Culture Club

Club de lectura para combatir el fascismo

Desde reuniones de amigos hasta propuestas privadas o públicas con carácter permanente, los clubes de lectura son una herramienta para generar pensamiento crítico y comunidad alrededor de la lectura de un libro. Proliferan en las librerías estos formatos que cumplen con el objetivo del fomento de la lectura y generan vínculos y relaciones sociales a partir de la literatura entre sus usuarios, tan necesarias en la sociedad en la que vivimos.

Es triste pensar cómo muchos abrirían la boca de sueño solo de oír o leer la denominación club de lectura; quizá por el referente Sánchez-Dragó y su tertulia televisiva Negro sobre blanco que, sin pretenderlo, pintó al libro con la pátina del bostezo al que inevitablemente somos propensos los domingos a las 21.30, hora de emisión del que ha sido uno de los programas históricos de libros en nuestra cadena pública. Afortunadamente, con los años, hemos rascado mejorías en el fomento de la lectura a través de la denominada “caja tonta”, que cuanto más plagada de cultura está, menos tonta parece.

En la lista de buenos propósitos de cada año, académico o natural, encontramos, además de los habituales “practicar inglés” o “ir al gimnasio”, el clásico “leer más” o “apuntarme a un club de lectura”. Además de las iniciativas públicas o privadas (cualquier grupo de amigos ha pensado alguna vez en tener su propio club de lectura), las librerías conocen esta potente herramienta y estas reuniones, normalmente mensuales, llegan a convertirse en parte de la marca de la casa. El club de lectura es un acto social alrededor de un libro, una trama, unos personajes, un momento histórico, y es un acto altamente estimulante a nivel intelectual si se convierte en un ágora para generar pensamiento crítico o debatir diferentes posturas en torno a un tema. Sentirse cómodo entre los integrantes de un grupo de lectores no reside en tener compañeros afines al propio pensamiento, está en generar el ambiente de libertad adecuado para que el debate sea rico y sano.

Si añadimos a la fórmula magistral un espacio acogedor y una buena mesa sobre la que apoyar quizá un buen vino o algunos manjares, la experiencia sensorial complementa a la intelectual, ambas se intensifican y el acto en sí tiene mayor capacidad de generar vínculo. Ahí reside la receta mágica y, gracias a ella, hay clubes a los que habría que hacerle la prueba del carbono para saber de qué antigüedad remota y difusa datan, independientemente de que algunos de sus integrantes vayan renovándose. El club de lectura es un ser vivo en sí, con sus ciclos de vida y su juvenil longevidad, con esa sorprendente capacidad de mantenerse joven a pesar de los años. Tal es el vínculo de la lectura compartida.

«Hay clubes a los que habría que hacer la prueba del carbono para saber de qué antigüedad remota y difusa datan»

La otra noche, tuve la oportunidad de corroborar que un club de lectura es ese espacio de libertad y comunión alrededor de un libro. Se debatía la lectura de Paradero desconocido, una novela impactante publicada por primera vez en 1938, y no tardan en aflorar las conexiones con el polémico enfrentamiento entre Jorge Javier Vázquez y la inclasificable Belén Esteban, que tiene debatiendo a toda la opinión pública de un país, por lo que conlleva de escalofriante: nos sitúa en un ambiente terrorífico de incipiente revalorización popular del discurso fascistoide. N. (una de las lectoras del club) trae a cuenta la columna de Jabois, que a su vez trae a cuenta el artículo de Ramoneda allá por 2010 y que no ha perdido ni un ápice de vigencia. Martín, el galerista alemán que vuelve a su tierra natal en los albores del enardecimiento del nacionalsocialismo, que muta en un acérrimo defensor de sus valores para convertirse en un adefesio de sí mismo y un monstruo espeluznante, podría ser, en esencia y a años luz de distancia, una Belén Esteban. Y en la lectura de un libro magistral no nos esperábamos esta catarsis grupal para exorcizar el miedo a estar viviendo en el espejo de la sociedad europea que permitió la construcción del discurso único del fascismo.

Dieciocho cartas y dos telegramas que suponen la construcción magistral de toda una trama. “Una lección de economía narrativa y precisión literaria” dice R. (otra lectora), «una novela epistolar que bien podría continuar su narración con otra novela epistolar como es 84, Charing Cross Road», pero la comparación, por la sutileza con la que Helene Hanff pasa de puntillas por el horror, hace parecer a la segunda una novela cándida y sensiblera.

La reflexión empieza a girar sobre el discurso populista y hasta qué punto puede manipular a la masa. Hitler empieza hablándole a la masa. “Estos son los únicos hombres que cuentan, los emprendedores. Y aquí, en Alemania, ha surgido un hombre emprendedor. Un hombre que está cambiando las cosas… Y yo me uno a él… No has conocido a Hitler. Es una espada en alto. Es una luz blanca, pero ardiente como el sol del nuevo día.” Se reconoce que ya no hace falta el mitin en la plaza pública, ahora es tan sencillo como la manipulación de una cadena de televisión que te coloca cómodo en casa, en tu sofá, con la poca voluntad que te confiere un estúpido mando a distancia, fácil para el adoctrinamiento a través de un manipulado personaje popular que viene a interpretar zafiamente el papel de un referente que Belén encarna desde lo grotesco. Y que ciertos periodistas, aprovechando quizá la brecha mediática, puedan ver en este personaje una autoridad moral para convertirse en un termómetro social es sencillamente espeluznante.

«El club de lectura es un ser vivo en sí, con sus ciclos de vida y su juvenil longevidad… Tal es el vínculo de la lectura compartida»

Dan ganas de hablar de otras lecturas al hilo: Cómo dialogar con un fascista, reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana, de la filósofa brasileña Marcia Tiburi, que pretende precisamente que la gente vuelva a familiarizarse con la cultura política para darle herramientas que les ayuden a cuestionar la ideología fascista antes de su ascenso social. Ahí es donde es posible erradicar la posibilidad de hacerse dominante. O de Facha, cómo funciona el fascismo y cómo ha entrado en tu vida, de Jason Stanley, que tiene la misma vocación de servir de instrucciones generales para identificar el fascismo cotidiano a tu alrededor. Prologado por Isaac Rosa, del que quiero destacar lo siguiente: “Soy un alarmista, como supongo os parecerá el propio Stanley si lo leéis. Y tenéis razón: en la España de 2019 estáis muy lejos de que os gobierne un Trump, o un Orbán. Estáis tan lejos como lo estaban los estadounidenses solo un par de años antes del ascenso huracanado de Trump”. Si Isaac Rosa hablaba aquí en la era mundial preCOVID-19, qué diría ahora. Qué hubiera dicho la otra noche en la sesión de este club de lectura.

 

«Pero siempre hay un refugio donde encontrar algo que sea auténtico. La charla íntima con un amigo ante quien nos despojamos de nuestra estúpida fatuidad, en quien encontramos calor y comprensión, con quien el egoísmo mezquino es impensable. Un refugio donde el vino y los libros le dan a la vida un significado distinto. Ahí hemos fabricado algo, que la doblez no puede tocar. En ese refugio estamos a nuestras anchas»

 

Una vez elegido el próximo libro de lectura compartida, Beloved de Toni Morrison (el cual menciono por si sirve de itinerario a lectores despistados), la noche se cierra con la promesa de un nuevo encuentro excitante, una orgía intelectual y palatina, alrededor de esa manía que tienen algunos de descifrar los códigos de un libro, de una trama, de unos personajes, de una historia escrita, y compartirlo. La lectura compartida es un arma de instrucción masiva que, por su riqueza y su valor social, debería ser declarada patrimonio universal intangible.

 

Gracias al club de lectura que se reúne en Caótica Librería y a todos sus integrantes por dejarme asistir y disfrutar de la sesión del día 25 de junio. Esperando que este texto haga honor a su vocación y fidelidad. 

Paradero desconocido
Kressmann Taylor
Edición: Soy Un Calamar, junio 2020
80 páginas
10 euros
Cómo conversar con un fascista
Marcia Tiburi
Akal, noviembre 2018
176 páginas
16 euros
Facha. Cómo funciona el fascismo y cómo ha entrado en tu vida
Jason Stanley
Blackie Books, febrero 2019
240 páginas
18,90 euros

4 Comentarios

  1. Y por qué no hay un club de lectura para combatir a los fachas de izquierdas., es decir, para combatir el comunismo, que ha hecho muchisimo más daño en vidas humanos y sufrimiento, que el fascismo. Ya está bien que los facharrojos se vayan de rositas. Un Nuremberg para juzgar el comunismo en todo el mundo.

  2. Pues porque son los desposeídos. El daño hecho se cerró con su mismo fin, no se han perpetuado en generaciones y generaciones inútiles. Y literariamente , en la ficción, la opción fácil es buenos y malos, dicotomías rentables y sencillas. Siendo así, ser de los malos solo vende cuando es con dinero de familia y esos no leen, o quizás solo la marca de clase, se consume otro tipo de producto social. Se puede abrir cualquier club o iniciativa, no hay problema, pero si el fin es vender, lucrarme, mejor títulos populares, proletarios, del llano común, venderás seguro.

  3. Podría haber estado de acuerdo contigo si te hubieses parado en «fachas de izquierdas», probablemente no sería una nomenclatura nítida pero se entiende el mensaje. Pero después emites un juicio de valor y lo cuantificas y al final pides justicia divina contra los comunistas… Creo que el texto proponía debate y razonamiento frente a ideologías totalitarias. De tus palabras se desprende rencor, odio y algo más y esto no es un juicio de valor, es un análisis de tus palabras.

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