Tempus fugit

Semana Santa y republicana

Tempus fugit: quintodecimo hebdomade

14 de abril de 1931.- Proclamación de la II República.

La I República Española (1873-74) duró 11 meses y tuvo cuatro presidentes. La II República duró algo más y acabó en una dictadura implantada después de una cruenta guerra civil; no han sido buenas experiencias para muchos de nuestros antepasados y la memoria colectiva las recuerda vivamente. La palabra república todavía suscita en España sentimientos encontrados incluso entre aquellos que no han tenido la oportunidad de saber cómo funciona el sistema. El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República, pero no fue como le oí decir tanto a Gabriel Rufián en una conferencia como a Santiago Abascal en unas declaraciones en TV: la república no se votó en referéndum, se proclamó después de tres días de movida por toda España. Ambos suspenden Historia de España.

La sucesión de hechos fue más o menos la siguiente: las cosas venían políticamente mal desde hacía unos años en los que Alfonso XIII reinaba e intervenía en acciones de gobierno; el general Primo de Rivera había dado un golpe militar en 1923 y había establecido una dictadura muy estricta que haría crecer la oposición, como es de lógica de categoría aplastante. La situación se le hizo insostenible y acabó presentando su dimisión al rey en enero de 1930.

Alfonso XIII nombró entonces como presidente del gobierno al general Berenguer que, durante un año y hasta febrero de 1931, instauró lo que se conoce como una dictablanda (¿?) aunque también acabó tirando la toalla y obligando al rey a nombrar a un tercer militar, Juan Bautista Aznar, que formó un gobierno algo más moderado.

Ese gobierno decidió convocar elecciones a Cortes pero, ante la incertidumbre de lo que iban a decidir los españoles (por supuesto, varones, las mujeres no votaban), creyeron conveniente empezar desde más abajo y convocaron, en primer lugar, elecciones municipales para el 12 de abril, a ver qué pasaba.

Era domingo y los que acudieron a votar eligieron muchos concejales monárquicos en los pueblos pequeños y muchos concejales republicanos en grandes ciudades. La cosa se calentaba mucho y demostraba, de paso, la brecha existente entre el mundo rural y el urbano. El 13 de abril corrían los resultados en boca de todos y ya el 14, por la mañana temprano, algunas poblaciones proclamaron la II República: Éibar (Guipúzcoa), Sahagún (León) y Jaca (Huesca) fueron las tres primeras y durante toda la mañana de ese día, hicieron lo mismo las grandes ciudades hasta que, sobre las 8 de la tarde, cuando Alfonso XIII ya viajaba en su Bentley camino de Cartagena para exiliarse, se proclamó definitivamente la II República.

Una de las más importantes tareas del gobierno republicano fue la elaboración de una nueva constitución que se proclamó el 9 de diciembre de 1931 que, por cierto, serviría de base para la que tenemos actualmente y, aunque viejita, es la de mayor duración de todas las que se han proclamado en España.

El 14 de abril de este año 2022 coincide con el Jueves Santo y la fiesta nos llama a celebrar, con más pasión si cabe, la llegada de la primavera que por fin se deja sentir. Podemos viajar libremente después de dos años de restricciones y elegir entre Semana Santa o conmemoración republicana, aunque ambas cosas no son incompatibles porque hay convocadas manifestaciones por la mañana y procesiones por la tarde-noche. Es cuestión de organizarse.

15 de abril. – Viernes Santo

Majestat Batlló. Siglo XII. Foto: Roger Ferrer Ibáñez (CC).

 Hoy se conmemora la muerte de Cristo en la cruz y es uno de los días más señalados de la liturgia cristiana, el día de duelo por excelencia. En lo terrenal se prohíbe el toque de campanas (se tocan carracas), se cubren las imágenes con telas moradas y se decreta el ayuno y abstinencia o, dicho en lenguaje contemporáneo, día totalmente vegano en el que no se debe picotear entre comidas que deben ser muy frugales.

En lo que a oraciones se refiere, es el día del Vía Crucis, es decir, un paseo rezador compuesto de 14 estaciones que recuerdan las que hizo Jesucristo desde el momento de su condena hasta la llegada al monte Calvario -que existe en la realidad- cargando con el palo de madera en el que iba a cumplir dicha condena. Fueron catorce momentos de sufrimiento y es curioso que Abderramán III dijera en sus memorias que fue feliz catorce días (no seguidos). Catorce es el doble de siete, un número cabalístico judío que también tiene significado en la religión hindú. Durante el Vía Crucis se hace una meditación sobre las siete palabras (o frases cortas) que Cristo dijo en la cruz antes de morir y a las tres de la tarde se reza un Credo porque se calcula que esa fue la hora de la muerte. Se crucificaba de día, a veces al alba, para que diera tiempo a bajar los cadáveres de las cruces antes de que se hiciera de noche.

La crucifixión es uno de los métodos de tortura ejemplarizante más antiguos que se conocen y muchos pueblos de la antigüedad lo usaron habitualmente para someter, castigar e incluso divertirse en macabros espectáculos de masas. Se cree que fueron los Asirios, famosos por su implacable crueldad, los que lo introdujeron en el cercano oriente; se sabe que los persas la empleaban y que Alejandro Magno la copió de estos. Las culturas mediterráneas también practicaron la crucifixión y fueron los fenicios los que la extendieron por el Mediterráneo occidental llevándola hasta Cartago Nova, donde la conocerían los romanos.

Es una forma de tortura fácil de inventar: el condenado se ataba o clavaba en una cruz de madera o entre árboles o sobre una pared, normalmente desnudo, y se le dejaba ahí hasta su muerte por asfixia, agotamiento, shock hipovolémico, paro cardíaco, etc. todo dependía de la salud y resistencia del sujeto.

En el Imperio Romano, en la época de Jesús, se utilizaba para disuadir a los enemigos del régimen. El castigo incluía un juicio sumarísimo y la flagelación del reo al que se hacía cargar con el travesaño de madera, llamado patibulum, hasta el lugar donde se le iba a clavar con clavos o cuerdas; a esto se añadía el expolio de sus pertenencias -que formaban parte del salario de los soldados- y, si era de clase social gentil, el enterramiento, pero si era esclavo o enemigo, se dejaba el cadáver sin enterrar para que lo devoraran las alimañas. Como se ha dicho, se llevaba a cabo con luz solar antes de mediodía y siempre extramuros o en lugares apartados de la ciudad, en montes cercanos o a lo largo de caminos.

La religión judía prohibía esta práctica y sólo permitía el apedreamiento, la hoguera, el estrangulamiento y la decapitación que se tenían por menos salvajes y más consideradas con el reo. Con el que los romanos llamaron Rey de los Judíos aplicaron, según la historia, sus propias leyes y no la hebrea. El emperador Constantino abolió esta forma de dar muerte al condenado en el s. IV y, a partir del s V la cruz se convirtió en el emblema oficial de la Iglesia y de la religión cristiana.

Con el paso de los siglos, su uso como símbolo se hizo multiforme y la iconografía no digamos: los primeros cristos crucificados no podían mostrar la esencia humana del Hijo de Dios y por ello se les representaba siempre vivos y, a veces, muy enteros, con sus ojos abiertos y su pelazo, como el llamado Cristo Batlló, que se encuentra en el MNAC (Barcelona). Con el tiempo, la figura se fue humanizando y mostrando el dolor de un hombre sufriente que, a pesar de conocer y aceptar su misión, preguntó al borde de la expiración «Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?» o, dicho en arameo, que suena más bonito «Eloi, Eloi lema sabactani?». Ejemplo sin par: el Cristo de Velázquez.

Nacer en Viernes Santo otorga «gracia», gracia divina, se entiende, y entre las creencias populares más extendidas se encuentra la de que todo aquel que haya venido al mundo en ese día tiene poderes curativos de orden superior; así, una prenda que pertenezca a un viernesantino (un calcetín sin lavar) puede aliviar un lumbago si se coloca en los riñones, o puede quitar el dolor de cabeza si se pone como diadema. El dolor de cabeza se puede eliminar también «sacando el sol» en un ritual que solo puede ser revelado el jueves o el viernes de la Semana de Pasión. Las oraciones no se pueden apuntar en ningún sitio y hay que guardarlas en la memoria. Si se cree, funciona. El Viernes Santo pone así una vela a Dios y otra al diablo.

17 de abril. – Domingo de Resurrección, también llamado de Pascua.

La resurrección de Cristo. Piero della Francesca, 1463-1465.

En los años 50 del siglo pasado se produjeron los movimientos de descolonización de los países de África y Medio Oriente, insurrecciones que mandaban a casa a franceses y británicos mayormente. La propaganda política alentó las producciones cinematográficas de carácter épico en las que se iba al origen (de los pueblos, de las religiones) con las que se echaba un velo sobre las agitaciones revolucionarias reales que terminaron con protectorados y dominaciones. El año 1956 fue un punto de inflexión en esos acontecimientos y Hollywood puso su granito de arena explotando un filón muy jugoso. Se rodaron cintas como Los diez mandamientos, la primera en color, con Charlton Heston en el papel de Moisés y Yul Brynner en el de Ramsés II, película que está muy relacionada con la fiesta que se celebra hoy.

Moisés, una vez recuperado del impacto esquizofrénico de ser una cosa y haber vivido como otra, guio al pueblo judío en su éxodo de Egipto hacia la Tierra Prometida. La salida o paso es conocida en el mundo hebreo como la PÉSAJ o pesáh que es el origen de la palabra PASCUA. Fieles a su costumbre de establecer normas rígidas o rigidísimas prometieron a Yahvé que lo celebrarían cada año comiendo un cordero macho (cabrito) de un año de edad, acompañado de verduras amargas, que pasaría a conocerse como cordero pascual o cordero del paso, de la pésaj en hebreo.

El evento se celebraba después de la primera luna llena de primavera y eso es lo que hacía Jesucristo en la última cena cuando vinieron a apresarlo. Después de crucificado y muerto fue enterrado gracias a las gestiones de José de Arimatea que le pidió el cuerpo a Pilatos. A su tumba, vigilada por soldados romanos para evitar que se amontonaran allí los cristianos, acudieron las mujeres cercanas a Jesucristo la mañana de tal día como hoy, siempre según relato de los Evangelios, aunque no se ponen de acuerdo si fue María Magdalena sola o acompañada de María y alguna de sus hermanas (María Cleofás y María Salomé).

Fuera como fuese el sepulcro se encontró abierto y vacío por lo que los seguidores del Mesías entendieron que se estaba cumpliendo la profecía y que Jesús había resucitado -como la tierra, las flores, los animales, como la vida-. Sigue relatando el Nuevo Testamento que, aun cuando el cuerpo de Cristo no fue encontrado por ningún sitio, este anduvo apareciéndose para despedirse de todos durante cuarenta días antes de su Ascensión a los cielos, subida que siempre se conmemora en un jueves de sol brillante. Todo aquello ocurrió un domingo (día del domus romano) y pasó a llamarse Domingo de Gloria, Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua, cuya celebración se alargará ocho días, hasta el domingo siguiente.

Si el cordero representa el agradecimiento por haberlos liberado de la esclavitud de los malos, la Pascua, que inicia un ciclo de vida, se representa con un huevo que es, en la naturaleza, el inicio o principio de todo lo nuevo que va a venir. Por ello nos comemos las monas con huevo y en muchos lugares, especialmente en Cataluña, es costumbre que la madrina regale a sus ahijados un huevo de chocolate en señal de su amor profundo.

¡Felices Pascuas! Y sí, la palabra Pascua se puede usar también en otras celebraciones como Navidad o Epifanía por el significado de paso que representa. Piero della Francesca representó en el siglo XV toda esa simbología en su famoso fresco de la iglesia de Sansepolcro, en Italia. ¿No os parecen las nubes platillos volantes? Miradlo con detenimiento y entenderéis lo que digo.


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