Es difícil hacerse un nombre dentro del canon de un género en una lengua. Por eso, la proeza en vida de Cristina Fernández Cubas merece un reconocimiento aparte. Su firma se asocia al cuento español contemporáneo de calidad. Y está ligada al valor estético de libros como Mi hermana Elba (1980), Los altillos de Brumal (1983), El ángulo del horror (1990), Parientes pobres del diablo (2006) o La habitación de Nona (2015), por los que ha recibido el Premio Nacional de las Letras Españolas de 2023. Y por eso, también, la autora demanda una atención especial cuando realiza una incursión en otros territorios literarios. En el caso que nos ocupa, la nouvelle. Ese género a medio camino entre el cuento y la novela, que tan buenos frutos ha dado: desde La señorita Else de Schnitzler hasta Niños en su cumpleaños de Capote, pasando por La solterona de Wharton, El viaje de Pirandello o El trigo tierno de Colette. Confieso que es mi género narrativo favorito: me apasiona su tensión in crescendo, la maestría de cuentista que exige, la precisición constructiva que debe imperar en su arquitectura.
El columpio, publicada por Tusquets en 1995 y recuperada ahora muy oportunamente por el sello andaluz Firmamento, es un modelo de nouvelle. Recuerda a la Daphne du Maurier de No mires ahora o El manzano, al siempre inspirador Henry James. De hecho, por momentos, el texto parece más una traducción que una obra escrita originalmente en castellano. Curioso el distanciamiento lingüístico de esta autora, nacida en Arenys de Mar (Barcelona) en 1945.
La mejor literatura es la que reflexiona sobre la propia literatura a través de su planteamiento formal, la que investiga sus posibilidades y sus límites. Esa literatura que te cuenta una historia fascinante y, a la vez, es capaz de teorizar de manera implícita sobre cómo contártela. Así es El columpio. Una trama apasionante que guarda en su interior un ensayo sobre el sentido artístico de la nouvelle. Sobre su lógica de artefacto diseñado para explotar entre las manos del lector. Con su dosis de angustia y sus intersticios imposibles de rellenar del todo. Esos huecos que invitan a la relectura, a la pluralidad interpretativa, a ensanchar estas pocas páginas que, en contraste con una novela gruesa, pueden parecer nimias o superficiales. Sin embargo, en la intensidad está la profundidad.
El columpio comienza con un sueño. Y el sueño (lo onírico y sus peligros) tendrá un papel fundamental en la historia. Una joven que ha crecido escuchando con desgana los recuerdos de la infancia de su madre, Eloísa, decide visitar el valle donde todavía viven sus tíos y redimirse de la desconexión con el pasado materno, una vez ha quedado huérfana y ya no puede escuchar más esas anécdotas de juegos y complicidades antiguas. La Casa de la Torre, donde viven los tres tíos —Lucas, Tomás y Bebo— se ubica en un lugar impreciso de los Pirineos. La protagonista, sin nombre, no nos explica quién es, a qué se dedica ni cuáles son sus gustos. La voz narrativa solo existe en función de la extraña experiencia que ha vivido y que desea trasladarnos. ¿Por qué los tíos nunca contestaron ninguna de las decenas de cartas que la única hermana les mandó durante años desde París? ¿Por qué el comedor de la misteriosa casa está presidido por un retrato de niña de Eloísa junto a un siniestro diábolo? ¿Por qué la gente de la aldea se comporta de un modo tan intrigante cuando la narradora les comenta que está pasando unos días en la Casa de la Torre? Y, sobre todo, ¿por qué sus tíos son tan peculiares, tan raros?
Narrada desde el realismo, la historia da un giro hacia lo fantástico y sitúa la obra de Fernández Cubas en la línea de autores por ella admirados, como Julio Cortázar, Edgar Allan Poe o el citado Henry James. También El columpio conecta con la cuentística de la catalana, plagada de situaciones inquietantes, vueltas de tuerca, sensaciones de extrañamiento. Y no olvida ninguno de sus temas predilectos: la fatalidad, el viaje iniciático, el conflicto entre lo inexplicable y la razón, la otredad, la mujer y su relación con la magia, la infancia y lo oculto. La narración fantástica sirve como base a Cristina Fernández Cubas para situar a sus personajes —principalmente mujeres— ante contextos inciertos o experiencias turbadoras. Así ocurre en El columpio, un relato poblado de silencios, lagunas e interrogantes que fuerza al lector a descifrar los hechos expuestos por la narradora para desentrañar los vínculos soterrados —y turbios— entre los diferentes personajes.
El jurado del Premio Nacional ha destacado a Fernández Cubas «por la magia de su narrativa, que la ha llevado a ser considerada como una de las mejores cuentistas españolas. Por el dominio fascinante del empleo de la concisión para narrar historias, que se nutren de la literatura fantástica, y que hace llegar al lector de manera intensa hasta cambiar la forma de entender las cosas. Y por invitarnos a pensar en los límites entre la realidad y la ficción». Así que dejémonos mecer por la magia de El columpio desde su primera línea: «Un día, mucho antes de que yo naciera, mi madre soñó conmigo», empieza. Los sueños como puertas abiertas hacia el misterio de la vida. Exactamente igual que los cuentos.
EL COLUMPIO Cristina Fernández Cubas FIRMAMENTO (Cádiz, 2023) 112 páginas 21 € |