Ficción La Taberna Flotante

La hiperbotella de Klein

Taberna Flotante #98

Botella de Klein

-Para Ouroboros, engullir y ser engullido es una misma cosa -dijo Lem para sí; pero Chess lo oyó y añadió:

-Y si Ouroboros es, además, Anfisbena, ambas experiencias, tragar y ser tragado, son equipotentes, pues no engulle su cola, sino su cabeza, principal sede de la identidad y la propiocepción.

-Conceptos como “dentro” y “fuera” dejan de tener sentido…

-Por el contrario, adquieren un nuevo y pleno sentido, se funden en una síntesis que consume y consuma la dialéctica de su aparente exclusión mutua y la trasciende.

-La botella de Klein…

-La hiperbotella de Klein, su versión tetradimensional. O pentadimensional, si incluimos el tiempo.

-¿Estáis hablando del Insúcubo? -preguntó Casandra.

-Estamos hablando a partir del Insúcubo -precisó Lem-. Pero en realidad…

-En realidad, no -lo interrumpió Chess-, más allá de la realidad. Estamos hablando de redefinir la realidad, o de definirla definitivamente, valga la redundancia. No se puede definir una cosa desde la cosa misma. Pero si la realidad es todo, no podemos salir de ella sin volver a entrar en ella por la misma vía por la que salimos. El genio está atrapado en la botella. En la botella de Klein. La hiperbotella de Klein.

-Me temo que no te sigo, querido minino -dijo Casandra.

Sobre la despejada barra de la taberna, Chess empezó a girar sobre sí mismo hasta atrapar con la boca la punta de su cola.

-No tienes que seguirme a mí, querida osita -contestó entre dientes el metagato sin soltar su cola-. Tienes que seguirte a ti misma, autoengullirte. Creo que ese era el mensaje metafórico del Insúcubo barra Ouroboros barra Anfisbena, la parábola visual que nos obsequió al marcharse rodando.

 -La hiperbotella de Klein… -susurró Lem con la mirada perdida.

-Somos como el planeta Cerebro barra Ello -continuó Chess-. El verdadero farout, el afueralejos a explorar y devorar, está dentrocerca. El mundo exterior es el envoltorio, la albúmina que nutre la yema del huevo. Nuestros lectores se aventuran en su propia historia interior mientras (per)siguen la nuestra.

-¿Nuestros lectores? -repitió Lem, desconcertado.

-Acabarás escribiendo lo que te está sucediendo, lo que te está asustando, como siempre has hecho -le explicó Chess-. Y alguien lo leerá, y experimentará tu propio temor reverencial y tu mal disimulada irritación ante mis palabras herméticas. Podemos imaginar que ya lo has hecho, que estamos en la página de un libro, tu libro, nuestro libro, o en una pantalla digital, y sobre nosotros acechan en la oscuridad, en la membrana-abismo que separa y une dos niveles de realidad, o de irrealidad, los ojos que nos leen, ávidos y temerosos…

3 Comentarios

  1. Por algo lo llaman comerse el coco

  2. La boca es un medio primario de conocimiento. Igual que Chess, mucho cachorro corren detrás de sus colas en un intento de atraparlas inconscientes todavía de que son parte de sus propios cuerpos y los cacharros de humano se llevan a la boca cosas de lo más variadas para reconocerlas, desde una pieza de un juego a los dedos de sus propios pies.
    Tal vez comerse a si misme sea un buen método de introspección (real y metafórica).

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