Cultura ambulante

Otras Córdobas

Un caballero y su montura en Córdoba.

No me refiero a la provincia argentina ni a su capital del mismo nombre, hablo de la española, la del Guadalquivir, la que en el siglo XXI compite con Venecia por el título de «parque temático de arte del pasado». Tampoco me las voy a dar de turista-no turista porque tengo para mí que una forma estupenda de componer la primera imagen de una ciudad es que nos la presente el speaker de un Turibus y más tarde, plano o Google Maps en mano, recorrerla a pie y completar el mindmap con nuestros propios ojos.

Pero ni Córdoba ni Venecia permiten tal cosa. Sus calles estrechas mandan saltarse tan infamado primer paso para pasar directamente al segundo dejando el ánimo laxo si nos piden 10 euros por un espresso frente a la fachada de San Marcos o si nos hacen diana las maldiciones de las gitanas por no comprarles el romero que agitan a las puertas de la Mezquita. Atravesar multitudes caminando es el peaje para estar allí donde antes lo hicieron muchos otros; con suerte, durante unos instantes se pueden recrear en la imaginación el espacio que fue y la vida que contuvo o hacer unas fotos rápidas para repasarlas después, tomando un refrigerio al descansar del ajetreo. El impensable desierto al que nos sometió la pandemia desaparece con la vuelta de andarines y trotamundos a estos lugares tan apetecibles.

Los centros históricos son la primera visita obligada por razón de sus glorias, pero, una vez recorridos, merece la pena interesarse por la parte contemporánea en la que se mueven sus habitantes. Y tampoco me refiero con ello a, Lonely Planet mediante, huir de tiendas de recuerdos y restaurantes de paso buscando la tasca más popular sino a explorar las propuestas culturales que muestran quiénes son y qué hacen sus artistas de ahora.

Córdoba es un lugar muy particular, el arte está en el habla y en sus fachadas, en los patios y en sus bares. Córdoba huele a lo que toque, sea mirto o azahar. Los barrios del extrarradio, sus bloques y urbanizaciones, tienen el rasgo común de las estrellas de ocho puntas y los arcos lobulados, el santo y seña que la identifica y que se encuentra por todas partes. En el centro o en sus alrededores el viajero siempre tiene presente la población en la que se halla y la oferta, visitados la Mezquita-Catedral (desde 14’99€) y el Alcázar de los Reyes Cristianos (15€), es tan amplia como interesante: museos diferentes, iglesias fernandinas, palacetes y murallas, templos romanos, callejuelas sin trazado previo que conducen a donde sea, plazuelas a las que se puede llegar a caballo, atar la montura en una reja y pedir una cañita en el bar de la esquina, casas que conservan el impluvium, tiendas de platería y cordobanes y un largo etcétera que no se acaba si uno lo toma con ganas. Utilizaría el adjetivo sorprendente si no estuviera tan gastado.

Ahí van algunas sugerencias para descubrir en un par de días y sin alejarse mucho del meollo turístico:

Casa Árabe

Vista desde el torreón de la Casa Árabe.

En la c/ Samuel de los Santos Gener nº 9. Es un edificio mudéjar, construido a partir de cinco casitas unidas por patios y pasillos y coronado por un torreón con vistas estupendas a los tejados de la Mezquita y a su entorno. Los techos de madera policromada (no confundir con artesonados) y las paredes esgrafiadas del siglo XVI se han recuperado en alguno de sus espacios haciendo que resulte tan atractivo el continente como el contenido. La exposición actual, Un mundo de retales, reúne las obras de cuatro mujeres: Amina Agueznay, asmaa al-issa, Christine Gedeon y Filwa Nazer que, a través de elementos textiles revelan un mundo aparentemente invisible a ojos de Occidente. El trabajo de tejer pertenece al ámbito de la vida cotidiana; el aprendizaje del oficio, por vía familiar, también pone de manifiesto las habilidades artísticas de las mujeres capaces de trenzar, más allá de lo necesario para la existencia, los hilos de lana, algodón y seda. Son piezas que hablan de geografía, de tierras, de ríos y de topografías imaginarias, de jardines e interiores y de espacios íntimos de una riqueza extraordinaria. Además de las exposiciones temporales, hay otras referencias en esta casa al mundo árabe, hermano de aquel que hizo de Córdoba la capital de la cultura y la sabiduría.

Centro de arte Pepe Espalíu

Oscuro negocio. Pepe Espalíu 1987.

En la c/ Rey Heredia 1, es una edificación inaugurada en 2010 por Vimcorsa, la empresa municipal de la vivienda, para ubicar la obra de este cordobés contemporáneo y cosmopolita que tuvo un vínculo muy especial con su tierra. Su obra poética, sus pinturas y esculturas, así como sus performances, no siempre fueron bien aceptadas por sus vecinos en los tiempos en los que se desbarataban las formas más tradicionales del vivir y veían la luz otras maneras de amar y de relacionarse. El museo repara la memoria de un artista que murió joven y que no fue en vida profeta en su tierra, a pesar de lo cual, tuvo la generosidad de entregar el legado de su arte a su ciudad natal. El recorrido es luminoso y variado y permite conocer la trayectoria de Espalíu, así como los contextos en los que se fue desarrollando.

Casa-taller de Antonio I. González

En la c/ Almorávides nº 16. Este profesor y ceramista vive y trabaja en una isla de paz, erigida alrededor de un patio frondoso, en la que construye desde la materia hasta las tintas de cada una sus obras. Crea piezas en las que la tradición del barro útil da paso al barro bello, vidriado o pintado, de formas orgánicas o conceptuales. Antonio I. González dibuja, ilumina protocolos notariales antiguos y repinta telas transformando cualquier objeto en una singular obra de arte. Su trabajo se expresa también a través de la palabra, en sus ilustraciones y en sus textos: anotonioigonzalez.blogspot.com es la dirección virtual en la que abre las puertas de su casa y de su pensamiento.

Casa-taller de Nieves Galiot 

(@nievesgaliot/@GaliotNieves) es una artista multidisciplinar porque multidisciplinar es su propia sensibilidad para percibir el entorno. Cualquier sonido o imagen parecen sugerirle una forma diferente de expresión artística: la distancia obligada que nos ha impuesto el confinamiento le ha llevado a explorar las medidas y la conexión de los corazones entre aquellos que se miran. La esencia de lo femenino pintada a través del dolor en la obra de Frida Kahlo, el amor, la atracción y el sentido de la muerte se convierten en imágenes que ella misma graba en pequeños vídeos para las stories de sus redes sociales. La naturaleza replicada por medio de las flores que la rodean y cuyos aromas convierte en sugerentes colores, la preocupación por los desechos y sus consecuencias para el planeta o la trascendencia de la vida y la muerte son los argumentos principales de su visión creativa. Su obra es tan cercana como ella misma. Ella y su obra, fundidas, brindan en su casa la genética hospitalidad de los andalusíes contemporáneos.

Otros flamencos

Más allá de las sevillanas y de los tablaos, el flamenco se expresa en estos tiempos mediante la fusión con otras músicas. También la unión de los grandes maestros con las nuevas generaciones da lugar a espectáculos apasionantes como el que ha creado Fernando Vacas en Tiempos de abundancia. La voz potente de la matriarca convocando al duende de bailaores en vaqueros y bailaoras de larguísimas melenas que mueven el mantón con la maestría de la misma Florencia Pérez Padilla, hilan un par de horas en las que solo es posible sentir el ritmo y seguir el genio. Finalizado el sarao, apetece el silencio para dejar que nos resuenen las palmas todavía un rato. El Alcázar de los Reyes Cristianos es el escenario de esas noches de ensueño, un lugar delicioso para cerrar la jornada y sus emociones.

Y si hay que poner pie en tierra cuando el estómago lo reclama son imprescindibles el salmorejo, los flamenquines y el rabo de toro que están buenos en todos sitios —y no solo en los famosos—, comistrajos que entran mejor si se  acompañan de un amontillado fresquito o de unos quintos de El Águila. Llegada la primavera y antes de que el calor lo impida, no es mal plan acercarse a la ciudad califal y presentarle nuestros respetos.

Patio de la casa de Antonio I. Gonzalez.

2 Comentarios

  1. Fernando Mandujano

    ¿Porqué es tan bella España?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*