Venía a decir Elena Vozmediano (crítica de arte en El Cultural) que en ARCO todos los medios de información se parecen: importa más el click, la anécdota periférica, la autopista viral que provoca una obra supuestamente irreverente o escandalosa. El periodismo –salvo excepciones– suele practicar el tiro con ARCO.
El arte no vende, recordaba Vozmediano. Paradójicamente está fuera de mercado, pese al dislate del capitalismo negro y la excentricidad de los habituales manirrotos. Ante el arte contemporáneo el pueblo común o no entiende o prejuzga o se aburre (o las tres cosas a la vez). Por eso los medios intentan atraer a los esquivos con titulares luminiscentes o con crónicas sobre la escandalera que ha armado tal o cual artista con tal o cual artefacto.
«Los medios intentan atraer a los esquivos con titulares luminiscentes o con crónicas sobre la escandalera que ha armado tal o cual artista»
No ayudan los precedentes en torno al mundo peregrino del arte contemporáneo. Pensemos en el plátano masticable de Cattelan. Recordemos el cuadro del Zapata gay que armó su polvorín en México. O, sin salir de México lindo y querido, el destrozo que la crítica de arte Avelina Lésper causó a la obra de un artista al que odiaba tanto que parecía como resurgida del violento tiempo de las guerras cristeras…
En ARCO no podía faltar la obra cómplice. De ahí que lo primero que hemos leído sobre la muestra haya sido el supuesto escándalo que ha provocado un acrílico del artista Riiko Sakkinen: se muestra el retrato de Franco bajo el lema ‘No fue tan malo como dicen’ y una serie de frases laudatorias sobre su legado.
Dice el artista que pretende inducir a la reflexión sobre el pensamiento ultra que nos rodea. O sea, que pretende explorar el límite al que puede llegar el blanqueamiento de ciertas ideas políticas de nuestra hora. Dirá el espectador que le importa un pepino este debate. Y no andará desatinado, aunque sea por casualidad, ya que el artista finés vive al parecer en Pepino, provincia de Toledo, donde Vox fue el partido más votado en las últimas elecciones. De ahí el trauma, la irónica vuelta de tuerca que plantea el pesaroso Sakkinen.
«El arte contemporáneo es en realidad tan viejuno como la noche de los tiempos»
Con sus 200 galerías y su diáspora de artistas, galeristas y coleccionistas concentrados en el campamento de refugiados de Ifema, lo cierto es que cualquiera llega en ARCO a una doble conclusión. Por una parte, el arte contemporáneo es en realidad tan viejuno como la noche de los tiempos. Desde Altamira el arte siempre ha estado en crisis, decía Tápies. Y, por otro lado, que el arte contemporáneo y el arte en general se mueven por el dinero es algo que ya sabíamos desde el renacimiento florentino de los Médici. Sea como sea, que ustedes disfruten también del tiro con ARCO.