Cultura ambulante

El arte como desgarro y resistencia

La exposición En el aire conmovido…, comisariada por Georges Didi-Huberman, explora la emoción como fuerza política y estética. Un viaje entre Lorca, Goya y Pasolini, donde el arte conmueve, resiste y transforma nuestro modo de ver y habitar el mundo.

Masa teleplástica que emerge de la boca de la médium Stanislawa P. y permanece en posición flotante / Albert von Schrenck-Notzing

Durante décadas, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) ha forjado una identidad sin colección permanente, sin fondos, sin la carga que otros museos deben sostener. Su materia prima ha sido siempre el presente, la tensión de los signos de época. Y en este gesto, muchas veces fugaz pero siempre cargado de una lucidez intempestiva, radica su potencia. Ahora lo confirma con «En el aire conmovido…», una exposición cocurada con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y orquestada por Georges Didi-Huberman, el filósofo francés que ha hecho del pensamiento visual una forma de resistencia.

El título de la muestra proviene de un verso del «Romance de la luna, luna», poema inaugural del Romancero gitano de Federico García Lorca. Allí el aire, conmovido por la danza espectral de la luna y el niño, se convierte en presagio, símbolo, aura. Didi-Huberman rescata ese quinto verso como pista para una investigación radical en torno a la emoción, no como fenómeno individual, sino como vector colectivo, social, político incluso. Porque esta exposición no se limita a mostrar obras, sino que ensaya una cartografía: la de las emociones que atraviesan los cuerpos, que se encarnan en lo histórico, en lo estético, en lo simbólico.

La emoción no se presenta aquí como epifenómeno, ni como debilidad del sujeto moderno. Es, por el contrario, una fuerza con potencia crítica. Lo dice el propio Didi-Huberman cuando habla del «desgarramiento afectivo» al que la experiencia sensible se ve sometida en la sociedad mercantilizada: un desgarro que se convierte en hiperexposición de los afectos, en espectáculo, en mercancía sentimental. La exposición, como el catálogo que la acompaña, denuncia esa estetización vacía, esa lógica narcótica del consumo emocional que transforma la belleza en fetiche. Pero, al mismo tiempo, busca rescatar la dimensión liberadora del sentir, su capacidad para escapar de la razón instrumental.

En el aire conmovido… articula un relato curatorial en torno a lo que Didi-Huberman llama la antropología política de la emoción. No es solo una cuestión de estética o de historia del arte. Se trata de interrogar cómo los afectos modelan nuestra percepción del mundo, cómo se convierten en cuerpo y movimiento social. En este sentido, la exposición es también una respuesta al presente. Lo dice Luïsa Moret en su texto del catálogo: esta muestra ilumina la realidad contemporánea con preguntas desgarradoras. Y esas preguntas encuentran en la infancia —la sufrida, la desplazada, la violentada— un espejo ineludible.

Aquí, el niño que mira a la luna en el poema de Lorca se vuelve símbolo de una humanidad en ruinas, pero aún no vencida. Didi-Huberman, que ha estudiado durante décadas el flamenco, el duende, la imagen y el dolor, entiende que esa mirada no es romántica ni cándida, sino que porta una ética insumisa. El niño, con su caos y sus miedos, representa mejor que el adulto la posibilidad de una resistencia radical. No se trata de idealizar la infancia, sino de asumir su contradicción: su fragilidad y su potencia.

La exposición se organiza en bloques temáticos, que no funcionan como compartimentos estancos sino como constelaciones. En Pensamientos se aborda cómo la emoción puede organizarse: como gramática, como diccionario afectivo. En Caras y gestos, con obras de Rodin, Man Ray, Giacometti o Dalí, la emoción es gesto que desborda al cuerpo. En Síntomas, la conmoción es síntoma psicoanalítico, irrupción que desorganiza el mundo. Y en Sitios, Políticas e Infancias, se despliega el núcleo político del proyecto: cómo el dolor se territorializa, cómo el miedo se convierte en herramienta de dominación, cómo el arte puede ser lenguaje de lucha.

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Porque si hay algo que se impone tras recorrer En el aire conmovido… es la certeza de que sentir —sentir de verdad— sigue siendo un gesto subversivo..

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Las obras dialogan sin jerarquías: desde los estudios fotográficos de Étienne-Jules Marey a las esculturas cortantes de Lucio Fontana, desde los dibujos de los supervivientes de Hiroshima a las imágenes de Capa o los poemas de Pasolini. El afecto se convierte en agenciamiento político, en fuerza capaz de desmontar los dispositivos del poder. No en vano, en esta exposición conviven Goya y Hölderlin, Brecht y Picasso, Godard y Darwin. Todos ellos convocados para dar cuenta de esa emoción que se mueve, que sacude, que no se deja atrapar.

Didi-Huberman, en su ensayo incluido en el catálogo, despliega toda su artillería filosófica. Vuelve a Adorno, a Benjamin, a Warburg, pero también a Deleuze y Guattari, para pensar la emoción como tránsito, como apertura. Frente a la lógica del control, propone una danza con lo incontrolable. Frente al sujeto cartesiano, un cuerpo que vibra con los otros. Frente a la estetización del mal, una poética de la resistencia. Y en este sentido, «En el aire conmovido…» es una lección de historia, pero también un acto político.

El catálogo, cuidadosamente editado, confirma el alcance del proyecto. No solo por la presencia del ensayo de Didi-Huberman, sino por la integración de materiales que escapan del régimen expositivo convencional: manuscritos, versos, archivos, fragmentos. Todo ello, articulado con una voluntad de pensamiento que recuerda que el arte no es solo objeto, sino acto. Un acto que, como en el poema de Lorca, puede estremecer el aire.

En un tiempo donde la emoción ha sido capturada por la lógica de las redes sociales, reducida a botón de like o a estrategia de marketing, esta exposición plantea otra vía. Una vía exigente, compleja, pero luminosa. Porque si hay algo que se impone tras recorrer En el aire conmovido… es la certeza de que sentir —sentir de verdad— sigue siendo un gesto subversivo.

 


 En el aire conmovido… 
Una exposición del pensador Georges Didi-Huberman
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB)
Hasta el 28 septiembre 2025

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