Cultura ambulante

Un museo que respira

La artista Maider López inagura ‘Arnasa’, inaugura una instalación encargada por el Museo de Bellas Artes de Bilbao en la que la institución se convierte en un organismo vivo a través de la luz. La pieza quiere reflexionar sobre el papel de los museos en el contexto actual

Desde que el mundo saltó por los aires allá por marzo, las instituciones del arte, mientras cerraban sus puertas y clausuraban sus exposiciones, se han entregado al debate sobre el papel de los museos en el nuevo mundo. Un tema sobre el que hemos hablado largo y tendido en Mercurio (y lo seguiremos haciendo). A este debate, de la más poética de las formas, se suma ahora el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que junto a la Fundación Banco Santander ha reactivado el programa La Obra Invitada con una creación site-specific originada a partir del encargo del centro a la artista Maider López. Arnasa (respiración) es una instalación de luz que se contempla desde el exterior del museo y que podrá verse todos los días entre el anochecer y la una de la madrugada durante todo el verano. La propuesta plantea la idea de un museo que respira a través de la luz, que se detiene a coger aire, a pensar.

«La propuesta plantea la idea de un museo que respira a través de la luz, que se detiene a coger aire, a pensar»

En el contexto inédito de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, el museo y la Fundación Banco Santander han invitado a la artista Maider López (San Sebastián, 1975) a realizar una intervención artística que interaccione con la propia institución y que, además, provoque en el espectador una reflexión sobre el papel del arte y los museos en la sociedad.

Se trata de la primera vez -en los 19 años y las 63 ediciones en los que se viene desarrollando el formato expositivo de La Obra Invitada- que el museo encarga exprofeso una creación artística, que en este caso añade el valor de estar estrechamente vinculada a su propio espacio y a los acontecimientos actuales. El resultado es una instalación que gradúa la intensidad de la luz del museo al ritmo de la respiración y en la que la artista propone que, incluso cerrado y sin presencia humana, el museo se expande y sigue «respirando», vivo y contribuyendo a la vida en común de su entorno. En palabras de su creadora: «Una pieza hecha para ser vista desde la calle, para mirar el museo desde fuera e integrarlo en la ciudad».

Maider López: «He creado una pieza hecha para ser vista desde la calle, para mirar el museo desde fuera e integrarlo en la ciudad»

«La actual crisis sanitaria ha provocado un momento de excepcionalidad en el que los museos de casi todo el mundo han estado cerrados, pero han seguido trabajando, las galerías han permanecido intactas, los cuadros y obras han continuado teniendo las condiciones ambientales necesarias para mantenerse, cuidados por el personal del museo. Estos cuadros han estado ahí aun sin público, quizá también en el imaginario de las personas en sus casas, pero sobre todo presentes en el museo», abunda la autora.

En la pieza, el museo de Bilbao abre sus límites y el visitante, hasta ahora ausente, se trastoca en paseante que percibe la obra no adentrándose sino desde el exterior, en un momento de la historia en el que el deambular por la ciudad y la necesidad de aire libre se han convertido en deseos colectivos. Según López, «el museo respira a través de la luz. La luz en el interior del edificio se enciende y apaga gradualmente al ritmo calmado y constante de la respiración. La luminosidad sale por ventanas y cristaleras expandiendo el museo, conectando el interior y el exterior. La variación de la intensidad de la luz se ve desde la calle y el transeúnte puede ver cómo el interior del museo desprende luz, dando la sensación de que respira y remitiendo a la vida interior del edificio».

Todas las salas del museo se encienden y apagan al mismo tiempo de forma gradual para otorgar al paseante la sensación de que el edificio entero respira como una unidad, con una frecuencia que va cambiando de fases (apnea, espiración, inspiración…). En este sentido, la artista concluye: «El museo, aun cerrado, está vivo. Cuando visité el museo cerrado durante dos meses, sentí cómo esas obras han permanecido ahí, aunque nosotros no estuviéramos. Una potente sensación de vida, de que aun cerrado el museo contribuye, como un jardín al que no tenemos acceso ni podemos verlo o disfrutarlo de una manera directa, pero que sus árboles y vegetación favorecen la vida en común a través del aire, de las abejas que lo visitan…».

 


Arnasa. 
Maider López
Museo de Bellas Artes de Bilbao
Hasta final de verano
De lunes a domingo, desde el anochecer hasta la 1 de la madrugada

VISITA APTA PARA: Sabios conscientes del papel de los museos en el organismo vivo de las ciudades.
VISITA NO APTA PARA: Quienes no se paran a respirar. 

 

 

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