Rubén Darío persigue una forma

No ha pensado aún ningún productor de Netflix que la vida de Rubén Darío está tan llena de aventuras y desventuras que podría ser todo un éxito televisivo. Tan es así que la crítica ha indagado tantas veces en los aspectos biográficos del poeta en busca de lo escabroso, lo morboso o lo conflictivo, a lo largo y ancho de su vida errante, que cabe pensar que ha estado más próxima a la prensa amarilla que a la verdadera vocación crítica y teórica que le corresponde.

Lejos de aquellos sensacionalismos histriónicos, los editores Ricardo de la Fuente Ballesteros y Alberto Acereda, en su estudio preliminar de Yo soy aquel que ayer no más decía. Libros poéticos completos, se sirven solo de las peripecias vitales del nicaragüense para alumbrar su poética, pues están persuadidos de que «el interés de Darío está en sus versos». Y solo en sus versos, podríamos añadir. Evidentemente, no desconocen que la poesía nace de la vida y que esta lleva a aquella, de ahí el breve pero intenso repaso que hacen de su trayectoria poética y vital, posicionándose desde un principio ante el modernismo como el movimiento que llega a España con Rubén Darío y que refleja la crisis finisecular.

El lector de Libros poéticos completos encuentra aquí una guía que pone en valor la importancia de la obra dariana, tanto dentro de su propia evolución como en relación con su época y su decisiva herencia para la posteridad, pues desde Rubén Darío —como ya desde Garcilaso— la poesía escrita en español —cuya resaca llega hasta nuestros días (piénsese, por ejemplo, en la poesía de Antonio Carvajal)— cambia su rumbo para siempre. Como pidiera Michel de Montaigne de su obra, esto es, que no se prestara atención a las materias que trataba sino a las formas que les daba, se rescata al Darío que en Azul… inicia una renovación estrófica sin precedentes, una inusual relación de palabra y pensamiento y, especialmente, un dominio deslumbrante de la musicalidad del verso, como bien supo ver Juan Valera. Prosas profanas y otros poemas es el libro que inauguró esa otra forma de percibir el mundo, desde una sensibilidad ignota para la poesía española; entre sus textos los editores destacan, sin vacilación alguna, el «Coloquio de los centauros», por ser «posiblemente uno de los más grandes poemas de la lengua española» y «Yo persigo una forma…», como búsqueda poética para el conocimiento de sí mismo. Por su parte, Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas supone no solo la cima de Darío sino también de la literatura en español, cuya cumbre es, sin duda, «Lo fatal».

Para hacernos ver la valía de la obra de Darío, que se basta por sí misma, contextualizan el momento social, cultural y político, determinado por la crisis del positivismo y del racionalismo, frente al relativismo de Einstein, la subjetividad de Schopenhauer, la duda existencial de Kierkegaard y la sublimación del arte de Nietzsche. A su vez, por el camino señalado por Baudelaire y Poe, el poeta huye de la comercialización de la vida, propia del capitalismo utilitarista, y propone la inutilidad de la belleza. En este marco idealizado, el escritor queda desclasado, marginal, bohemio, extraño; recuérdese el título rubendariano de Los raros. Contra la ausencia de espacio de la poesía, Darío alzará su voz para pedir lectores amantes de la palabra poética. La realidad es que, en aquel tiempo en que le tocó nacer y que detestaba —Darío dixit—, tuvo que adaptarse, reinventándose como periodista o como diplomático para sobrevivir. En definitiva, el poeta modernista, todavía hoy, ha sido caricaturizado como un ser excelso, frío y distante, encerrado en altas torres para evadirse del mundanal ruido, creando para ello una utopía anacrónica de princesas, cisnes, etc. Por este camino, la poesía modernista parecería más el resultado de modernas drogas alucinógenas que la expresión poética de la compleja realidad de fin de siglo.

De ahí lo oportuno de esta edición de las poesías completas de Rubén Darío, que se publicaron en Fondo de Cultura Económica en 2018. Con esta nueva y última edición, Ricardo de la Fuente, Francisco Estévez, Alberto Acereda y Juan Pascual ayudan a la necesaria vuelta de un texto de fondo que hasta entonces no contaba con una edición crítica: los libros poéticos completos de Rubén Darío, padre y maestro mágico de la poesía en español del XX y XXI. El objetivo que se marcan los editores es doble: de un lado, la necesidad de cubrir vacíos o espacios en blanco en la bibliografía dariana; de otro, la imperiosidad de limpiar erratas, arrastradas de forma sistemática hasta la fecha, y fijar los textos a partir de primeras ediciones y manuscritos. Existe, por tanto, el deseo explícito de sumarse a la labor crítica y crística de resurrección de la obra poética dariana, y de ser la obra autorizada para una lectura más fiel, más rigurosa y más próxima a la intención del autor. Los resultados se ven ya desde la declaración de intenciones del estudio introductorio y, fundamentalmente, desde la pormenorizada y titánica labor de cotejo, rastreo, evaluación, exégesis… de la que dan fe las miles de notas que acompañan al lector. Se trata de un aparato crítico excepcional que permiten vislumbrar a un poeta exigente y preocupado por sus textos, conscientemente revisionista, lejos del perfil del escritor pseudorromántico que nos han querido trasmitir, como el que escribe dejándose llevar por las pasiones o como si se escribiera por impulsos somáticos. Las notas introductorias a cada libro, las preliminares a cada poema, la bibliografía, si la hubiera, de cada texto, y las aclaraciones de algunos aspectos relevantes están puestas al servicio del lector, para que disfrute del auténtico vate del modernismo: Rubén Darío.