Horas críticas

Relámpago sobre el agua

Tiempo de vivir, tiempo de revivir. Conversaciones con Douglas Sirk. Antonio Drove. Prólogo de Víctor Erice y epílogo de Miguel Marías. Athenaica Ediciones Universitarias (Sevilla, 2019). 378 páginas / 25 €

El 23 de junio de 1982 se producía en Lugano el encuentro de Antonio Drove con Douglas Sirk. Al director madrileño se le encomendó la tarea de filmar una entrevista que sirviera para acompañar, a modo de presentación, la proyección de las películas del viejo cineasta alemán en Televisión Española. Para Drove no se trata de un simple encargo; ya en 1977 intentó desarrollar, sin éxito, una serie sobre cuatro cineastas entre los que estaba Douglas Sirk junto a Samuel Fuller, Nicholas Ray y Jacques Tourneur, «autores» en el decir de la vieja teoría de los años cincuenta -brevemente, aquellos que, en el marco de la industria cinematográfica, lograban imprimir un sello estético y ético propio a proyectos concebidos, en principio, como meros objetos de consumo–.

Un papel similar intentó jugar Drove en el ámbito del cine español, en aquello que se llamó la tercera vía y que se reveló como un terreno baldío. Así, el encuentro entre ambos cineastas se desarrolla bajo la sombra de una filiación imposible –no en vano, como señala Erice en el prólogo que antecede al texto, la del español fue la primera generación de cinéfilos (cine-fils, en la afortunada expresión de Daney) en España–. Frente a la falsa nostalgia cinéfila, como subrayara Drove, fue necesario asumir que “nunca estuvimos en el río Mississipi”.

«El libro orbita en torno a la entrevista en la que Sirk presenta sus películas mientras despliega algunas ideas fundamentales respecto a su trabajo como cineasta»

Con prólogo de Víctor Erice y epílogo de Miguel Marías, el libro, al cuidado editorial de Athenaica, orbita en torno a la entrevista en la que Sirk presenta sus películas mientras despliega algunas ideas fundamentales respecto a su trabajo como cineasta: su concepción del melodrama, el binomio motion-emotion, la estructura del «rondó» como círculo demoníaco y, de soslayo, algunos apuntes sobre la posibilidad de un cine político en relación a Brecht. Todo marcado por una pregunta inicial fuera de cámara: “Mr. Sirk, antes de empezar la entrevista necesito que me hable usted de su concepto de la felicidad, de la brevedad de la felicidad y de cómo convivir con la infelicidad”.

Rodaje de ‘El caso Savolta’. Foto: Filmoteca Española

Será esa pregunta la que abra la posibilidad de que Tiempo de vivir, tiempo de revivir no se agote en el género de la entrevista, articulándose como un libro absolutamente heterodoxo: sumido en una grave crisis personal y profesional, a Drove se le presenta en Lugano no sólo una tabla de salvación, reconociendo en el anciano cineasta y en su mujer la posibilidad de la felicidad, sino un «encuentro» en todo el sentido deleuziano del término. Si la filiación no pudo ser artística, sí lo será en un sentido vital.

Así, el libro comienza con lo que Drove denomina «ejercicios espirituales»: un ejercicio de rememoración de su devenir cinéfilo bajo el signo de la epifanía –“el relámpago de gracia en que se desvela el sentido profundo de las cosas, de las personas y de uno mismo”– en el que, tomando como eje el encuentro con el viejo cineasta alemán, recorre su propia trayectoria tejiendo vivencias, fechas y encuentros mediante un método que define, retomando la expresión de Dalí, como «paranoico-crítico»: “los paranoicos son como los poetas y los enamorados: ven significación en todas las cosas”.

Es en esta búsqueda de un sentido en las casualidades, en la revelación de un destino, como se articula el relato. No es de extrañar entonces que Drove se remita al I-Ching, libro oracular chino que utiliza no sólo como guía para la vida sino como método de análisis cinematográfico, aplicándolo a Douglas Sirk y a Nicholas Ray en uno de los fragmentos más afortunados de Tiempo de vivir, tiempo de revivir. No obstante, como recuerda Benjamin, “el destino es el plexo de culpa de todo lo vivo”, de ahí el carácter trágico del «rondó» sirkiano. Frente al destino como horizonte agónico, Drove se remite a Bergson y su idea del élan vital, influenciado por los versos de Goethe que Sirk recita frente a la cámara: “Según el orden marcado el primer día. Así tienes que ser y ya no puedes escapar de ti mismo […] Y no habrá tiempo ni poder alguno que pueda romper la forma dada que viviendo se desarrolla”.

Uno de los temas fundamentales es la tensión entre carácter y destino, La mistificación narcisista del yo, el espejismo de la identidad, será la trampa a evitar

Se revela entonces uno de los temas fundamentales del libro, la tensión entre carácter y destino. La mistificación narcisista del yo, el espejismo de la identidad, será la trampa a evitar. Sirk es un ejemplo claro: director teatral en la Alemania de los años 30, se pasó al cine para poder trabajar fuera del país escapando a un porvenir sombrío y, en el momento de mayor reconocimiento en Estados Unidos, volvió de nuevo a Europa, donde dejaría su huella como profesor de cine en directores como R. W. Fassbinder, sin abismarse en ningún momento en su propio éxito.

Por eso mismo, solo él podía responder a la pregunta de Drove, y sólo su respuesta podía refulgir como un relámpago de gracia: “La felicidad es un pájaro que vuela, usando una metáfora. Tratas de atraparlo pero casi siempre se escapa. Y si lo atrapas, lo coges y… no sé, incluso si has llegado a atraparlo, nunca será algo muy familiar para ti, o muy raramente lo será. La felicidad volará lejos de ti de nuevo. […] En cierta forma nosotros, los seres humanos, estamos desamparados, básicamente en manos del destino. Para que la felicidad venga, debemos ser lo suficientemente atractivos para merecerla, para que ella desee venir a nosotros… no sé si queda claro”.

Por Miguel Praena

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