Ficción La Taberna Flotante

La máscara abierta

Taberna Flotante #82

Ghost in the shell (2017)

Tras escuchar el relato de Casandra sobre su segundo encuentro con los Veladores, Lem dijo meneando la cabeza con expresión dubitativa:

-No recuerdo ninguna historia parecida a la de ese planeta Cerebro, y si Sada la hubiera contado, no la habría olvidado.

-No la contó públicamente una noche de trilunio -aclaró Casandra-. Fue una tarde que estaba ayudándote detrás de la barra. Le pregunté si conocía alguna historia sobre planetas vivientes, y me contó, solo a mí, las tres que te he dicho, la de Ameba, la de Alma y la de Cerebro.

-¿Y no te dijo de dónde las había sacado?

-Se las había oído contar a tres habituales de la taberna a los que sirvió varias rondas de cerveza azul, pero no me dijo sus nombres.

-Tres borrachuzos compitiendo por ver quién cuenta la historia más disparatada -dijo Lem con un gesto de exasperación.

-Mi larga experiencia como recopiladora de narraciones orales me ha enseñado que los borrachuzos casi siempre exageran, pero casi nunca inventan ex nihilo -respondió Casandra-. Es una buena pista.

-Sí, de no ser porque la lista de borrachuzos que han frecuentado la taberna en los últimos veinte años es aún más larga que tu larga experiencia.

-Pero Sada seguro que los recuerda a todos y cada uno de ellos.

-Seguro. Tan seguro como que no ha salido del modo estatua desde que nos sugirió que desviáramos la atención de los Veladores hacia Solaris II. Si tú consigues reactivarla…

-La segunda tarea de una narradora, previa a la de contar historias, es escuchar…

-¿Y la primera?

-Hacer hablar a quienes tienen algo que decir.

-Vamos al sótano -dijo Lem tras una pausa.

El sótano de la Taberna Flotante era amplio, aunque muy bajo, de poco más de dos metros de altura. Estaba atestado de cajas y objetos de dudosa índole, y en la única zona despejada había una puerta de refulgente metal amarillo.

-¡Brilla como el oro! -exclamó Casandra.

-Porque es de oro. Es una cámara acorazada de oro macizo -dijo Lem abriendo la puerta metálica-, con paredes de diez centímetros de grosor; solo los neutrinos pueden atravesarlas. ¿Sabías que hasta finales del siglo XXI el oro era casi tan valioso como el rodio? Aquí hay unas cincuenta toneladas. De haberlas tenido entonces, habría sido billonario.

En el interior de la cámara, un cubo de unos dos metros de arista, la geisha robot, sobre un pequeño pedestal negro, parecía una diosa en su templo dorado.

-Toda tuya -dijo Lem.

-Déjame a solas con ella -pidió Casandra tras observar detenidamente a la inmóvil ginoide.

Él asintió con la cabeza y salió en silencio de la cámara acorazada.

Al cabo de unos minutos, la narradora lo llamó con voz desfallecida y Lem entró corriendo en la cámara. La geisha robot seguía inmóvil, pero su rostro se había abierto como una flor de grandes pétalos blancos, dejando al descubierto el interior metálico, y Casandra estaba sentada en el suelo, con las espalda apoyada contra la dorada pared.

-¿Estás bien? -preguntó Lem arrodillándose junto a ella.

La narradora asintió con la cabeza, y luego dijo en voz muy baja, como quien revela un secreto:

-No ha contestado a mis preguntas sobre el planeta Cerebro… No ha hablado ni se ha movido. Pero su largo cabello se ha soltado, me ha envuelto y me ha… transmitido un rostro, al principio cubierto por una extraña máscara; pero luego la máscara se ha… abierto, y tras ella estaba el rostro de Tichy…

3 Comentarios

  1. Me parece que a Lem se le ha olvidado un «no» en su primera intervención.

    Muy interesante lo que apunta Casandra como primera tarea de una buena narradora. A saber el método que tenía pensado para hacer hablar a Sada… Quizá Lem no haya resistido la tentación de quedarse cerca de la cámara de oro para aprender su manera de proceder.

    Por cierto, aunque es probable que Casandra sea una de las mejores narradoras existentes, me parece que Sada posee diversas características que le permitirían serlo también, pues sus cabellos y sus manos podrían ampliar una buena historia, aunque quizá no posea la capacidad oportuna para desarrollar adecuadamente la que podría ser la tercera tarea de una narradora.

    • Efectivamente, Lem se comió un no. Sobre si una máquina puede ser mejor narradora que un humano, hay diversidad de opiniones. Pero creo que pronto tendremos la respuesta.

      • Supongo que habría que determinar lo que significa ser mejor narrador y la manera de medirlo. Lo que no sé es si esa concreción debería corresponder únicamente al ser humano o si la máquina también tendría su versión.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*