Horas críticas

Los amplios vuelos de la ensoñación

El espejo de lo maravilloso

Incluso a las personas más materialistas y aquellas que más se resisten a creer en lo que no se puede percibir estrictamente mediante los sentidos ni explicar mediante la ciencia, incluso a ellas, a veces se les aparecen fantasmas. Lo que sucede es que no siempre se sabe interpretar esa presencia ni quién reclama a quién en la aparición. Si se encuentran las palabras adecuadas para narrar el acontecimiento y, sobre todo, la emoción que ha producido, el susto se asimila mejor y acaba proporcionando un conocimiento que nos hace un poco más sabios.

Esta sería la finalidad última de los cuentos, leyendas y mitos que reunió por primera vez en 1940 Pierre Mabille (Reims, 1905-París, 1952) en Le miroir du merveilleux, reeditado en 1962 con un prólogo de André Breton y recuperado ahora por Ediciones Atalanta. Médico de formación y de profesión, confiesa que, para él, «como para los realistas de la Edad Media, no hay diferencia fundamental entre los elementos del pensamiento y los fenómenos del mundo, entre lo visible y lo comprensible, entre lo perceptible y lo imaginable». En consecuencia, añade, «lo maravilloso está en todas partes».

André Breton, además de realizar en el prólogo un esclarecedor perfil vital e intelectual de Mabille, deja constancia también de su amplio conocimiento del «conjunto del pensamiento esotérico» y de la importancia de sus investigaciones para el grupo surrealista, con el que colaboró a través de su participación en la revista Minotaure. Lo onírico, el subconsciente individual y colectivo y el psicoanálisis se reivindican como formas de conocimiento, así como todos los aprendizajes recibidos a través del folclore o de las historias que las personas de más edad son capaces de hacer llegar a los niños o jóvenes, pero siempre distinguiendo «lo verdaderamente maravilloso de lo fantástico, de lo extraño, de los falsos espejismos».

El espejo, ya desde el título, es una de las imágenes clave, porque nos permite, según el autor, «escapar de los confines que nos encierran». Nos descubrimos a nosotros mismos cuando al vernos reflejados tomamos consciencia de la forma que alberga en su interior toda la experiencia del mundo que somos. La aspiración de Mabille, entonces, es que el espejo ejerza el fenómeno inverso con los objetos y nos descubra todo el conocimiento que se extiende más allá de sus contornos y materia. Y es ahí donde entran en acción las narraciones, porque «las artes sirven para reavivar en nosotros un fuego que la sociedad intenta apagar, para mantener viva una llama cuyo lugar no está en los altares del templo, sino en lo más profundo de nuestra carne. Las sobrecogedoras imágenes que creamos multiplican esas ocasiones de conmoción emocional», escribe.

El libro recoge fragmentos de textos de autores clásicos de todas las épocas, como Lewis Carroll, Rimbaud, William Blake, Julien Gracq, Rabelais, Shakespeare o Kafka, leyendas y cuentos de todos los rincones del mundo, desde Australia hasta el Tíbet sin olvidar África; textos sagrados, como el Cantar de los Cantares o el Apocalipsis de San Juan; clásicos como los de Ovidio o Apuleyo; textos ocultos y secretos como los procedentes de la masonería; y una buena representación del grupo surrealista. Todos se ordenan a partir de temas o situaciones en las que se hace evidente lo maravilloso: la creación, la destrucción del mundo, los elementos como obstáculos, la muerte, los viajes, la predestinación o la permanente búsqueda de la felicidad. Mabille asegura que su propósito es elaborar una «colección de mapas, desde la cartografía de los sentimientos apasionados hasta el planisferio celeste, pasando por los diagramas en los que los piratas representaban la ubicación de su tesoro enterrado». El objetivo es interpretar los símbolos con que se componen estos cuentos, siempre herederos de narraciones iniciáticas.

Las leyendas y la mitología empleadas no solo como códigos para comprender la naturaleza de las apariciones y los abismos que a veces se nos presentan, sino como parte de nuestra propia historia personal. Una historia de límites inconcretos que solo tiene su origen en el lenguaje, en la palabra como primer símbolo capaz de crear el mundo que habitamos.

En efecto, la labor de guía del autor es prodigiosa, apelando a la indispensable sensibilidad de quien lee para atender a las emociones que son motor del movimiento. La emoción es, insiste Mabille, la única herramienta capaz de conducirnos por y hacia lo maravilloso, deshaciendo las barreras y resistencias levantadas por la razón. Las ciencias nos enseñan a ver el mundo, pero igualmente importante es aprender a sentirlo para conocerlo.

Y así llegamos hasta el mito más ansiado por el deseo humano. La leyenda más abstracta y, sin embargo, la más perseguida: el amor. «Al igual que lo inconsciente individual, lo inconsciente colectivo hace del amor la fuerza esencial que impulsa las acciones humanas», escribe el autor, que añade que solo el amor permite el contacto real de un ser humano con otro ser y, por lo tanto, con el resto del cosmos. Y solo así es posible la verdadera comprensión, el verdadero conocimiento. La reivindicación de Mabille quizá resulte todavía incómoda. Sin embargo, su labor de investigación y divulgación es capaz de superar muchas resistencias. La ensoñación puede hacernos volar alto.


EL ESPEJO DE LO MARAVILLOSO
Pierre Mabille
Prólogo de André Breton. Traducción de Adrià Pujol Cruells
ATALANTA
(Gironaa, 2024)
416 páginas
34 €

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