Ficción La Taberna Flotante

Amnesia lacunar

Taberna Flotante #84

Localizar al Capitán Dorian fue fácil. Llevarlo a la Taberna Flotante con la promesa de un suministro ilimitado de cerveza azul, más fácil aún. Pero sonsacarle información útil parecía una tarea imposible. Y no por falta de colaboración del viejo lobo del espacio, que no paraba de hablar incluso antes de que la generosa bebida le soltara la lengua, sino porque su mente giraba sin control alrededor de un punto inalcanzable como una lata vacía en un vórtice magnético. Y el punto inalcanzable era Cerebro, pues parecía recordarlo todo sobre el misterioso planeta, excepto su localización. Uniendo los desordenados fragmentos del relato del Capitán Dorian como quien junta las piezas de un puzle, Casandra, Lem y Tichy lograron reconstruir una historia que podría resumirse así:

 Tras sufrir una avería en un apartado rincón de la galaxia, Dorian había puesto su astronave en órbita alrededor del planeta más cercano, al que había descendido en una chalupa en busca de algún material que necesitaba para la reparación. No había sido fácil aterrizar, ya que una densa masa arbórea lo cubría todo, y una vez en el suelo pudo apreciar la singular estructura “cerebral” del inmenso bosque. Tras encontrar con sorprendente facilidad los materiales que necesitaba, volvió a su nave, efectuó la reparación y volvió a casa sin problema alguno.

-¿Cómo es que te marchaste del planeta sin explorarlo? -preguntó Tichy-. No es propio de alguien como tú.

-No es propio, no es propio… -repitió Dorian con la mirada perdida-. De hecho, sabía que había llegado a un planeta muy especial, tal vez único, y estaba decidido a explorarlo; pero de pronto sentí la imperiosa necesidad de marcharme de allí y de volver a casa lo antes posible.

-¿Tuviste miedo? -preguntó Casandra.

-No, en absoluto -contestó Dorian-. Al contrario, me sentía muy seguro en medio de aquellos árboles que parecían neuronas gigantescas. Pero la necesidad de regresar era tan imperiosa…

-Y obviamente conseguiste volver a casa, puesto que estás aquí -dijo Lem-, luego en el ordenador de tu nave tuvo que quedar registrado el itinerario del viaje de regreso, y por tanto…

No pudo terminar la frase. El viejo lobo del espacio lanzó un terrible alarido, como si las palabras de Lem hubieran despertado algún recuerdo insoportable, y perdió el conocimiento.

En ese momento llegó Chess.

-Me he tomado la libertad de colarme en la nave de Dorian para examinar la memoria de su ordenador central -dijo el metagato-, confiando en que sería menos volátil que la de nuestro amigo. Pero me equivocaba. El ordenador ha “olvidado” toda una semana. Hace diez años, Dorian despegó de la Tierra, saltó al hiperespacio desde un punto próximo a la órbita de Júpiter…

-Y una semana después apareció en el mismo punto sin que quede la menor constancia de lo ocurrido en esos siete días -conjeturó Lem.

-Así es -confirmó Chess subiendo de un salto a la barra-. Diríase que el planeta Cerebro no quiere que lo encontremos.

-O alguien… o algo… detrás de ese planeta -añadió Tichy.

-O dentro de él -susurró Casandra tras una larga pausa.

3 Comentarios

  1. Muy curioso que Dorian recuerde haber encontrado fácilmente los materiales para reparar la nave, lo cual parece prácticamente imposible.

    Disponer de las habilidades de Sada podría servir de ayuda, aunque quizá Chess sea capaz de hacer oscilar su cola para hipnotizar a Dorian.

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