Las escenas en varios planos —tan aislados como vinculados—, su ingravidez y el potente uso de la perspectiva para imaginar arquitecturas y convivencias imposibles son características de la obra de Cinta Vidal (Barcelona, 1982). Como en este mural anamórfico de 2021 en Atlanta, Merge, cuya vista se altera según desde donde la mire el viandante.
Formada en la Escola Massana y el Taller de Escenografía Castells y Planas, trabaja la pintura desde una visión de la realidad imaginativa y subversiva, como en el díptico Nocturnal 1 y 2 para una reciente muestra en el Museo de Arte e Historia de Lancaster.
Su obra ocupa paredes de Estados Unidos, China, Japón o Canadá, como esta de Calgary inspirada en la singular arquitectura de los edificios circundantes. Sus telones callejeros reflejan el modo en que nos relacionamos con el espacio y el contraste público/privado y natural/artificial.
La hemos conocido por su forma de plasmar la complejidad de las relaciones en cubiertas como la de Segunda casa, de Rachel Cusk, para Libros del Asteroide. En Evenfall (2021), con ecos de Hopper o el muralista Aryz, también aplica vértigo al día a día.
