Horas críticas

Libros de la semana #143 (especial LIJ)

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

La isla de Oko: Sonríe, de Katia Klein y Rut Pedreño (Kodomo Cómics)

«Bienvenidos a la Isla de Oko. Aquí las ranas no dicen Croak, croak, aquí las ranas dicen Oko, oko», leemos al inicio de este libro, y así también se llama su protagonista. Oko es un gato tímido al que no le gusta el agua, y su enorme hermano pequeño, Leo, es un tigre sinvergonzón al que no le gustan los finales —los de semana, los de los cuentos—. Ambos se adoran el uno al otro. Katia Klein (Santander, 1986), que además de una popular actriz es ilustradora de reconocida trayectoria, brilla como guionista de La isla de Ojo: Sonríe, para el que dice haberse inspirado en sus dos hijos y en su particular «isla de hermanos» —que en este libro está llena de batracios— a la hora de crear a estos dos divertidos y adorables caracteres. La ilustradora Rut Pedreño (Valladolid, 1996) llevaba desde 2018 dando forma a este universo que se mueve entre lo naíf y lo punk, y que incluye a otros personajes cuya diversidad de rasgos supone un valor en sí mismo. Igual que el hecho de que ambas autoras hayan decidido representar a familias no tradicionales dentro de un entorno donde lo poco convencional no solo es cotidiano sino digno de celebrarse. Como demostraron juntas en el fabuloso Nicoleta y el misterio del colmillo (2021), galardonado con el premio al mejor cómic infantil en el Salón del Cómic de Barcelona, este género es una excelente vía para despertar el hábito lector. A la fuerza gráfica de cualquier álbum ilustrado añaden el lenguaje narrativo de la viñeta, que es directo y al mismo tiempo capaz de establecer conexiones entre imagen, narración y diálogos. Así pues, la reunión de este talentoso tándem es una de las grandes noticias que la literatura infantil y juvenil nos ha propiciado este año, cuyos frutos quedan plasmados en la preciosa edición del sello Kodomo Cómics de ECC Ediciones, dedicado a los más jóvenes. Una mezcla de humor y muchísima imaginación que, lejos de aislarnos, nos anima a cuidar los afectos, el vínculo con nuestros seres queridos, con sus diferencias y excentricidades; a algo tan sencillo como olvidado en el ajetreo del día a día: sonreír.


El pañuelo de mamá, de Nwa Grace-James y Joelle Avelino (Beascoa)

Cuenta la autora de la historia que nutre este libro que, cuando su hija era pequeña y le leía otros cuentos, «se divertía especialmente cuando un personaje era, como ella, una niña de piel oscura, o cuando una historia trataba de cosas que le resultaban familiares». Impulsada por esa motivación, Chimamanda Ngozi Adichie (Enugu, 1977) ha escrito su primer libro infantil bajo un alias con el que pretende, por un lado, que sus obras de esta nueva vertiente tengan vida propia y, por otro, honrar a su madre, pues el pseudónimo significa de forma literal «la hija de Grace James». La aclamada escritora nacida en Nigeria y asentada en Estados Unidos, quien con humildad ha reconocido lo difícil que le resultó dar forma a un texto que finalmente ha visto la luz en septiembre de este año —y muy poco después, en España—, concibió el argumento de El pañuelo de mamá a partir de una anécdota de su propia experiencia como madre: la prenda del título, un pañuelo de raso que la propia Adichie/Grace-James vestía, como tantas mujeres africanas, actúa como hilo conductor de la narración y, dentro de esta, como vínculo intergeneracional y símbolo del hogar. «Quería ver a más niños negros en los libros, pero sobre todo, quería verlos haciendo cosas corrientes», ha expresado la autora, quien retrata con enorme sutileza las alegrías del día a día y los (re)encuentros familiares. Las encantadoras ilustraciones de Joelle Avelino inciden en la representación de la verdadera diversidad de la comunidad negra, rodeándola de vivos fondos que evocan el diseño del pañuelo y el mundo sin miedo al color de la niña protagonista. La artista de origen congolés-angoleño, que en su trayectoria anterior ha ilustrado historias inspiradas por mujeres empoderadas y migrantes, es el complemento perfecto a esta celebración del tiempo compartido en familia y de la herencia cultural en lo cotidiano. El pañuelo de mamá es un cuento delicioso y cálido, ideal para iniciar en la lectura y en valores que merecen ser portados con la cabeza bien alta.


El viaje de Cris, de Andreja Peklar (Siruela)

«Querida Cris: Hoy emprenderás un misterioso viaje, largo y a veces peligroso». Con estas palabras comienza una historia que evoca con formas sencillas y primorosas la transformación de una oruga en mariposa. Un trayecto que podría ser el de cualquier existencia y que, como las nuestras, nunca es del todo recto o falto de emociones, sino más bien al contrario: en El viaje de Cris hay desvíos, extravíos y hasta pasajes inquietantes que tienen que ver con la noche, la lluvia o un gran pájaro blanco que supondrá una seria amenaza para la supervivencia de la pequeña protagonista. La ilustradora y pintora Andreja Peklar (Liubliana, 1962), que ha recibido prestigiosos reconocimientos internacionales en casi dos décadas de trayectoria y ha expuesto su obra en numerosos centros de arte, enriquece la limpidez del argumento con su lenguaje gráfico singularmente poético y plástico, desde las propias guardas acualeradas que ya nos sumergen en los tonos verdes y violetas de ese mágico entorno natural en que se desenvuelve la narración. Elementos casi impresionistas cuya expresividad desemboca en el colorido tramo final del libro, que no en vano ha tenido una adaptación este año a cargo del Teatro de Marionetas de Maribor, fruto de la vinculación al mundo escenográfico de la autora eslovena. De algún modo esa tradición también se vuelca en esta especie de parábola universal a partir de la peripecia de una minúscula —y preciada— criatura, un viaje de maduración que plasma con franqueza el ciclo de la vida y la muerte: la oruga se irá topando con otras criaturas que llevan consigo un huevo, promesa de nacimiento y de futuro. Un círculo que se hace explícito en el epílogo, donde se explica de forma didáctica «cómo nacen de verdad las mariposas», completando las muchas enseñanzas de este álbum ilustrado de autora. Obra reflexiva y sabia para niños y niñas a partir de 4 años, pero capaz de conmover a los más vividos también.


El hombre cebú y la hermana pequeña, de Ana C. Herreros y Daniel Tornero (Libros de las Malas Compañías)

«Aprendimos que los cuentos son como la música: nos convocan para que estemos juntos y nos empujan a bailar sin pisar al otro». En el prólogo que firma Kilema, padrino del coro musical Malagasy Gospel, surgido en uno de los barrios más desfavorecidos de Tulear, ciudad de Madagascar, evoca los cuentos que le contaba su madre y que en parte recoge este libro: historias de la tradición oral malgache («Yo solo cuento lo que me han contado», leemos en algún punto del volumen) llenas de niñas intrépidas, niños que a base de lucha y constancia sacan a su familia adelante. Cuentos como el que da título a esta recopilación, el del ogro con cara de cebú al que vencían las más pequeñas, heroínas insospechadas, y que de algún modo evocan el entorno real, violento y patriarcal de aquel entorno; pero también la capacidad de superación, de cambio, de supervivencia y de sororidad. Ficciones que, en un país que tiene a un 60% de su población viviendo bajo el umbral de la pobreza, entienden el miedo como motor y no como parálisis, que hablan de valores como el respeto a la diferencia, el diálogo intergeneracional, la fuerza de lo colectivo y lo comunitario, así como de lo asombroso, de las engañosas apariencias y de las verdades poliédricas y polícromas. La narradora, editora y filóloga Ana C. Herreros (León, 1965), fundadora de Libros de las Malas Compañías, las adapta para su colección Serie Negra, cuyas ventas en este caso se destinarán a proyectos educativos que se desarrollan en Madagascar, y que persiguen el empoderamiento efectivo de mujeres y niñas, los colectivos más vulnerables en aquel difícil contexto. Empezando por su implicación en el propio proceso creativo de El hombre cebú y la hermana pequeña: los bordados de niñas de comunidades locales sirvieron de base al director de arte de la editorial, Daniel Tornero, para diseñar las preciosas ilustraciones que contiene. Como en el recuerdo de Kilema, en este libro hay animales y hay maridos que asemejan a las más fieras bestias; hay canciones y hay rimas en las que resuenan las historias dichas y oídas: «Callad, todos callad, / que oigo un pájaro cantar. / Es un niño que llora, / dadle de mamar. / Es un perro que ladra, / dadle de comer ya». Hay una dureza que no se esconde, junto a un mensaje de gran humanidad, esperando a ser compartido.

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