La nave de Tichy se posó suavemente en el cosmódromo de Münchhausen ante la mirada expectante de Lem, que no acababa de creerse que el viaje de ida y vuelta al planeta Cerebro se hubiera desarrollado sin incidentes. Y en cuanto se abrió la puerta de la astronave comprobó que sus recelos no eran infundados. Pues quien salió por ella no era Tichy. Y tampoco Chess… ¿O sí? Sí y no. Era una mezcla de los dos. El tamaño y los andares de Tichy y la cabeza de Chess. Aunque los andares eran un poco más felinos y la cabeza un poco más humana.
-Salve, Staszek -lo saludó alegremente el recién llegado-. Un detalle por tu parte, venir a recibirnos al cosmódromo.
-¿Quién demonios eres? -preguntó Lem, aunque ya sabía la respuesta.
-Somos Tichess, ¿no nos reconoces? Y no somos demonios. Más bien ángeles. O arcángeles, mensajeros celestiales.
-¿Quién os ha… fundido, y por qué?
-Nos ha fundido nuestro propio deseo de superación. La individualidad es un límite, por no decir una cárcel.
-¿Y cómo lo habéis conseguido?
-Es un don que Ello nos ha concedido graciosamente.
-¿A cambio de qué?
-Tan suspicaz como siempre, Staszek. Ello solo quiere que lo dejen tranquilo. Lo que significa que las pocas personas que conocen sus coordenadas galácticas no deben revelarlas a nadie. Y a los Veladores menos que a nadie.
-¿O de lo contrario?
-Si la ira de Ello es tan grande como su generosidad, no nos conviene desatarla.
Además de Sada, solo tres personas conocían la ubicación del planeta Cerebro, rebautizado como Ello por Tichess: Casandra, Puntofijo y Lem, y se podía contar con su discreción. Y aunque el menos fiable Capitán Dorian guardara un mapa en algún rincón de su mente inconsciente, no tenía acceso directo a él. Por lo tanto, no era probable que sucediera algo que pudiese desatar las iras del enigmático cuasidiós.
-Pero no es eso lo que me preocupa -le confesó Lem a Casandra, a solas en un reservado de la Taberna Flotante.
-A ti tampoco te convence la supuesta fusión de Tichy y Chess, ¿no es cierto? -dijo ella.
-No, no me convence en absoluto. Son dos individualidades muy fuertes, por no decir egocéntricas. No creo que pidieran ser fusionados. O Ello los “persuadió” con alguna treta mental o…
-O en realidad Tichess no es la fusión de Tichy y Chess -concluyó Casandra la frase que Lem había dejado a medias.
-No de los Tichy y Chess originales, al menos -añadió él meneando la cabeza.
-¿Y qué podemos hacer para confirmar o disipar nuestras sospechas? -preguntó la narradora tras una larga pausa.
-Solo se me ocurre una cosa, y no me gusta nada: ir al planeta Cerebro antes de que Tichess, o lo que sea que lo controla, encuentre la manera de borrar de nuestras mentes las coordenadas galácticas.
-Otra opción sería dejar a… Ello tranquilo. Puede que sea cierto que eso es lo único que pretende.
-Es probable que sea cierto, sí. Y no hacer nada sería una buena opción de no ser porque, si Tichess no es la fusión de los Tichy y Chess originales, ¿qué ha sido de ellos?
Parece que Cerebro o quien se esconda en él no quiere ser encontrado, especialmente si se trata de ser encontrado por los Veladores.
Me ha venido a la mente una serie denominada Stargate. Recuerdo un capítulo en que los exploradores viajaban a través de una puerta estelar a las coordenadas de un planeta muy lejano, y lo que ocurría era un misterio, al menos desde su punto de vista, pues cuando creían que llegaban al destino aparecían de nuevo en el punto de inicio, que era la base de la Tierra. Y también era un misterio para los que se quedaban en la base terráquea, pues al ver llegar al equipo de exploradores tras unos días, relataban que habían acabado de entrar en la puerta y habían vuelto al punto de inicio.
Supongo que en el caso de existir naves que permitan esos trayectos, la situación es distinta para quien no quiere ser encontrado, y más sabiendo que las coordenadas en las que se encuentra no son secretas.
Vi la película, pero de la serie Stargate solo vi algunos trozos sueltos y no me parecieron muy interesantes. Buscaré el que comentas.
Yo la vi entera, y eso que tenía 10 temporadas (acabo de consultar que se hicieron 214 capítulos, y un centenar adicional de capítulos contando series complementarias a la original). Lo cierto es que muchos de los capítulos eran flojos, pero algunos de ellos me resultaron muy interesantes.
Acabo de buscar en el listado de los resúmenes de todos ellos y he encontrado de casualidad el que comentaba. El capítulo se titulaba Urgo y era el decimosexto de la tercera temporada. He encontrado la introducción al capítulo:
https://www.youtube.com/watch?v=h8ONYnsHDBA
No recuerdo si el capítulo entero merecía la pena, pero sí que recuerdo justo lo que se muestra en la introducción, pues me hizo pensar sobre diferentes maneras de evitar ser visitado.
Gracias, parece interesante, sí. Buscaré el episodio completo.
Esto que cuentas me recuerda a dos películas, En la boca del miedo de John Carpenter y Matrix Revolutions de Lana Wachowski. En ambas, el protagonista- uso el masculino porque ambos eran hombres- queda atrapado en una especie de limbo espacial (en este caso de espacio, no del espacio).
En el primer caso, el protagonista no puede salir del pueblo al que ha ido a buscar al autor del libro que parece la fuente de todo lo que le está pasando. En el segundo, Neo se despierta en una estación de metro de donde no puede salir. Es la estación de Mobil ave (un anagrama de limbo).
En ambos casos, se usa el mismo truco de montaje para dar a entender que se está atrapado en ese lugar. Ambos personajes sale del encuadre por uno de los lados y vuelve a entrar por el otro. En un montaje así normalmente se entendería que el personaje avanza pero para que eso se ocurra el paisaje tiene que ir cambiando. Si el personaje está avanzando va recorriendo un espacio y por tanto el entorno va cambiando.
En estas películas el lugar por el que vuelven a entrar en el encuadre ya lo ha transitado antes y como sus trayectorias son rectas y pasa dos veces por el mismo lugar deben de estar atrapado en ese espacio sin poder salir.
Un efecto inquietante, que nos recuerda que nuestro espacio-tiempo no es euclídeo.