Historias naturales

Bigamia

Mantengo, desde hace unos días, una relación epistolar, a través de correo electrónico, con dos mujeres a las que no conozco, de las que carezco de la más mínima información acerca de su edad y aspecto físico, renuentes que son a la hora de enviar una foto. La cosa empezó cuando publiqué un artículo en la red acerca de las variaciones regionales del tamaño del clítoris, destacando las grandes dimensiones del órgano en las mujeres pirenaicas y las pequeñas dimensiones del mismo en las mujeres andaluzas, en particular en las de las provincias orientales. Estoy acostumbrado a los exabruptos de los comentaristas, a los que por sistema no respondo, pero, en esta ocasión, me sorprendieron dos comentarios, uno de Mayte, de Pamplona, y otro de Angustias, de un pueblo de Granada. Mayte me pregunta si conozco la historia de María la Jabonera (o María la Jabonosa, dependiendo del correo) que fue rechazada por su marido en la noche de bodas cuando este se topó con semejante artefacto, que le hizo suponer que su esposa era un hombre, o al menos un hermafrodita. Parece ser que un tribunal dictaminó la nulidad del matrimonio, tribunal que Mayte afirma no saber si fue civil o religioso, así como también afirma no saber la razón del apodo relacionado con el jabón, que quizá pudiera arrojar algo de luz al caso. Por otra parte, Angustias, simultáneamente a Mayte, narra su caso particular, su escaso desarrollo del clítoris, hecho común, asegura, ya que en la escuela se encerraba con otras condiscípulas en el excusado y allí se miraban y palpaban las partes, maniobra que daba por resultado la constatación de un hecho; no había nada con proporciones dignas de mención pero, eso sí, lo poco que había se proyectaba hacia afuera, sobresalía lo suficiente para dar placer al restregarse con el borde anterior del asiento de contrachapado de las sillas del aula. He pensado, cuando terminen las fiestas navideñas, pedir una cita a Mayte y Angustias, incluso podría intentar un encuentro a tres, más el cámara.

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