Horas críticas

Libros de la semana #52

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Desear menos de Kyle Chayka (Gatopardo)

Libros de la semana 52

El crítico cultural Kyle Chayka tiene muy claras las razones por las que su generación ha adoptado el minimalismo como credo y el espacio diáfano como hábitat idóneo: porque los millennials, entre los que él se encuentra, aterrizaron en el mundo estrellándose de golpe contra una sociedad que agotaba los recursos y capitalizaba lo físico mientras la economía global se desplomaba. Un panorama espiritualmente desalentador que los jóvenes trataron de combatir con lo primero que les ofrecían las búsquedas en Google: retiros espirituales, donde el uso de la tecnología está prohibido, y la adopción de un nuevo credo basado en normas del orden instauradas por supuestos maestros de lo mínimo como Marie Kondo. Insatisfecho con el materialismo, y fascinado con el auge de todos los gurús del orden modernos  que enarbolan constantemente el lema «Menos es más», Chayka decidió acometer por su propia cuenta la búsqueda de los orígenes estéticos y filosóficos del minimalismo contemporáneo. Y el presente Desear menos es el resultado de dicha iniciativa. Un libro que es, al mismo tiempo, un diario personal de viajes, una clase de historia del arte y de la arquitectura, una reflexión filosófica, y una condescendiente colleja a la perversión actual que ha sufrido el concepto del minimalismo. «Escribir sobre el vacío es difícil porque las palabras documentan la presencia. En cuanto señalas algo por escrito, ahí está, incluso aunque lo que señales sea suelo vacío. A menudo parece que el lenguaje es un conjunto de cosas apiñadas en una página que de otro modo estaría en blanco: cuantas más palabras hay, menos auténtico parece un texto» reconocía el inquieto autor. Desear menos presenta sus argumentos ordenándolos alrededor de cuatro capítulos titulados, como no podía ser de otra forma, de manera escueta: Reducción, Vacío, Silencio y Sombra. En cada uno de ellos Chayka habla de las sensaciones que ha vivido y de las conclusiones a las que ha llegado tras experimentar el aislamiento sensorial en un tanque de flotación, visitar Japón con las imágenes de Lost in translation en mente para acabar descubriendo los jardines de roca de Kioto, tontear con el budismo zen, y estudiar a artistas como Donald Judd o Agnes Martin, a arquitectos como Phillip Johnson, a escritores como Haruki Murakami y a músicos como Brian Eno, el artista que bautizó la música ambient y la popularizó con discos como Music for airports, o compositores como John Cage, aquel hombre que firmó una composición musical, titulada 4′33″, donde no se escucha ni una sola nota. En un mundo donde existen más de trece millones de posts en Instagram estampados con la etiqueta #minimalismo, y donde aparecen diez nuevos a cada minuto, Desear menos es un empresa estimable: el deseo de Chayka de compartir el absurdo en el que parece haberse convertido un movimiento que, en su origen, era de lo más interesante e inspirador.


La aventura soñada de Thierry Thomas (Siruela)

libros de la semana #52

Es bastante popular la cita de Umberto Eco con la que el autor italiano de El nombre de la rosa confesaba sus pasiones literarias: «Cuando quiero relajarme leo a Engels, cuando quiero algo serio leo a Corto Maltés». El dibujante italiano Hugo Pratt, autor del cómic Corto Maltés, explicaba que siempre quiso contar historias pero que, como se le antojaba aburrido describir con prosa los mundos y aventuras de su imaginación, decidió dibujarlas sobre el papel antes que redactarlas. Hugo Pratt nació sin una «H» en su nombre y con una «t» menos de la que luce su firma en las viñetas. El personaje del marinero aventurero Corto Maltés, su creación más famosa, nació sin la línea del destino dibujada en la palma de la mano, y con un nombre que combinaba un vocablo español que significaba «atajo» con un guiño a El halcón maltés. Los tebeos que contenían las correrías de Corto Maltés se publicaron por primera vez en Italia en  1967, pasando inicialmente desapercibidos para la mayoría de los lectores. Pero con el tiempo, tanto el público como los eruditos auparon las peripecias del marino bohemio de Pratt reconociéndolas como una de las grandes obras del mundo del cómic. Thierry Thomas no es ajeno a Pratt ni a su obra, sino todo lo contrario: escritor y director de documentales, Thomas conoció personalmente al artista y coordinó la publicación de varias antologías dedicadas a su figura, participó en un estudio sobre el álbum Corto Maltés: Fábula de Venecia, realizó un perfil del dibujante para la cadena ARTE, e incluso ejerció de guionista en la película de animación Corto Maltés: La corte secreta de los arcanos. Thomas también ha escrito La aventura soñada, el libro que fue galardonado con el Premio Goncourt de Biografía Edmonde Charles-Roux en 2020. Y esto es lo sorprendente, porque La aventura soñada no es una biografía al uso. En realidad, es un ejercicio literario fascinante por osado, uno que combina elementos biográficos de Pratt con la propia autobiografía de Thomas, pero también los hechos reales con fantasías tejidas en torno a la vida del dibujante. No existe engaño alguno en esta empresa, porque el propio autor advierte claramente sobre sus intenciones durante las primeras páginas del libro: «Si quiero comprender a Hugo, debo soñarlo». Y el resultado es la reconstrucción de una vida fabulosa, a ratos veraz y a ratos imaginada, evocada a partir de la evolución de los trazos y las acuarelas en las viñetas a lo largo de los años. La fascinación de un biógrafo soñador por aquel genio al que admira. «Para mí, mis viajes han sido la oportunidad de ir a un lugar que ya existe en mi imaginación», afirmaría Pratt. La aventura soñada es la oportunidad de visitar una biografía romántica en algún lugar de la imaginación, a partir de los viajes que existieron en aquellas páginas de tebeo. Y eso, como decía Umberto Eco, es algo muy serio.


El conocimiento inútil de Jean-François Revel (Página indómita)

libros de la semana #52

El intelectual galo Jean-François Revel (1924 –2006) fue un popular filósofo, escritor y periodista que llegó a ser miembro de la Academia francesa. Un pensador liberal que durante su carrera redactó una auténtica montaña de textos políticos, exponiendo en aquellas páginas sus pareceres ante fenómenos como el antiamericanismo, los sistemas de gobierno ubicados a izquierda y derecha, conceptos como la democracia o las tentaciones totalitarias de los que ostentan el poder. Entre aquellos libros, Revel firmó el muy popular El conocimiento inútil. Un ensayo que fue escrito en 1988, pero que podría haber sido redactado hoy en día y no desentonar en absoluto, incluso llegando a ser ahora más pertinente nunca. Porque en la época actual, donde existen miles de estudios analizando el fenómeno de la posverdad que moldea la información, y en donde el término «fake news» ha pasado de ser un chiste a convertirse en una poderosa herramienta política, El conocimiento inútil parece encajar de manera asombrosa. «La primera de todas las fuerzas que gobiernan el mundo es la mentira» afirma, en la frase inicial que abre su libro, el escritor antes de observar cómo la civilización del siglo XX se ha basado más que cualquiera de las pretéritas en la información y la educación. A partir de ahí, Revel desgrana un mundo donde, a pesar de que el conocimiento es abundante, no parecen existir prodigiosas mejoras de la condición humana. Un entorno donde la sabiduría no da la impresión de evolucionar a la velocidad que debiera por culpa de quienes controlan, manipulan o tergiversan la información. «En realidad, la mayoría de las gentes que crean periódicos u otros medios de comunicación lo hacen para imponer un punto de vista y no para buscar la verdad» aclara, categórico. El conocimiento inútil denuncia cómo las ideologías se dedican a enturbiar la verdad esculpiéndola a su gusto, habla de las jugarretas de los medios de comunicación para conducir a la audiencia a sus terrenos, defiende la necesidad de los intelectuales en la sociedad al mismo tiempo que delata cómo algunos de ellos falsean los hechos a su favor, y acusa a los mecanismos de los gobiernos de estar diseñados para confundir a la opinión pública. En aquellos últimos años de la década de los ochenta que vieron nacer a El conocimiento inútil, una época donde las tretas desinformadoras de la Guerra fría todavía estaban calientes, todo este discurso tenía cierto sentido y forma. En la actualidad, donde la información, los datos, las manipulaciones y los engaños llueven sobre nosotros a través de redes sociales, informativos, grupos de WhatsApp, programas de radio, y buzones virtuales, es probable que el mensaje de Revel se merezca un repaso. «Hoy, como antaño, el enemigo del hombre está dentro de él. Pero ya no es el mismo: antaño era la ignorancia, hoy es la mentira».


¿Soy yo normal? De Luisgé Martín (Nuevos cuadernos Anagrama)

Allá por 1886, el psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing publicó Psychopathia sexualis, uno de los primeros estudios realizados en los territorios médicos sobre las patologías sexuales. Un texto revolucionario por detallar una hermosa colección de parafilias (fue la obra que acuñó el término «sadomasoquismo»), y también por atreverse a analizar la homosexualidad y la bisexualidad en los individuos, de manera, eso sí, bastante desastrosa: calificando las relaciones entre personas del mismo sexo como una enfermedad mental. Por su contenido, y para evitar que fuese leído por aficionados en lugar de médicos, Psychopathia sexualis fue redactado a propósito de manera extremadamente técnica y especializada. Pero eso no impidió que se convirtiera en un best-seller bastante popular entre las gentes de su época. En 2022, la colección Nuevos cuadernos de Anagrama publica ¿Soy yo normal? del escritor Luisgé Martín. Un ensayo ligero que se presenta con una pregunta de lo más curiosa, y cuyo contenido, centrado en las filias y parafilias sexuales, puede dar lugar a muchas más cuestiones interesantes: «¿Qué es la normalidad en el sexo? Lo que se sale de ella ¿es una parafilia, una perversión, una depravación o un comportamiento sexual alternativo, no normativo?». Y, a diferencia de lo que ocurría en Psychopathia sexualis, ésta es una reflexión narrada de forma ligera y amena para llegar a cualquier lector. En ¿Soy yo normal? Martín repasa las prácticas sexuales alejadas de lo que se considera normativo, analizando las razones por las que dichas filias suponen un problema moral para la sociedad. Y aquí Martín ni se corta, ni deja muchos palos sin derribar: observa el masoquismo y el sadomasoquismo preguntándose como concilian la crueldad y la ternura las parejas basadas en esas relaciones de dominación y sumisión. Habla del fenómeno de los bugchasers: hombres que se dedican a tener sexo sin protección con otros hombres, jugando a una ruleta rusa consciente con el sida, donde la excitación está provocada por la posibilidad de contraer la enfermedad tras un encuentro sexual. Repasa lo que se sabe de la naturaleza del cerebro de los pedófilos y los pederastas «un tema sobre el que es casi imposible hacer observaciones matizadas sin exponerse a un linchamiento social exacerbado». Rememora escabrosos casos notables de canibalismo consentido. Escribe sobre el Mercado de las yeguas, una fiesta homosexual donde los participantes se dividen entre yeguas con los ojos vendados y sementales dispuestos a montarlas. Apunta que la necrofilia ya tenía mucho de añeja al recordar que, en la mitología egipcia, Horus nació de un polvo entre Iris y un Osiris cadáver. Cuestiona el rechazo popular ante el incesto cuando este no busca la procreación, como es el caso de los gemelos Milo y Elijah Peters, estrellas del porno gay. Explica que hay gente aficionada a la mecanofilia que son capaces de disfrutar sexualmente de los arrumacos con sus coches. Y, finalmente, el propio autor acaba desnudándose durante su propio ensayo al confesar algunas de sus filias. ¿Soy yo normal? plantea refundar la idea de perversión erótica a través de otra mirada, una que deje de lado los moralismos o la patologización. «El sexo siempre ha sido un excelente campo para el desvelamiento de tabúes».

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