Entrevistas

Victoria de Andrés: «Somos la especie que trae al mundo las criaturas en más alto grado de indefensión»

Foto: Eloy Muñoz Reyes

La científica Victoria de Andrés se ha marcado un ensayo que cabalga, con especial vigor, entre la firmeza que todo desarrollo científico solicita y el espacio abierto que la divulgación ha de generar para que la persona que se aproxime a su propuesta ensayística encuentre acomodo. El sexo injusto (Tusquets, 2024) ofrece una visión femenina de la evolución humana, hace un recorrido exhaustivo por todas aquellas funciones biológicas relacionadas con nuestro sexo, con la reproducción sexual, al tiempo que pone en el centro de una reflexión, honda y necesaria, los distintos estados por los que atraviesa el cuerpo femenino a lo largo de su vida, reflexión que se aleja, con intención y, por qué no, diversión, de la convencional visión falocéntrica con la que nos han enseñado los vectores de la reproducción sexual. El sexo injusto corrige todas esas asimetrías que se derivan de un pensamiento único fruto de un análisis patriarcal sobre algo tan poderoso y fundamental como es nuestro sexo.

Comencemos por colocar el suelo sobre el que vamos a caminar porque el cacao que tenemos en la materia es interesante. ¿De qué hablamos cuando hablamos de sexo desde el ámbito evolutivo?

De la aparición del fenómeno más interesante como motor de la evolución.

La actual especie que somos, de cierto vigor genético, si me permites la expresión, ¿se lo debemos principalmente a la reproducción sexual?

A la reproducción sexual le debemos, no solo el potencial genotípico de nuestra especie, sino su propia existencia, al igual que la de la mayoría de las especies (actuales, del pasado y del futuro). De hecho, sin la reproducción sexual posiblemente no existirían la mayoría de grupos de animales, plantas, hongos y protistas que existen en la actualidad.

«La influencia cultural sobre nuestra realidad etológica, aunque sea importantísima (que lo es), no supone más que un ligero barniz sobre un sustrato que es totalmente innato, que es absolutamente biológico». ¿Qué es lo que hace de la biología el aspecto más fascinante del sexo?

Cualquier especie biológica tiene dos instintos primordiales: su integridad física (para sobrevivir como individuo) y reproducirse (para procurar la supervivencia de la especie). El sexo se encarga de que la reproducción sea altamente eficiente en cuanto a generar variabilidad genotípica y, por lo tanto, incrementar las posibilidades de supervivencia y adaptación de las especies frente a un medio externo siempre cambiante.

«La realidad biológica es irrefutable». Cuando se pretende negar esta diferencia, que es total y lo atraviesa todo, ¿qué interés se persigue?

Pues eso habrá que preguntárselo al que pretenda negarla. Biológicamente, los hechos no son opinables sino responden a una realidad objetivable.

Uno de los grandes aciertos de este libro es que logremos ir con nuestra mirada más allá de las construcciones culturales vinculadas al sexo y analizarlo desde el hilo evolutivo, análisis que nos permite mirar a los ojos de temas que ponen en jaque al androcentrismo. Ante la narrativa especulativa: la verdad de la ciencia.

Sí, la ciencia es necesaria para distinguir entre lo que son los hechos y lo que son opiniones sobre estos hechos. Lo segundo puede adaptarse a diferentes corrientes de pensamiento y/o ideologías. Lo primero, no.

¿Un mejor sexo es una mejor vida?

Bueno, creo que esta pregunta se refiere a la sexualidad, que no es lo mismo que el sexo. El sexo es una condición genética, morfológica, anatómica y fisiológica. La sexualidad, por el contrario, es el uso que se hace del sexo, algo completamente subjetivo y sometido a la voluntad, cultura y/o pensamiento de cada cual.  En El sexo injusto no se habla de sexualidad y sino de sexo y, en este contexto, nuestra especie es una especie con determinismo cromosómico del sexo, con dos sexos separados y condimorfismo sexual. Esto, para que todo el mundo lo entienda, quiere decir que Homo sapiens cuenta con dos morfotipos claramente distinguibles desde el punto de vista sexual: el morfotipo femenino (las mujeres), con individuos hembra dotados con ovarios capaces de producir óvulos y el morfotipo macho (los hombres), con testículos productores de espermatozoides.

Hay un aspecto asombroso y profundamente tierno. Cuando explicas que el óvulo, además de aportar nutrientes, protege al futuro cigoto. Cuánto esfuerzo desde el origen del origen, ¿no?

Cierto, desde antes del origen. La preocupación fisiológica, anatómica y molecular de la mujer por su descendencia existe desde antes de la propia existencia de los individuos hijos. Los óvulos, antes de ser fecundados, ya disponen de todos los mecanismos necesarios para que el futuro cigoto sea viable y comience su desarrollo embrionario con perfecta seguridad. Y esta seguridad no solo atañe a lo puramente físico sino a su protección inmunológica.

¿Qué es la Eva Mitocondrial?

Es una denominación, un tanto poética, que surgió del descubrimiento del ADN mitocondrial. La razón está en que el cigoto, la primera etapa de todo nuevo ser, tiene un citoplasma cargado de mitocondrias que proceden exclusivamente del óvulo, es decir, de la madre. Como las mitocondrias tienen su propio ADN, analizando las mitocondrias de cualquier individuo podemos establecer su linaje materno (madre, abuela materna, bisabuela materna…) puesto que sus ADN mitocondriales serán prácticamente idénticos (si despreciamos la tasa de mutación concomitante a la acción de los agentes mutagénicos naturales, como es la propia radiación solar). Así, y recorriendo hacia atrás en el tiempo, podríamos llegar hasta la primera mujer Homo sapiens, la “Eva” desde el punto de vista de su ADN mitocondrial.

«Los aguerridos espermatozoides», siempre la épica para reflexionar sobre lo masculino vigente. ¿Cuál es la verdad y por qué tanto mito en torno a ellos?

Es la imagen normal que se tiene desde que la aparición de los microscopios nos permitió la observación de los espermatozoides. En esa loca carrera, un espectáculo de lucha por la supervivencia sin igual, se tiende a pensar que el óvulo es solo el elemento pasivo en toda esta historia. Nada más lejos de la verdad. En el libro cuento cómo, tanto el óvulo como los propios conductos femeninos, de una forma fascinante, juegan un papel importantísimo en la selección, capacitación y guiado de los espermatozoides hacia su destino final: la fecundación.

Otra injusticia: el diseño del aparato reproductor masculino frente al femenino. Diferencias de diseño que nosotras pagamos con tributos que nos salen muy caros cuando lo analizamos desde lo sanitario. Aportamos más, nos responsabilizamos más, pero sufrimos más que ellos. La evolución pone mucho en empeño en jorobarnos…

Jajaja. No, la evolución no tiene ni objetivo, ni intención ni dirección. Tan sólo se selecciona lo adaptativo para la especie, lo que le ayuda a sobrevivir. Todas las diferencias sexuales de nuestra especie han contribuido a que nos haya ido tan bien (evolutivamente hablando). El problema es que el precio que hemos tenido que pagar por disponer de todas las ventajas asombrosas que cuento en el libro, no se reparte equitativamente. Muy al contrario, lo pagamos, casi en exclusiva, las mujeres.

Siguiendo con este asunto. «La culpa de nuestro dolor la tiene la evolución.». ¿Por qué sentimos dolor?

El dolor es una sensación muy compleja, tan fastidiosa como necesaria. En el caso concreto del dolor del parto, posiblemente uno de los dolores más intenso que existe, se debe a una mezcla muy curiosa de tendencias evolutivas que han “chocado” en nuestra especie. Por una parte, somos una especie muy lista porque tenemos un cráneo grande que alberga un cerebro extraordinariamente desarrollado. Por otra parte, somos unos monos que nos pusimos de pie, con todo lo que ello supuso de alteración de las fuerzas que equilibran nuestro esqueleto y sistema muscular. En el capítulo 8, “La encrucijada del parto” explico cómo estuvimos a punto de extinguirnos por este conflicto de intereses. De hecho, el parto humano sigue siendo uno de los momentos más arriesgados y peligrosos de nuestra existencia.

Invitas a conocer los campos semánticos de la ciencia del sexo. El lenguaje nombra realidades. ¿Crees que tendríamos una relación mucho más sana y profunda con el sexo si supiéramos nombrar todo correctamente?

Por supuesto, usar correctamente el lenguaje implica que conocemos el significado de las palabras y las expresiones utilizadas para definir los fenómenos que ocurren en nuestro cuerpo. Y, no lo olvidemos, el conocimiento siempre es poder y fuente de posibilidades.

Hablemos ahora de las limitaciones de los penes humanos, su problemática. Centremos la conversación en como una parte de la medicina privada y la farmacología están centrando buena parte de su interés en este asunto. Virilidad, ante todo.

Este es un capítulo del libro que reconozco que me ha divertido mucho escribirlo. Supongo que a los lectores les pasará lo mismo. Descubrir todo lo que para nuestra especie ha significado la pérdida evolutiva del hueso peneano va a ser toda una sorpresa.

Hay temas que se han incorporado a la conversación pública con bastante timidez, falta de rigor y mucho cuñadismo. ¿Qué nos puedes contar sobre la menopausia?

Pues que sigue siendo uno de los procesos más misteriosos de la evolución de nuestra especie. Expongo las principales hipótesis que explican su existencia y, curiosamente, son las sociedades de las orcas las que parecen habernos ayudado más a encontrar una posible explicación de este extraño fenómeno.

Biología, género, sexualidad, ¿hablamos impropiamente cuando decimos que alguien ha cambiado su sexo?

El último capítulo del libro lo dedico, precisamente, a aclarar los errores más frecuentes que se utilizan al tratar este tema. Después de leerlo, el lector tendrá claramente separadas las diferencias entre lo biológico (objetivo e irrefutable) y lo cultural (subjetivo, opinable y perteneciente al inviolable y personal ámbito de cada ser humano).

Tras leer tu ensayo, besar adquiere una dimensión mucho más honda y compleja. ¿Hay que besarse más, ¿verdad?

Bueno, eso siempre, independientemente de haber leído o no El sexo injusto. Yo lo que explico dónde está el curiosísimo origen de los besos. Somos la única especie, junto con algunos grandes simios, que lo hace.

¿Por qué los cuidados maternales son maternales?

Este es un aspecto de lo más fascinante. Deriva del hecho de que somos la especie que trae al mundo las criaturas en más alto grado de indefensión y las madres, al ser las que les dan de mamar, se vinculan físicamente de manera intensa con ellas. Tras leer este capítulo espero que los lectores queden maravillados tras conocer cómo se han establecido evolutivamente estos cuidados y reflexionen sobre su necesitad/obligación de corresponder con los esfuerzos femeninos por sus impagables implicaciones con la supervivencia de los hijos y, consecuentemente, con la supervivencia de la especie.

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