Entrevistas

Lidia Cao: «Vivir del arte es un trabajo continuo, tanto en lo personal como en lo profesional»

Foto: Baldo Ramos · Santiago de Compostela, 2023

A sus 27 años, Lidia Cao es una reconocida muralista del panorama español. Nacida en Santiago de Compostela en 1997, sus raíces conforman el arte que, desde 2018, va impregnando paredes de Canadá, Irlanda, Alemania o Galicia, entre muchas otras. Combina la ilustración, a la que se ha dedicado desde siempre, con el arte mural, casi siempre plasmando personajes en los que los rostros son protagonistas, en la mayoría de las ocasiones, de mujeres. Su inusual apellido, Cao, la acompaña también en su faceta artística, sin necesidad de seudónimos.

¿Cuándo surge la pasión por lo que haces?

Desde que soy bien pequeña. Siempre me ha gustado hacer dibujos en cualquier parte, las manualidades, lo artesanal… Creo que esa pasión ha seguido creciendo con los años y no ha parado de gustarme.

¿Cómo era Lidia cuando era pequeña y cómo es ahora?

La “mini” Lidia era muy tímida. De hecho, fui un bebé que casi no lloraba, creo que mi instinto me decía que no molestase demasiado, y sigue acompañándome hoy en día. Era y soy una persona a la que no le gusta sentir que estorba o que es pesada, eso se junta con un carácter bastante introvertido, por ello también he usado el dibujo y el crear imágenes para poder hablar a mi manera y poder expresar lo que veía o sentía en el momento. Ahora he dejado un poco atrás esa timidez y he empezado a expresar las cosas cuando se necesitan, sin necesidad de hacerlo solo a través del arte.

¿Cuándo decides dedicarte al arte?

Mi carrera profesional empieza en el verano de 2018, por lo que soy autónoma desde los 21 años. En ese momento, me surgieron varios proyectos murales con instituciones públicas y para mí era  na gran oportunidad. La decisión no fue fácil, ya que había, y sigue habiendo, muchas incógnitas; quien se dedique al arte o sea autónomo me entenderá perfectamente.

Te autodefines como autodidacta.

La gran verdad de por qué digo que soy autodidacta es por temas económicos. Vengo de un hogar en el que no había oportunidad de hacer nada “extra” por lo que pagar clases particulares o incluso apuntarme a cursos gratuitos que implicasen la compra de material para aprender no era una opción. Por ello empecé con un bolígrafo y papel.

Foto: Lidia Cao · Belfast, Irlanda del Norte, 2024

¿En qué momento decides apostar por el trabajo mural?

Me decanté por el mural porque de todas las cosas que he probado hasta la fecha es con la que más cómoda y completa me siento. Lo tiene todo: técnica, trabajo físico, gran escala y diferentes retos en cada proyecto; aprendizaje continuo, salir de tu zona de confort y trabajar al aire libre. He probado muy brevemente la escultura, y me encantaría indagar más y poder jugar con la cerámica, por ejemplo.

¿Cómo y cuánto lo combinas con la ilustración?

Aunque para muchos soy solo muralista, en realidad es que primero he sido y sigo siendo ilustradora. El paso a la disciplina del mural fue gracias a unos talleres de iniciación en los cuales descubrí lo que significaba pintar en la calle. Internamente, me provocó un cambio radical e hizo que me fascinara el poder representar mis ilustraciones en un formato como es el street art. En mi día a día combino estos dos mundos, haciendo trabajos para publicidad u otro tipo de ilustraciones, entre mural y mural.

¿Hubo algún proyecto inicial que te hiciera pensar, “quizás puedo dedicarme a esto”?

El primer proyecto que me hizo pensar que podría dedicarme a esto, y por el cual tuve la necesidad de hacerme autónoma, fue en 2018 en el proyecto de Vigo “Cidade de Cor”, en Galicia. Por aquel entonces pensaba que iba a ser un fracaso absoluto, que quizás pintaría uno o dos murales más y ya estaría, pero la verdad es que me impliqué a fondo y fueron saliendo poco a poco cada vez más, mientras iba aguantando el tirón con Hacienda (risas).

¿Cómo se maneja la confianza y la autoestima en una disciplina tan compleja?

Me lo sigo preguntando muchos días. Es  complejo. Esta profesión, al igual que muchas otras, es una especie de montaña rusa, tanto en el flujo de trabajo como en tus propias emociones. Creo que la clave es una buena base de salud mental, escucharse y saber pedir ayuda cuando lo necesitas, hablar de lo que te preocupa y compartir todo esto con gente que te entiende ya que, aunque lo parezca, no somos los únicos que nos vemos metidos en un agujero profundo; estas emociones son de lo más normal ya que es un trabajo que requiere mucha constancia, inspiración, motivación… Por lo que es un ritmo de vida muy cambiante. La autoestima la tiene que trabajar una misma, hay que ser consciente de que siempre hay opiniones de todo tipo, tanto a nivel personal como hacia lo que haces, lo importante es sentirse bien con lo que llevas a cabo y creer en ello; aunque a veces dudes, sigue siendo igual de válido.

¿Qué te inspira?

Absolutamente todo. La inspiración tiene sus ritmos, creo que funciona un poco así, aunque no suene muy bien: “El arte es como un pedo, si lo fuerzas demasiado, lo más probable es que salga mierda”. Lo bonito de las cosas que te inspiran es que sucede de manera inconsciente. Por ejemplo, asistir a un concierto de un género musical al que no estás acostumbrado pero descubres que te encanta. Va a despertar en ti una motivación o un pequeño cambio en ti que ayuda a expandir más tu horizonte a la hora de pensar.

Y los días sin inspiración, ¿cómo los afrontas?

Intento no centrarme en ello porque, siguiendo la frase que he citado, creo que forzando no se consigue nada, o nada bueno al menos. Por lo tanto, me dedico a hacer mis hobbies o incluso si me apetece dibujar lo hago, pero sin presión de ningún tipo, de ahí quizás salga al día siguiente algo con lo que sí me inspire.

Foto: Marcos Cebrián · Zaragoza, 2020

¿Qué peso tiene Galicia en tus obras?

Para mí, Galicia va conmigo allá donde vaya. Aunque en mis obras no hay símbolos o referencias obvias de mi tierra, la tengo presente en todo momento. ya sea pensando en la naturaleza, la gente, la personalidad, las costumbres, la forma de ver el mundo. Todo ello me ayuda a crear las obras que hago.

Los rostros, las personas tienen un papel importante en tu obra, ¿por qué? ¿Cómo las escoges? Casi siempre son mujeres…

En los rostros se esconden miles de historias, ya no solo en las miradas, en cada expresión o forma hay algo que me atrae. Desde pequeña pinto retratos y no sabría darte un motivo tangible, pero me llamaban mucho la atención porque, aunque todos son tan distintos para mí siempre tenían algo en común, ese mundo interior que esconden. Con el tiempo, terminé haciendo mujeres porque es un autorreflejo e inconscientemente fueron surgiendo estas protagonistas.

¿Cómo es el proceso creativo en tus proyectos?

Lo primero de todo y, como la gran mayoría, empiezo con el proceso de bocetos y descartes. Para ello me documento de algún tema que me interese tratar y empiezo a bocetar ideas que me vengan a la cabeza. Lo más probable es que siempre me quede con la primera o la segunda idea, porque cuando lo pienso demasiado no me convencen del todo, soy una persona bastante intuitiva y creo en los primeros conceptos al imaginar algo. Creo que es lo más “puro” del pensamiento. Después de tener la base hecha es cuando me pongo manos a la obra para la realización final, ya sea en formato digital o analógico (tinta, acrílico, etc.).

¿Qué fase creativa disfrutas más? ¿Cuál menos?

Sin duda, el momento en el que estoy pintando. La que menos, aunque la disfruto igualmente, es la del principio, la parte de bocetos y descartes.

¿Cómo y por qué escoges dichos proyectos? ¿Hay una parte relacionada con tus valores, por ejemplo, a la hora de escogerlos?

En la mayoría de los proyectos que he participado han contactado conmigo. Muchos comparten la misma visión y opiniones, otros quizás no tanto por lo que se modelan o por el contrario se rechazan si no hay soluciones. Sí que hay una parte relacionada con los valores de cada uno, aunque también hay que ser conscientes de que es una profesión inestable y hay que ser consecuentes con lo que se decida. Hay que comer, no se puede rechazar todo por cada mínimo detalle, siempre y cuando te respeten. Para mí, los mejores son aquellos que confían plenamente en tu trabajo y criterio y te permiten hacer un proyecto realmente vistoso y con tu mensaje propio.

Participas en festivales, realizas murales por todo el mundo… ¿Cómo surge?

La verdad es que creo que es una mezcla de trabajo constante, buena suerte y recomendaciones. Hasta el momento el 90% de festivales en los que he participado han sido ellos los que han contactado conmigo, y quiero pensar que es por lo que muestro en mi trabajo y, en muchas ocasiones, ha sido por recomendaciones de otros proyectos, lo cual es una buena señal. Las redes sociales han ayudado mucho en esta parte porque te descubren mucho más rápido y te mantienen conectada con muchas partes del mundo. De hecho, muchos de tus proyectos son en el extranjero.

¿Qué te aporta viajar? ¿La localización es un factor determinante a la hora de escoger un proyecto?

Hace cuatro años no podía ni imaginarme viajar fuera de España para pintar. Me ha aportado mucho, muchísimo, ya no solo a nivel profesional sino, más incluso, en lo personal. Tengo una perspectiva diferente hacia la manera de ver las cosas en general y todo ello gracias a poder ver diferentes culturas e historias mientras pintaba. Como todo, depende de lo que quieras contar, no siempre es un factor determinante la localización, pero sí ayuda a conectar más con la gente del lugar y construir un mensaje más acorde al pensamiento local.

Vivir del arte suena utópico. ¿Cómo se maneja?

Para mí sigue sonando utópico (risas). Volviendo a lo que decía al principio, es como una montaña rusa. Siempre que pienso en esta pregunta recuerdo una canción de uno de mis artistas favoritos gallego, Grande Amore, que dice ’Todo ou nada: Nunca fun tan feliz, nunca tiven tantos cartos, e aínda así a veces só penso en deixalo’. Y es que en muchas ocasiones es así, un cóctel de sentimientos contradictorios que te hacen replantearte todo al ser un estilo de vida inestable. Es una profesión que fluctúa, a veces hay mucha demanda de trabajo y otras veces nada, es complejo lidiarlo con la estabilidad emocional por lo que vivir del arte es un trabajo continuo en todos los aspectos, tanto en lo personal como en lo emocional.

Foto: Álvaro Herrera, Lleida 2021

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*