Miguel Calatayud: poética de la investigación ilustrada

«El significado que yo le daba a la ilustración de un libro consistía en visualizar y poner en páginas algo semejante a un mundo propio en el que todo —figuras, objetos y espacios— obedeciese a ciertos principios de concepto y diseño relacionados con la comprensión subjetiva de la realidad». Estas palabras extraídas de Constancia de imágenes y pesquisas (Kalandraka, 2021) sirven para comprender la labor concienzuda de Miguel Calatayud (Aspe, 1942) a lo largo de su trayectoria como creador gráfico. Aquel libro, una suerte de autobiografía a partir de la conversación imaginaria con su amigo Carlos Pérez (1947-2013), pone en contexto también la relación entre ambos, evocada estos días por una exposición del CCCC.

Trànsit il·lustrat parte justamente de su colaboración mutua en el seno de la institución, que en los primeros años 2000 daría lugar a sus ediciones ilustradas del Viaje en autobús, de Josep Pla, o La casa de Lúculo, de Julio Camba, y que se prolongaría con la publicación del libro conjunto Kembo (2010). Como coordinador gráfico de la fundación y museógrafo interesado en las vanguardias del XX, Pérez sabría apreciar el estilo personal y rompedor de Calatayud, arraigado en corrientes como el cubismo o el surrealismo, que se observa en la muestra. Esta incluye varias obras suyas en acuarela, enriquecidas por una selección de documentos y textos del autor que esbozan su peculiar poética de la investigación.

Historietista y diseñador gráfico además de ilustrador, a lo largo de una carrera de más de medio siglo plasmada en un centenar de libros, el artista alicantino ha abordado sus trabajos desde un innovador uso del trazo geométrico y el quebramiento de planos. Ese rasgo, junto con la explosión incontrolada de color, marcó desde sus inicios en la década de 1970 un estilo propio que lo ha mantenido alejado de las tendencias y, al mismo tiempo, precursor de movimientos como la Nueva Escuela Valenciana de la llamada línea clara. Aplicada también a la ilustración de literatura infantil y juvenil, su figuración centrada en formas y superficies fragmentadas no ha perdido modernidad con el paso de las décadas. Más bien al contrario: sigue dejando huella.

Premio Nacional de Ilustración hasta en tres ocasiones, siempre es buena noticia que una exposición como esta (que, como no podía ser de otra forma, alberga la Sala Carlos Pérez del CCCC) difunda y reivindique el arte admirable de Miguel Calatayud.

VISITA APTA PARA: Amantes de la independencia y la audacia gráfica en cualquiera de sus formatos.

VISITA NO APTA PARA: Ceporros ansiosos por embalar y etiquetar toda expresión creativa.