«El mejor camino para llegar a la realidad es a través de la ficción». Esa es la carta de presentación de Bibiana Candia (A Coruña, 1977) en su «website». Premio Carmen de Burgos 2020 por la divulgación feminista, su objetivo es contar cosas que tenemos muy cerca de nosotros y no nos planteamos mirarlas con los ojos de alguien que mira por primera vez.
Con dos poemarios publicados, un libro de relatos y un artefacto narrativo, la evolución natural de su trabajo ha desencadenado en su primera novela, Azucre. ¿Cómo podía ser que esta historia no fuera conocida en nuestros días? En forma de epopeya, Bibiana le ha dado voz a los jóvenes gallegos que en 1853 emigraron a Cuba para trabajar en el azúcar y fueron esclavizados por la empresa de Feijóo Sotomayor.
Obsesionada con la idea de que algún antepasado suyo pudiera haber sido alguno de los protagonistas de la novela, Bibiana abrazó la historia que llegó a sus oídos gracias a una amiga, para devolverla al imaginario popular. Con la ficción como arma para llegar donde no alcanza la realidad, Bibiana cree en Azucre como el medio para conseguir que el relato de aquellos 1700 esclavos gallegos en 1853 permanezca en la memoria colectiva. Un canto a todo ese pasado que sabe a presente sobre la experiencia universal de la emigración.
Después de dos poemarios y dos relatos llega Azucre, tu primera novela. ¿Por qué este cambio de género?
En Azucre hay mucha poesía y además tienen una estructura muy fragmentada, está dividida en pequeños episodios encadenados. Mi sensación es que no ha sido exactamente un cambio sino una evolución natural. Unos géneros me van llevando a explorar otros y aunque en cuanto a temática no tiene nada que ver con lo que he escrito antes, yo creo que el estilo y la estructura Azucre están emparentados con mi escritura anterior.
También escribes artículos en Jot Down, Letras Libres y The Objective. ¿En qué medida se alimentan tus artículos, poemas y relatos entre sí?
En el caso de Azucre hay una correspondencia, en cierta manera, con mis artículos por la labor de documentación previa. Estoy acostumbrada a buscar información tanto en registros académicos, bibliotecas virtuales y hemerotecas por tanto esa parte fue casi rutinaria.
En cuanto a la escritura yo diría que nada, son registros muy distintos.
¿Qué te lleva a escribir la historia de 1700 jóvenes gallegos que en 1853 viajan a Cuba para labrar su futuro trabajando en el azúcar?
Cuando descubrí la historia lo que realmente me obsesionó fue cómo podía ser que esta historia no fuese conocida en nuestros días. Cómo era posible que no estuviese insertada en la memoria popular dado que en su momento fue un escándalo y afectó a muchísimas familias. Llegué a la conclusión de que era porque no habíamos tenido acceso al testimonio de las víctimas, nadie nos había contado esta historia desde el punto de vista humano. Por eso llegué a la conclusión de que era necesario usar la ficción para llegar donde la realidad no había llegado y volver a contar esta historia desde el punto de vista exclusivamente de sus protagonistas.
¿Cómo descubres ese suceso? A pesar de su dimensión, parece que este exilio del s. XIX se ha traspapelado en los documentos históricos nacionales.
El caso de los gallegos esclavos de Feijóo Sotomayor no estaba exactamente oculto, simplemente no es conocido. Esto fue lo que más me llamó la atención, de hecho. A mí me contó la historia una amiga que me hizo llegar el primer hilo documental del que tirar para empezar a investigar. Me hizo un regalo extraordinario que se ha materializado en Azucre.
¿A qué tipo de archivos has tenido acceso para documentar esta historia?
Lo primero fueron las listas de los pasajeros de los barcos que pueden consultarse en el portal xenealoxia.org; la memoria de la empresa que escribió en 1853 Urbano Feijoo de Sotomayor está fácilmente disponible en varias bibliotecas digitales; la actas de sesiones de Las Cortes durante las que se discutió el caso pueden consultarse en la web del Congreso… Prácticamente todo puede consultarse en archivos y bibliotecas digitales, por eso te decía que los datos no estaban precisamente ocultos, bastaba un ordenador y paciencia.
¿Consideras Azucre una novela histórica o de ficción?
Azucre es una obra de ficción que cuenta una historia real. Los personajes son completamente inventados pero todo lo que se cuenta es verdad, está documentado.
Como reza el subtítulo, dices que Azucre es una epopeya. ¿Crees que los chicos gallegos que viajaron a Cuba en 1800 pudieron llegar a sentirse héroes de alguna manera?
No lo creo. Eran personas sencillas que solo buscaban ganarse la vida, pueden ser considerados héroes para nosotros hoy en día, a título póstumo. Pero ellos como mucho se habrán sentido supervivientes, hay que tener en cuenta que el que consideramos héroe, la mayoría de las veces, es aquel que no pudo salir huyendo.
Todo lo que pasa en Azucre, está contado desde el punto de vista de los rapaces, los protagonistas. Son ellos los que nos cuentan su versión y visión de la historia. Sin duda, un acierto a efectos. ¿Por qué eliges ese punto de vista narrativo?
Porque creo que es la única manera de que la historia tenga el impacto suficiente como para quedarse en la memoria popular. Esta es, para mí, la gran reivindicación de esta novela, necesitamos las voces de los protagonistas para que la historia se vuelva real y nos apele, de esa manera se inserta en nuestra memoria popular. Los datos, los documentos oficiales, las enciclopedias… son necesarios para los juicios, para la academia y para la parte oficial de la vida, pero no dejan la impronta humana que deja un buen relato. Ahí es donde interviene la literatura que llega a donde la realidad no puede.
¿Y por qué rapaces?
Por la misma razón que el título es Azucre, son ellos los que hablan y se dirigen a sí mismos con sus propias palabras. Era fundamental para que resultase creíble que hubiese una presencia inequívoca del gallego, desde el mismo título hasta el modo de identificarlos.
¿En qué medida se hubiese visto limitada la novela desde otro punto de vista narrativo? ¿Lo llegaste a plantear o no tuviste dudas?
No tuve dudas. La única manera que concebía para contar esta historia es desde el punto de vista de sus protagonistas, tal y como lo he hecho. Se podría contar de mil maneras, incluyendo la parte documental, el análisis político, introduciendo a Feijóo Sotomayor como personaje… pero la única parte que para mí era interesante era esta. Mi objetivo era humanizar a estas 1700 personas, mostrar sus rostros, para eso necesitaba las menos distracciones posibles. La historia debía ser contada por ellos, desde su punto de vista y sin nada que les robase el protagonismo.
Recupero una frase del libro: «Como a este lado todo cambia, las palabras para llamar a las mismas cosas son otras, y hay que aprenderlas porque ¿Qué haremos si no sabemos llamar a las cosas?» Más allá de las diferencias lingüísticas, ¿Qué elementos hay en común en las culturas gallega y cubana?
Las raíces que unen Cuba y Galicia son profundas y antiguas, durante el siglo XIX y principios del XX los gallegos llegaron a representar casi el 10 por ciento de la población de la isla. Ha habido un intercambio cultural y una comunicación ininterrumpida, baste como ejemplo que la primera vez que se interpretó en público el Himno gallego fue en el Gran Teatro de La Habana y que el Centro Gallego de La Habana fue el más importante e influyente de toda América Latina.
Aunque el relato está escrito en castellano, son continuos los guiños y referencias a palabras procedentes de la lengua gallega. ¿Esta composición estaba premeditada desde el principio o llegaste a plantearte escribirla en gallego en su totalidad?
Esta forma híbrida de castellano y gallego surgió sobre la marcha, yo tenía claro que el gallego tenía que estar presente y al principio todas las opciones estaban en abierto, incluso escribirla totalmente en gallego. Sin embargo, me pareció que era mucho más interesante utilizar esta fórmula y poder así expresar los cambios de idioma a los que se enfrentaban los protagonistas con todos los matices que eso implica. El bilingüismo era una realidad de estos personajes y de su entorno, por tanto, era necesario retratar esa realidad bilingüe que, yo creo, enriquece el relato.
En la mayoría de las culturas, en algún momento de la historia se ha experimentado esa necesidad de emigrar para huir de la miseria. De hecho, hoy sigue pasando en Latinoamérica, en Afganistán, en África,… ¿Es Azucre un homenaje a un pasado que sabe a presente?
Totalmente, Azucre habla de la experiencia universal de la emigración. De la fragilidad de aquellos que huyen de la miseria, de la guerra o de cualquier otra circunstancia extrema y lo que encuentran en su destino no es precisamente un lugar seguro. Por desgracia, es una experiencia universal y nada indica que dejará de serlo.
La desproporción entre esclavos negros y colonos españoles en Cuba hizo que entrara en juego Feijóo y su empresa. Lo que iba a ser un futuro prometedor para los migrantes gallegos, al final se convirtió en un calvario. ¿Has encontrado algún tipo de documento de la época que hiciera eco de este escándalo?
En 1853 Feijóo de Sotomayor escribe y publica en La Habana una memoria para explicar las ventajas de su empresa y, entre otras cosas, compara la capacidad de trabajo de un gallego y un esclavo africano. Defiende, por supuesto, que un gallego trabajará mejor y se adaptará sin problemas al clima y las condiciones que se le impongan.
El primer barco de su empresa llega a La Habana con el primer cargamento de trabajadores el 6 de marzo de 1854 y en octubre del mismo año el Capitán General de la isla emite una circular pidiendo que se repriman las insurrecciones y se dé a los colonos gallegos condiciones dignas. Es decir, la situación escaló a las instancias más altas en apenas unos meses. A final de año el escándalo ya había llegado a España y a principios 1855 salía en los periódicos como El Clamor Público.
El Arquivo da Emigración Galega cuenta con una serie de documentos donde consta el conocimiento de Urbano Feijóo sobre las condiciones de los empleados de su empresa. ¿Tienes o has tenido acceso a estos documentos? En caso afirmativo, ¿Qué conclusiones has sacado?
No he podido solicitar aún el acceso, espero hacerlo en breve.
Rosalía de Castro publica Follas Novas en 1880 y es evidente que conoce la historia cuando leemos lo siguiente: «Galicia está probe, i á Habana me vou… ¡Adiós, adiós prendas do meu corazón!». ¿Has encontrado más referencias en otras obras de otros poetas o escritores?
Es evidente que Rosalía de Castro tuvo que conocer esta historia, de todas maneras la huella de la emigración en la memoria literaria gallega es profundísima. Desde la misma composición del himno gallego que fue una serie de cartas que fueron y vinieron a Cuba entre Eduardo Pondal y Pascual Veiga, y la obra de autores imprescindibles como Castelao, Curros Enríquez, Ramón Cabanillas o Neira Vilas.
Eres gallega, de A Coruña. ¿Hay algo a título personal en Azucre?
Sí, lo que hizo que me obsesionase con esta historia fue pensar que cualquiera de los rapaces podían haber sido antepasados míos.
El lanzamiento del libro ha coincidido casi con la Feria del Libro de Madrid, en la que has estado firmando ejemplares. ¿Cómo has sentido la acogida?
La acogida está siendo magnífica y tanto la editorial Pepitas como yo estamos muy contentos con las reacciones que está provocando Azucre, especialmente por parte de los libreros y de los lectores.
¿Cómo te gustaría que permaneciera Azucre en nuestra memoria?
Me gustaría que Azucre consiga que el relato de los gallegos esclavos forme parte de nuestra memoria colectiva y que sus personajes, aunque sean ficción, pasen a formar parte del imaginario popular.
¿Nos traerás más poemas o has encontrado un género a explorar?
De momento creo que aún me queda mucho que explorar en el género de la novela. Aunque eso tampoco quiere decir que los poemas llegan cuando ellos quieren.
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