Horas críticas

Libros de la semana #154

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Más libros y menos pantallas, de Michel Desmurget (Península)

Por mucho que haya quien lo niegue, entre las generaciones más jóvenes se está perdiendo el gusto por la lectura como fuente de placer y ocio: «A largo plazo, esta tendencia nos va a hacer perder algo más que unos cuantos autores, editores, bibliotecarios, libreros y eruditos. Nos va a hacer perder una valiosa parte de nuestra alma, de nuestra historia, de nuestras capacidades para comprender el mundo y, en un plano más prosaico, de ese sacrosanto crecimiento económico que, supuestamente, es la garantía de nuestra felicidad y de nuestro nivel de vida», señala con contundencia en este ensayo el prestigioso doctor en neurociencia Michel Desmurget, quien ya en su anterior La fábrica de cretinos digitales (Península, 2020) alertaba sobre los problemas físicos, emocionales e intelectuales derivados de un uso excesivo de tecnologías por parte de niños y adolescentes. Más libros y menos pantallas pretende ser una continuación constructiva al debate social sobre los efectos de esa tendencia, tratando de exponer de qué manera la actividad lectora desarrolla el cerebro y su dimensión cognitiva y socioemocional, el pensamiento, las competencias lingüísticas, la creatividad, la capacidad de escucha y la de atención, entre otras muchas cuestiones: «¡Un lector es lo contrario de un cretino digital!», brama el académico e investigador francés. No obstante el amor por los libros, claro, no crece solo: «Para los padres, es un legado que transmitir; para los hijos, un derecho a recibir una herencia». Partiendo del paulatino declive de los hábitos de lectura en el último medio siglo, desde los bebés y las edades tempranas con su creciente exposición al «elefante digital» hasta el desastre personal y la catástrofe social que puede suponer esa desafección, Desmurget desglosa luego el arte de leer, la comprensión y el saber activo —es decir, la reflexión—, el potencial de las lecturas compartidas para interactuar y afrontar temas esenciales y complejos. Finalmente, se presenta la actual distopía de un mundo iletrado o desversado frente a los beneficios múltiples y duraderos del libro en formato papel. La lectura puede ser contagiosa pero no siempre es espontánea, y puede vérsela como una cómplice exigente: «Refunfuña ante la indolencia y solo se muestra generosa ante la perseverancia. Es, como escribió el novelista haitiano Émile Ollivier, una felicidad que se merece». Hay que ganarse a la lectura y a los lectores y lectoras, lograr que se sientan orgullosos de serlo, de rebelarse y de zambullirse en las páginas.


Piedra contra tijera, de Rubén González (La Oveja Roja)

Esta Historia del rock español que abarca tres decenios, entre 1991 y 2021, es una crónica minuciosa y encendida de este género y de su contexto sociopolítico, de lo que ha supuesto para la música contracultural al menos hasta que pudo serlo —o la dejaron—. Piedra contra tijera es el primer ensayo de Rubén González, fajado en el campo de batalla de la publicación underground y de guerrilla (fanzines, radios comunitarias y revistas alternativas dedicadas a las artes), que en estas páginas vuelca su militancia y el compromiso con la música que viene demostrando en proyectos como su web La voz en pie. Como señala el músico y crítico Kike Babas en su prólogo, se trata de un tomo «documentado y concienzudo» que no recurre a las trampas dicotómicas del adocenado periodismo musical patrio —otro que se ha quedado en las dos Españas— y abarca los estilos más diversos y los grupos más subterráneos, así como el momento en que emergen sus figuras clave, pues la música popular «es siempre hija de su tiempo». Un volumen con vocación de «ensayo enciclopédico poliédrico», según el docente de crítica musical David Gallardo, un libro decidido a hablar también de política porque, como recuerda la redactora, promotora y editora musical Esther Al-Athamna, «si hablamos de rock hay que hablar del sistema, del contrasistema y hay que menear la cabeza fuerte». Huyendo de un listado cronológico o de un análisis académico, esta titánica obra recorre hitos indiscutibles como, entre muchísimos otros, el rock transgresivo de Extremoduro, el punk-rock izquierdista sureño de Reincidentes, el indie-noise de Surfin’ Bichos, el rap-metal de Def Con Dos, el «nuevo ADN andaluz» con Lagartija Nick, el post-hardcore de The Unfinished Sympathy o Standstill, el rock latinoamericano de Juan Perro, los punk-autores como Albert Pla, el indie de autor de Sr. Chinarro o Julio de la Rosa, el revival fronterizo de Pony Bravo, el post-rock de Toundra, el neo-garage de Novedades Carminha o Hinds; todo ello mientras analiza la evolución de la industria, los sellos, los festivales, los medios de comunicación, el streaming y la revolución digital, el colapso de la SGAE, el monopolio de Ticketmaster o la Ley Mordaza. Como comenta el autor en su epílogo, si el rock en cualquiera de sus vertientes «no es capaz de revertir el mensaje dominante y se convierte en un mero altavoz o la pequeña válvula de escape finalmente resultante para que el engranaje funcione a la perfección, de nada sirve, mejor que desaparezca». Ojalá que no y que, como este libro, el rock vuelva a aspirar, como en sus orígenes, a «romper con la postura acomodaticia general».


Libres para pensar, de Jean-Philippe Thivet, Anne Idoux, Marie Dubois y Jérôme Vermer (Garbuix Books)

Ha pasado una semana desde el 8-M y en Mercurio nos negamos a pasar página; o, mejor expresado, seguimos pasando las valiosas páginas de obras que, como esta, nos hacen ampliar nuestra mirada violeta. Dicen sus autores y autoras que este libro en formato de cómic no trata sobre género o sobre feminismo en la filosofía, aunque contribuye a paliar esa ausencia de pensadoras y sabias en los manuales recreando la historia de diez mujeres que tienen en común su curiosidad y ansias de aprendizaje; mujeres «apasionadas y sedientas de estudio, de mentalidad independiente y enamoradas de la ciencia. […] movidas, sobre todo, por la libertad. ¡La libertad de pensar!». Personalidades rompedoras como las de la poeta y filósofa Cleobulina, maestra del acertijo como transmisión de saberes; la filósofa, astrónoma, matemática y física Hipatia de Alejandría, quien defendía la versatilidad y transversalidad de conocimientos junto a la tolerancia y templanza; la escritora Sei Shônagon, autora de El libro de la almohada y observadora de la belleza en las pequeñas cosas y en lo efímero; la abadesa, polímata y mística Hildegarda de Bingen, quien experimentó la energía del universo como impulso vital; la escritora, editora y pensadora Christine de Pizan, autora de La ciudad de las damas, quien manejó el arte de autogobernarse como fundamento del orden y la prudencia como gran virtud política; la filósofa Gabriele Suchon, quien reivindicó la capacidad intelectual de las mujeres y su libertad de movimiento; la escritora, institutriz y activista Louise Michel, defensora de la educación —universal— como arma de liberación y emancipación; la novelista y ensayista Nathalie Sarraute, cuyo impresionismo literario trataba de zambullirnos en el mundo y su misterio, así como la complejidad humana; la filósofa y escritora Simone de Beauvoir, para quien las mujeres habían sido relegadas, excluidas y convertidas en objetos; y Ester Etty Hillesum, cuyos diarios y testimonio de Auschwitz enseñan a amar la belleza por sí misma y dentro de una misma, como verdad trascendental. Los coautores de Libres para pensar, procedentes de áreas diversas como la edición, la historia, el cómic, la filosofía y la enseñanza, combinan sus vocaciones en estas diez semblanzas biográficas de figuras fascinantes y «eminentemente sensibles al mundo», a través de las cuales nos ofrecen una serie de lecciones preciadas sobre la existencia. Un modo de homenajear a estas mujeres visionarias y revolucionarias, únicas e inmortales, cuyas ideas aún resuenan en el mundo de hoy y ya es hora de que sean apropiadamente divulgadas.


El diario secreto de John F. Kennedy, de Oliver Lubrich [ed.] (Vegueta)

Si hay una figura icónica y representativa de la política del siglo XX en el imaginario popular esa es, sin lugar a dudas, la de John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), en parte por lo mucho que la cultura estadounidense ha retratado la era decisiva y convulsa en que le tocó ser el 35º presidente en la Historia de su país. Sin embargo, nada sabíamos acerca de estos diarios suyos de 1937, en su época de estudiante en Harvard, rescatados de forma reciente por el profesor berlinés de literatura comparada Oliver Lubrich, quien ya había investigado y rastreado la era de la Alemania nazi en la obra de autores como Woolf, Camus o Genet. El diario secreto de John F. Kennedy recoge esa especie de Grand Tour por la Europa populista y totalitaria que se marcó junto a su amigo Kirk LeMoyne (Lem) Billings, del que en esta edición también se incluye su propio diario de viaje. Como señala Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, en su magnífico prólogo a esta «pequeña joya bibliográfica», estos documentos que son el testimonio de un chico de 20 años de su recorrido —en Ford Cabriolet— por Italia, Austria, Alemania, Paises Bajos, Bélgica e Inglaterra muestran una visión propia del turista y aún no consciente de la exaltación y el culto hitlerianos, al tiempo que dejan constancia de cómo aquellas visitas «contribuyeron a la formación del futuro presidente de los Estados Unidos y le dieron una experiencia provechosa» en un momento histórico clave. Un dietario que concluye con reflexiones y preguntas que, leídas hoy día, resultan de lo más curiosas, por ejemplo: «Si Franco gana, ¿qué influencia tendrá Mussolini? ¿Y Hitler? — ¿Podría haber un conflicto entre esos dos países?». O bien, sobre su propio país: «¿Sería posible el fascismo en un país con la distribución económica de la riqueza de Estados Unidos?». En su epílogo, el editor Lubrich se refiere a este periplo de JFK «entre la comprensión y el error» y su fruto literario como un testimonio significativo de su percepción del Tercer Reich (que iría ampliando y cambiando en viajes sucesivos, ya con otra madurez) y un modo de entender, a partir de estas primeras notas de dimensión privada, cultural y política, su desarrollo posterior como estadista. Con un estilo lacónico y desenfadado, quien sería el más joven mandatario de los EE. UU. narra su visita a los campos de batallas de la Gran Guerra, las terribles historias de los refugiados o los escenarios de la nazificación, como Núremberg. Su análisis, falto aún de conocimientos pero también de prejuicios, tiene la virtud de buscar explicaciones, «casi como un periodista político o un futuro etnólogo». Esa preocupación y afán de saber cómo funcionaba una dictadura o cómo podría evitarse una guerra influirían en su concepción de la política, aunque su desarrollo se viese traumáticamente truncado aquel día aciago de noviembre del 63 en Dallas.

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