, devuelve el amor que Sevilla te da, es el mensaje que agrupa una serie de recomendaciones destinadas a quienes vienen a conocerla. La hospitalidad y el buen trato sigue siendo un rasgo inequívocamente sevillano, así que por qué no contagiarse un poco de ese espíritu. Los mensajes de la campaña en locales de hostelería y alojamientos llaman a adoptar actitudes amigables, como respetar el silencio nocturno; llevarte tus restos cuando hagas pícnic en un parque; no hacer pis en la calle; no poner la ropa a secar en los balcones; fumar solo en lugares indicados; sacar la basura; respetar las zonas de aparcamiento; enseñar a tus hijos a respetar la ciudad. Y el mejor de todos, preguntar por los detalles de la vida cotidiana en los comercios de toda la vida del barrio en que estés, como hizo el chileno Rafael Sanhueza. Pero disfrutando más. Adoptando el espíritu de Baretti, disfrute y respeto.

Este verano, y coincidiendo con el fin definitivo de la pandemia, asistimos no solo en Sevilla, sino en todo el mundo, a un regreso masivo de turistas. Los visitantes de fuera quieren, como todos nosotros, volver a disfrutar de la vida en su plenitud, con toda la libertad de movimientos a que estábamos acostumbrados. Ningún momento será mejor que este para recordar a ese primer turista italiano que llegó sin prejuicios, dispuesto a aprender. Invitando a quienes visitan Sevilla a que hagan como él y se contagien no solo de la belleza de la ciudad, sino de sus modales. Regresarán mejores a su hogar, cumpliendo el objetivo del Grand Tour que fue, no lo olvidemos, el motivo por el que los extranjeros empezaron a venir a conocernos.

 


Sanhueza Lizardi, Rafael, Viaje en España, Garnier Hermanos, París 1889. Edición facsími Librerías París-Valencia, 1997.

Baretti, Giuseppe. Viaje de Londres a Génova a través de Inglaterra, Portugal, España y Francia. Penguin Random, 2019.

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