Tempus fugit

Tempus fugit

prima septimana

3 de enero

La I República española se proclamó el día 11 de febrero de 1873 y tuvo una vida cortísima a la par que alterada. En teoría dejó de existir el 29 de diciembre de 1874, cuando el general Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII en Sagunto, pero en la práctica fue el día 3 de enero de 1874 cuando Manuel Pavía, un gaditano que era capitán general de Castilla La Nueva, llevó a cabo un pronunciamiento militar exigiendo la disolución de las Cortes republicanas y trastornando con ello la esencia misma del régimen.

En un país con tradición monárquica desde tiempos inmemoriales y con la sangre tan caliente, las experiencias republicanas han sido muy explosivas y generadoras de trágicos enfrentamientos. El republicanismo se asocia casi en exclusiva a la izquierda y al federalismo, lo que es un error garrafal: hay republicanos de derechas y contrarios al sistema federal. Ser republicano es la antítesis de ser monárquico porque república es la forma de organización en la que el jefe del Estado es un cargo electo y no hereditario —como lo es la forma monárquica— y a una república le caben diferentes ideologías. En el siglo XXI se le pueden poner extraños apellidos a estas definiciones básicas porque existen algunos modelos que crean confusión, por ejemplo: en Corea del Norte la república es hereditaria y en Europa las monarquías son parlamentarias. Los términos van cambiando de sustancia con los tiempos, como las personas vamos cambiando de parecer con los años.

En el siglo XIX aparecieron en España los partidos políticos con diferentes ideologías al calor del constitucionalismo y del estado liberal. Ahora tenemos más claro lo que son la izquierda o la derecha, pero en aquellos tiempos los partidos eran asociaciones de políticos que tenían algunas ideas en común —aunque carecían de base popular— a los que, en bastantes ocasiones, les resultaba difícil ponerse de acuerdo. Cuando no lo conseguían, era habitual que los militares zanjaran las disputas mediante un pronunciamiento (revuelta para cambiar el gobierno) o un golpe de estado (revuelta para ponerse ellos en el gobierno).

Emilio Castelar era un conservador cuyo gobierno no tenía la mayoría en las Cortes y, temiendo ser destituido por los federalistas en el Congreso, decidió suspender las sesiones parlamentarias. En diciembre de 1873 un grupo importante de diputados se reunió para plantear una moción de censura y forzar a Castelar a pedir la dimisión; respetando estrictamente los días de Navidad, las sesiones parlamentarias debatieron el asunto y el 2 de enero de 1874, al llegar la noche, ya era previsible la debacle para los conservadores.

Las Cortes hicieron un receso casi de madrugada y reanudaron sus sesiones al amanecer (qué impensable para nosotros ver a los diputados actuales en esa situación). A las 7 menos cinco de la mañana se produjo la votación en la que el gobierno de Castelar fue derrotado por 120 votos contra 100 y a esa misma hora el general Pavía estaba ocupando la plaza de las Cortes con un pequeño ejército, preparado por si acaso no salía lo que él quería. Al enterarse del resultado adverso para los conservadores, exigió la disolución de las Cortes republicanas.

Los diputados se resistieron y Pavía ni se lo pensó: invadió el hemiciclo apoyado por los guardias civiles encargados de custodiar el Congreso, que se habían puesto de su lado, y consiguió que los diputados abandonaran el edificio rápidamente. Pavía era militar, republicano y conservador e instó la formación de un gobierno de coalición de unionistas y progresistas encabezado por el general Serrano (el general bonito).

Es falso que entrara a caballo en el hemiciclo, como se suele creer, pero ya sabemos que hay acciones o frases que se imputan a personas y que se perpetúan en el imaginario popular aunque no haya constancia de su certeza, como la atribuida a Aixa, la rencorosa madre de Boabdil, exhortando a su hijo a llorar como una mujer lo que no había sabido defender como un hombre o la de Mae West, que dicen que dijo a Cary Grant aquello de «¿llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?».

¿Conocería Mae West a Manuel Pavía? Porque, al mirar su foto oficial, es imposible no fijarse en sus atributos.

5 de enero

Se habla muy poco de las mujeres que formaron parte de la llamada «Generación del 27» o, mejor dicho, casi nadie menor de 30 años sabe qué fue aquello, ni de mujeres ni de hombres. Si acaso, suenan las figuras de Miguel Hernández, de Lorca o de Dalí asociadas a anécdotas que poco tienen que ver con sus creaciones artísticas, porque venimos utilizando historietas para atraer la atención sobre sus obras y la cosa se nos ha ido de las manos.

De Maruja Mallo, nacida en Lugo el 5 de enero de 1902, se sabe que fue novia de Rafael Alberti hasta que este conoció a María Teresa León y la dejó, o que tuvo un rollito con Miguel Hernández en Madrid; y que fue una de las adalides del movimiento de las «Sinsombrero», un grupo de chicas artistas que, como protesta y liberación de la condición femenina, se negaban a ponérselo. Solo hace un siglo de esto.

Maruja había nacido en Lugo como podía haberlo hecho en otro lugar, porque su padre era inspector de aduanas y tuvo varios destinos. Utilizó el segundo apellido de su padre como haría más tarde su hermano Cristino, también artista. Cuando la numerosísima familia —catorce hermanos— se trasladó a Madrid, Maruja obtuvo plaza en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde conoció a pintores y escultores que se convertirían en sus amigos. Ahí fue donde entró en contacto con Lorca, Dalí —Maruja es mitad ángel y mitad marisco—, Alberti, Buñuel —que la despreciaba porque se le resistió— y con el filósofo Ortega y Gasset, que le organizó su primera exposición individual y la invitaría a colaborar en la Revista de Occidente.

Estudió en París con una beca y entró en contacto con los surrealistas; cuando volvió a España se integró en la «Misiones Pedagógicas», que el gobierno de la II República puso en marcha para llevar la cultura a los pueblos más recónditos. Al estallar la Guerra Civil se exilió, anduvo un tiempo en Lisboa y acabó en Argentina, desde donde viajó por todo el continente, incluyendo los Estados Unidos. Volvió a España en 1962 y murió en Madrid en 1995.

Era una persona libre, peculiar, dicen las crónicas, ajena a los compromisos, y vivió su vida como quiso, algo que no nos parecería extraño en la actualidad pero que la hacía rarita en su tiempo. Tuvo una producción pictórica escasa comparada con sus contemporáneos y transitó varias etapas, desde el realismo mágico hasta el geometrismo pasando por el surrealismo. Era muy meticulosa y tardaba bastante tiempo en dar por terminada una obra.

Cuando el nacionalismo quiere levantar una bandera, los gallegos hablan de Maruja Mallo como uno de sus activos, pero ella era algo más que gallega; fue una avanzadilla de los labios ultrarrojos, el pelo naranja y las rayas negras desde los párpados hasta casi las orejas, marca de modernidad de las artistas excesivas de la Movida que la convirtió en uno de sus iconos. En los años 80 se hablaba de la Mallo como de una ancianita estrafalaria a la que gustaba trasnochar, siempre rodeada de gente joven.

También se recuerda a Dalí por sus bigotes: a lo mejor es que tendemos a simplificar en un único trazo, arrastrados irremediablemente por los mandatos de la sociedad de la imagen.

6 de enero

La palabra epifanía se ha puesto de moda y se utiliza para darle un toque cool a lo que vulgarmente es «darse cuenta». Más finolis parece decir «he tenido una epifanía» que «me he dado cuenta» porque, si apelamos a la sutileza del lenguaje, la epifanía, que significa manifestación, describe la aparición de algo ajeno a nosotros que se nos presenta de repente mientras que «darse cuenta» ya requiere la intervención de nuestra meninge y de nuestra capacidad de percibir, lo que nos puede comprometer si hemos estado lentos. Los británicos usan «epifanía» habitualmente porque ellos son más listos y las cosas siempre se les manifiestan.

La Iglesia Católica celebra el 6 de enero la Epifanía del Señor (calendario gregoriano,) mientras que la Iglesia Cristiana Ortodoxa cumple el último día de ayuno de los cuarenta impuestos antes de su Navidad, que es el día 7 de enero (calendario juliano).

En Occidente lo festejamos como el Día de Reyes y recordamos a los magos que, después de un largo viaje dirigidos por un ángel, entraron en el pesebre, descubrieron por fin al Niño Jesús y le entregaron los presentes que portaban. La historia tiene mucho de fantástico: en los Evangelios canónicos se hizo mención escueta de lo que pudo ser (San Mateo) y eso dejó la puerta abierta a todo tipo de especulaciones y actos simbólicos.

Tanta evanescencia ha permitido que el arte interpretara el pasaje con total libertad: existen escenas preciosas que cuentan el viaje de los reyes —los mosaicos de San Vital de Rávena—, otras de los tres durmiendo mientras el ángel intenta despertarlos para guiarlos al pesebre —el capitel de la iglesia de Santiago de Villafranca del Bierzo— y, por último, incontables representaciones del interior de la gruta cuando encuentran al niño-dios en brazos de su madre y le ofrecen sus obsequios. Pocos artistas se han resistido a imaginar ese momento iniciático, aunque en la vida de Jesús hubo otros dos que darían mucho juego a los pintores: cuando su primo Juan lo bautizó en las aguas del río Jordán, y cuando convirtió el agua en vino en las bodas de Caná.

La epifanía inicial significó el reconocimiento de Jesús como el niño-dios y los RRMM certificarían tal hecho al encontrar a María con el recién nacido. Las señales de que esto tenía que ocurrir eran patentes según el papa León el Grande, del siglo V, para quien el viaje estuvo motivado por unos milagros previos: el primer mago tenía un avestruz de cuyos huevos nacieron un león y un cordero, el segundo tenía en el jardín un árbol de cuyo fruto surgió una paloma (Espíritu Santo) y el tercero tuvo un hijo que al nacer ya caminaba. Todo muy normal en el mundo mágico.

Tanta obviedad puso a los tres de acuerdo para emprender el camino guiados por una estrella brillante, quizá un cometa, a lomos de dromedarios, que son más rápidos que los caballos. Al cabo de 13 días llegaron a Jerusalén, donde Herodes les pidió que encontraran al que los judíos estaban identificando como el Mesías y se lo entregaran, pero los magos, fieles a su misión, se dirigieron en secreto a Belén y esperaron nuevas instrucciones del ángel. Llegados al lugar indicado, adoraron al hijo de Dios y le entregaron sus regalos: oro (para que pudieran sobrevivir escapando de Herodes), incienso (para eliminar el olor del lugar) y mirra (para ahuyentar a los piojos). Puede resultar prosaico, pero, puestos a inventar, un toque de realismo piojil daría mucha credibilidad al relato.

Recomiendo mirar el tríptico de la Adoración de los Magos de El Bosco (Museo del Prado) porque, además de contener cosas fantásticas, el niño tiene tamaño de recién nacido y no de infante que ya mastica; tampoco desprende luz como los niños-bombilla de los pintores barrocos que aparecen en los décimos de lotería de Navidad y que también recomiendo observar antes de romperlos.


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11 Comentarios

  1. Julia Valoria

    Qué bien Laura otro sitio donde encontrarte!

  2. Laura,tu fieles te seguimos en toda ocasión. A continuar deleitándonos y triunfando.

  3. María Isabel Santana

    Tus artículos siempre tienen originalidad porque resultan muy amenos, nos ilustran a la vez que nos divierten. Te sigo dónde vayas!!!

  4. Alidita Rodríguez

    Qué suerte poder leerte. Gracias por compartir tanto.

  5. María José minguez Valdés

    Muy interesante!!!! Me ha encantado

  6. María José minguez Valdés

    Magnifico

  7. Carlos Caballero Jurado

    Una efeméride es una ocasión tan buena como cualquier otra para reflexionar sobre nuestro pasado. Hacerlo con profundidad pero con un aire informal, distendido, como sabe hacer la profesora Mínguez tiene el valor añadido de «instruir deleitando » como se decía antes…

  8. Como siempre un verdadero placer leerte. Gracias Laura

  9. Maite González

    Gracias por este regalo de Año Nuevo

  10. Como siempre un gusto leerte Laura. Se aprende tanto y tan fácil.
    Gracias

  11. Me parece muy interesante. Espero que sigas mandando cosas así

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