De la mano de Periférica y Errata Naturae, nos llega un imprescindible invernal. Una retrospectiva a modo de exposición portátil, del fotógrafo Willy Ronis.
Ronis, es genuinamente el maestro que retrató la Francia de la posguerra. Este merecido calificativo nada desdeñable, no le vino solo, sino que le fue otorgado por ser uno de los máximos exponentes de la fotografía humanista, junto a Cartier-Bresson, Ergy Landau o Brassaï.
Para él, un parisino de origen modesto, que siempre tuvo vocación de músico y que irónicamente se vio obligado a regentar un estudio fotográfico familiar tras la muerte de su padre, observar y retratar la vida era como añadir acordes y notas de poesía a lo cotidiano mediante su cámara y el revelado de sus negativos.
«Conservo recuerdos de todas mis fotos, todas ellas conforman la urdimbre de mi vida y a veces, por supuesto, se hacen señas unas a otras a lo largo de los años. Se responden, dialogan, tejen secretos». Cercano a la centena, asombra el comprobar cómo, al cierre de esta edición -cuando contaba con noventa y seis años-, su memoria era abrumadoramente precisa. Junto a las más de cincuenta tomas que se recogen en este libro, Ronis describe con minucioso detalle la atmósfera, las anécdotas, la técnica y las emociones sobrevenidas en todos y cada uno de los escenarios donde tomó las fotos, en los textos que las acompañan. Desde el París de suelos encharcados que sucedió a la ocupación nazi, cuando los automóviles fueron requisados y solo circulaban en sus calles furgones de reparto, otorgándole a la ciudad, en palabras del propio Ronis, «un aire provinciano», hasta la yuxtaposición de la arquitectura hipertecnológica del Pompidou junto a modestos bistros en los noventa, pasando por escenas personales, profundas y dolorosas, como en las que plasmaba el día a día con Anne Marie, su esposa, quien -a diferencia del artista- se desvanecía demasiado pronto, víctima del Alzheimer: «Nuestros paseos se prolongaron dos años y medio. Fueron muy importantes para los dos. Hablábamos poco, pero estábamos juntos».
Ronis es un claro ejemplo de la figura del fotógrafo como alquimista de la luz. Pertenece a una época en la que, frente a la escena, se debía jugar todo a una sola carta. Habitó en lo salvaje de la película en carne viva, que esperaba a ser procesada por elementos como la medición, la obturación o su propio ojo, aguardando tras el engranaje de una caja de luz nada ligera. Ésta, además de no disponer de batería, procesador o micropantalla, tampoco era plana, ni podía sacarse con rapidez del bolsillo de un tejano; sino que colgaba del cuello en una robusta funda de cuero, y su correa arrugaba las ropas del “mago” tras largas jornadas de trabajo. Incluso con todos esos elementos, el éxito de la toma nunca estaba asegurado. No bastaba con la destreza técnica en el momento del disparo. La magia siempre quedaba a medio hacer, a la espera de tornarse en gran truco final, si es que acontecía, en caprichosas cubetas de revelado, al amparo de una tenue luz roja. Para él todo era frágil y único. Para él todo era casi orgánico.
«Ce jour-là» -aquel día- son las palabras con las que comienza cada relato y que a su vez dan nombre a esta obra. Aquel día, aquellos días, todos los días… el autor se afanó en captar los elementos más disuasivos y consiguió hacerlos los más protagonistas. La mirada cabizbaja de un permisionario que permanece en silencio frente a una joven en un callejón sombrío en una despedida, el humo de las ollas de aceite hirviendo abrazando las cinturas de las vendedoras de patatas fritas en el mercado central, la mano de una enfermera sobre el hombro de un prisionero al acabar la guerra en el andén de la estación del Este. Instantes que son memorias de los sujetos fotografiados, y de quien los fotografía.
Es por esto que, sin duda, se podría decir de este libro que. entre sus rojas tapas. se encuentra el cantar de un bardo del S. XX. Ese espejo que refleja un pasado y un presente, ni tan cercanos, ni tan lejanos como creemos. La belleza del lumpen y lo desangelado de la burguesía. La proeza de un viaje íntimo en el tiempo, en el que, sin duda, quisieras quedarte atrapado.
Aquel día Willy Ronis PERIFÉRICA Y ERRATA NATURAE (Madrid, 2021) 152 páginas 26,50 € |