Nos dormimos las dos. Tú en mi mano, yo en la tuya.
La enfermera que se iba se ha escondido para vernos
(amor que se esconde para ver al amor)
y entramos en el sueño de los libres,
donde no hay obligaciones ni despacho.
Las lágrimas encharcan mi lado de la cama
y podemos en ellas echar una carrera
a ver quién llega antes a aquellas raras piedras que relucen.
Te empapa esa felicidad acuática
que siempre tuviste al ponerte el bañador.
Y en este sueño nos hacemos aguadillas
que nunca soporté pero ahora te suplico.
***
Tu, la que fuiste mi semilla,
vete detrás y ocupa tu lugar en el pasado.
Ya no eres la vibrante chispa
que convertía lo simple en alimento,
la que hacía fáciles las cuestas y bebía
la lágrima tibia y nuestra.
Eres más.
Debes viajar ahora
a los terrenos inestables del recuerdo
y quedarte sin vuelta, viendo crecer de lejos
los brotes de nuestros pasos,
que tanto y para siempre han cambiado.
***
Porque lloro. Porque todavía no he hecho mía esta verdad
esta inclemencia del tiempo que sabemos que no Existe,
es por lo que sé que estoy viviendo.
Y lloro también lo que en el fondo temo,
Esta muerte mía ineludible, que es por el momento tuya.
me deja aquí al lado sus señas y un calendario a estrenar.
Un calendario es lo mismo
que una cuenta atrás. Qué coincidencia.
Pero es también una cuenta hacia delante.
Qué coincidencia.
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