Se avecina un otoño Garci y en distintos frentes. En pocas semanas se estrena su nueva película, El Crack Cero, el regreso del detective Germán Arreta que le diera cierta gloria entre la cinefilia menos partidaria e incondicional (que siempre ha tenido) con aquellas dos entregas protagonizadas por Alfredo Landa en los primeros años ochenta.
También se publican estos días sus artículos y columnas para ABC, 13 Terceras de ABC y un discurso improvisado (Notorius), recopilación que da cuenta de su inagotable pasión por el cine y la literatura a la vieja usanza analógica y memorística y entre la que se encuentra el artículo Hollywood Gil que le hizo valedor del Premio ‘Mariano de Cavia’ en 2017.
Pero lo que nos ocupa aquí es la lujosa reedición en Hatari Books! de la que fuera su primera monografía ensayística, esta suerte de biografía-homenaje dedicada al escritor norteamericano Ray Bradbury (1920-2012), la primera sobre el autor y no sólo en castellano, aparecida en 1971 (ed. Helios) y que, según parece, se cotizaba bien cara entre los buscadores de tesoros bibliófilos en mercadillos, ferias y librerías de viejo.
Luis Alberto de Cuenca, amigo y habitual en aquellas memorables tertulias humeantes del programa de televisión Qué grande es el cine, se encarga de prologar un texto y de situarlo en su justo contexto de época (una España aún vigilada y poco aireada) y en la propia trayectoria del futuro cineasta que iba a traer el primer Oscar para España en 1983 con aquella Volver a empezar que no quisiéramos volver a ver por si acaso.
Un Garci entusiasta, generoso (se dice que el primer borrador del libro constaba de 1.000 páginas) y con apenas 26 años se encerraba en un hotel de Torremolinos para dar forma a su pasión, por entonces no tan compartida y consensuada como hoy, por uno de los grandes nombres de la literatura de ciencia-ficción del siglo XX junto a Arthur C. Clarke, Philip K. Dick o Stephen King, cuarteto estelar de autores anglosajones que han conseguido trascender las fronteras del género de los viajes espaciales, los encuentros extraterrestres, los terrores y las distopías variadas y legitimarlo a una misma altura de prestigio y calidad que el resto de géneros de la así llamada literatura seria o adulta.
«Esa la idea motriz, reivindicar a Bradbury más allá de etiquetas y géneros».
Porque es esa la idea motriz, reivindicar a Bradbury más allá de etiquetas y géneros, poner en valor, que diría un cursi, sus relatos no sólo fantásticos, su poesía, sus guiones o sus piezas teatrales o radiofónicas, de un libro que excusa pronto su condición híbrida y subjetiva. A saber, un texto que no es una biografía o un estudio stricto sensu, sino más bien una fabulación biográfica y una tentativa de análisis incompleto en la que Garci da rienda suelta a su vocación de escritor a partir de algunos retazos de la vida del autor de Crónicas marcianas, Fahrenheit 451, El vino del estío y El hombre ilustrado, muchos de ellos facilitados por él mismo vía correspondencia y otros sacados de artículos o entrevistas de la época, ensamblados a la manera de una declaración de amor en la que el director de El abuelo y Canción de cuna vuelca su torrencial y apasionado conocimiento de la cultura popular, la literatura y el cine norteamericanos en un perfil creador que intenta asociar los episodios vitales, especialmente aquellos relativos a la infancia y la adolescencia de Bradbury en Waukegan, Illinois, con algunos de los temas que aparecerán luego, de manera visionaria, con poderoso aliento lírico y en un discurso siempre humanista y crítico, en muchos de sus cuentos o en sus adaptaciones cinematográficas.
Es en el recorrido por la infancia y la juventud e Bradbury donde se nota más el exceso fabulador, el espíritu del fan y cierta tendencia a la grafomanía del joven Garci, empeñado en imaginar más de la cuenta, suponemos que amparado por la propia obra del autor, a la hora de trazar su perfil, su vocación lectora, su afición al cine y su personalidad creativa con demasiadas licencias poéticas que parecen más destinadas a la inflación literaria que a la claridad expositiva de los datos disponibles.
Más interesantes y despejados resultan ya los episodios de la entrada en la edad adulta ya en Los Ángeles, los primeros pasos literarios, el proceso de aprendizaje, pulido de estilo y aceptación en el mundillo literario, el relato del viaje a México esencial como inspiración para la ambientación y la atmósfera de las futuras crónicas marcianas o, ya reconocido el autor en el orbe de las letras norteamericanas y ampliamente publicado y con éxito de ventas a partir de los años 50, su incursión en el mundo del cine de la mano de John Huston y Herman Melville, de quien adaptaría Moby Dick para la famosa y controvertida película de 1956, o de François Truffaut y su celebrada versión de Fahrenheit 451 (1966), filme al que Garci dedica no pocos elogios y en cuyo análisis sale a relucir esa faceta suya de crítico de adjetivo fácil y sentencia firme.
Si el libro de 1971 se completa ahora con una interesante y prolija conversación entre Garci, Andrés Moret y Eduardo Torres-Dulce en la que se rememoran la génesis del mismo, los encuentros de Garci con Bradbury a lo largo de los años y otras jugosas anécdotas personales marca de la casa, también con un capítulo dedicado a actualizar la bibliografía y la filmografía bradburyana, otro gran bloque intacto procedente del original está dedicado al análisis y comentario, uno a uno, de los relatos que conforman El hombre ilustrado, para Garci el mejor de todos sus libros de relatos.
Pingback: Elena Anaya: «Tener delante actuando a Julian Moore es uno de los placeres más grandes que he vivido» - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Tal vez soñar y otras historias de la dimensión desconocida - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: '2001: Una odisea del espacio': un salto evolutivo del arte cinematográfico - Jot Down Cultural Magazine