Horas críticas

Libros de la semana #121

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Colonialismo energético, de Josefa Sánchez Contreras y Alberto Matarán Ruiz (Icaria)

«No así. / A los llamados huertos / que colman horizontes / de placas de silicio / los derretirá el sol. / A los llamados parques / eólicos gigantes / con alma de carbono / se los llevará el viento». Estos versos del poeta granadino José María López Medina abren este libro que nace del amor de sus autores por el territorio y sus gentes, del compromiso con una transición energética que deje atrás de una vez por todas el obsoleto modelo de combustibles fósiles y energía nuclear. El Colonialismo energético que este ensayo colectivo define y pormenoriza es una de las claves de la catástrofe ecológica que ya representa este siglo del que aún no se ha cumplido ni una cuarta parte. Ya desde su nota inicial los coautores del libro, Josefa Sánchez Contreras y Alberto Matarán Ruiz, activistas socioambientales e integrantes del Laboratorio de Investigación y Acción Territorial (LIATE) de la Universidad de Granada, denuncian que la actual transición energética —que denominan corporativa— representa una «enorme fuerza destructiva que debemos desentrañar con rigor para evitar que los beneficios de una minoría sigan amenazando la existencia de la humanidad misma». Su estudio abarca cuatro territorios paradigmáticos de esta preocupante situación, mostrando las violencias extractivistas de los proyectos implantados y las diversas formas de resistencia local como reacción: el equipo del citado LIATE junto con el profesor Álvaro Campos atienden a lo más cercano, el caso español y en concreto granadino, cuyos territorios son sacrificados en aras de imponer esas contradictorias infraestructuras de greenwashing corporativista; Josefa Sánchez Contreras y el colectivo Geocomunes explican el corredor eólico que despoja de sus tierras al pueblo indígena zoque en el sur de México; Eva Fjellheim, investigadora y activista del pueblo sámi en Laponia (Noruega), describe el impacto de una estrategia similar en esa perifera europea cuyo pastoreo y forma de vida se ven cada vez más amenazados; y Alberto Matarán Ruiz aborda los megaproyectos de renovables en los territorios ocupados del Sáhara Occidental y las huellas actualizadas de un colonialismo histórico. Ante este panorama, solo queda una reducción del consumo desorbitado y una óptica marcadamente decolonial en una transición necesaria, pero inasumible en su configuración actual. Como señalan en su epílogo Adrián Almazán y Jorge Riechmann, ese nuevo enfoque pasa por «cierta forma de decrecimiento», pues «el green growth no es generalizable». Hay salida, hay alternativas y por tanto hay esperanza, pero sin duda fuera de este capitalismo verde salvaje que es, literalmente, insostenible: no se sostiene por ningún lado.


Maldiciones y malditos en Hollywood, de Patricia Prida (Luciérnaga)

En la era dorada de los grandes estudios, la meca del cine dio lugar a figuras legendarias de la gran pantalla que, no obstante, vivirían con el paso de las décadas su particular ocaso —o crepúsculo— y que, en no pocas ocasiones, protagonizaron una cara B raramente difundida: sucesos perturbadores, oscuros o directamente horripilantes que casi parecieran sacados de una de aquellas películas clásicas de terror o de cine negro, o incluso de ese cine underground y exploitation que surgiría después. La comunicadora, narradora y gestora cultural Patricia Prida, especializada justamente en las ficciones de género vinculadas a lo inquietante, lo enigmático, lo desconocido y lo oculto, ahonda en esa trastienda a través de las historias que componen Maldiciones y malditos en Hollywood, convenientemente subtitulado Glamour y tormento indivisibles. Cuenta en su introducción que, desde que era niña, se vio presa del séptimo arte y poco a poco empezó a escudriñarlo «más allá del espejo» hasta descubrir que «el mundo del cine contiene infinitos sueños maravillosos, pero también innumerables tragedias… e interminables misterios». O sea: una fábrica de pesadillas. En sus nueve capítulos, este libro revela turbadores relatos biográficos, combinaciones destructivas de elementos o circunstancias, relaciones abocadas a la tragedia y muertes, muchas muertes, en las más truculentas maneras imaginables. De la actriz de origen galés Peg Entwistle, que saltó al vacío desde la «H» del célebre cartel de Hollywood y generó toda una leyenda negra en torno a su figura; a la «combinación de desgracia, o negligencia, cigarrillos y alcohol», en los casos de Linda Darnell o William Holden; la conexión, a través de un escenario común —y lúgubre— y de la edad de su muerte, entre Jean Harlow y Sharon Tate; la nigromante nórdica Vampira y su affaire con el eterno y efímero James Dean, sujeto a desatadas leyendas urbanas post mortem; las tragedias paralelas de dos iconos exuberantes del cine, aunque lejanas en el tiempo, como fueron Jayne Mansfield y Dorothy Stratten; las muertes sin resolver de estrellas tan populares como George Reeves o la enorme Natalie Wood, y aquellas películas malditas que estaban abocadas a un destino siniestro, entre otras historias. Como escribe Prida, el brillo que siempre ha envuelto a aquellas estrellas nos transmitía «una falsa sensación de bienestar absoluto, carente de penas y preocupaciones», pero por desgracia no fueron más que «mera carne ante la dama de la guadaña, como todos los demás».


El proyecto fotográfico, de Manuel Blanco Pérez (Ed. Universidad de Sevilla)

Como otras artes, la fotografía ha vivido una verdadera transformación desde la irrupción y el asentamiento de lo digital en nuestra cotidianidad. Aunque, quizá como ninguna otra, esta es una de las disciplinas que más se presta a una reconsideración desde el punto de vista creativo: la multiplicidad y omnipresencia de las imágenes conducen hacia la insustancialidad de la obra fotográfica y la desmemoria, si bien al mismo tiempo surge una voluntad de recuperar el libro de fotografía como objeto —al igual que en otros ámbitos; pensamos, por ejemplo, en el disco de vinilo— y en tanto que encarnación de una forma artística distinguible y por tanto única, asociada a la mano y la cabeza del autor o la autora, que queda plasmada en el reportaje. El doctor en Comunicación y docente universitario de Periodismo, además de investigador, ensayista y reportero freelance Manuel Blanco Pérez (Sevilla, 1980) ha querido abordar en este libro cómo emprender El proyecto fotográfico que responda a tales intenciones en todas las fases de su desarrollo. Desde la concepción y los antecedentes históricos del tema tratado a su edición final en forma de fotolibro, tratando entre medias cuestiones como la visión personal y el basamento intelectual, la «percha» de actualidad y la ética fotoperiodística, la creatividad en la captura, la edición y la posproducción, y sobre todo la construcción de una historia a través de las imágenes. En su prólogo, la decana María del Mar Ramírez Alvarado compara los inicios del autor en la fotografía a los de dos gigantes de esta disciplina como Henri Cartier-Bresson y Ansel Adams, en el entorno familiar, y por eso su libro emana amor hacia este arte, mostrando sus «dimensiones humanas, científicas y sociales» con reflexiones desde diversos ámbitos del conocimiento. Se enriquece además el volumen con numerosas referencias a la literatura, el cine o las artes plásticas y las experiencias personales de Blanco Pérez, quien ha tenido la generosidad de acompañar el texto con trabajos fotográficos propios en lugares como Palestina, Siria o el Sáhara. El fotoperiodista sevillano, que se ha inspirado en su amplia trayectoria en maestros como Gervasio Sánchez, Ricky Dávila o Pablo Juliá, y que ve pisar fuerte a los más recientes Laia Abril o Manu Brabo, asegura que «fotografiar nuestros días nos vuelve inmortales; nadie se va del todo de ninguna parte si hay fotografías del mundo y las personas que alguna vez fueron nuestras».


Una vida posible, de José Alejandro Adamuz (Ediciones Menguantes)

«Solo podía usar mapas imaginarios o sus recuerdos de los mapas reales, pero eso era suficiente», comienza este libro citando a John Cheever. Su autor, el periodista de vocación nómada José Alejandro Adamuz (Olesa de Montserrat, 1976), se dedica en estas páginas a hacer crónica de sus muchos viajes para diversos medios. También de su decisión de «vivir a toda letra», atesorando párrafos —como si fueran auténticas «revelaciones»— de libros, prensa, cuadernos o redes sociales. Para su debut literario ha aunado ambas pasiones, viajera y bibliófila, en un proceso creativo que denomina «geolibresco» por haberse formado sobre materiales de sus muchas lecturas, con el resultado de una fascinante amalgama. Una vida posible, objeto físico precioso de Ediciones Menguantes, canaliza las voces de esos otros investigadores y trotamundos que atraviesan áreas del conocimiento tan diversas como la psicología, el conservacionismo, el arte contemporáneo, el urbanismo o la neurocirugía, aunque la base siempre sea el periplo hecho literatura o viceversa, pues «la afirmación del viaje llega con la escritura». Un ensayo-diario repleto de ideas, anotaciones y listas, fragmentado como la memoria volátil de una travesía poco común, en que el escritor barcelonés, acompañado de autores populares y no tanto (Michel Onfray, Rodrigo Rey Rosa, Martha Gellhorn…), bordea territorios limítrofes desde la audacia de quien tiene todo por descubrir, porque el suelo que pisa es el del papel. De ahí que lo importante a su parecer no sea a qué lugares se va, sino «cómo se ven esos lugares y, sobre todo, cómo esos lugares acaban abandonados». Y un poco también el que lo cuenta. Un libro de lo más recomendable para amantes del viaje como experiencia, de la vida como viaje de ida y vuelta, y de la lectura como todo eso; un libro del que más vale que se mantengan alejados aquellos que se contentan con las visitas en serie y los free tours del pensamiento. Para empezar, embarcarse en esta lectura presupone las ganas de explorar territorios desconocidos, sin miedo alguno a la incertidumbre: «Todo viaje comienza con la urgencia de partir, cuando se abre un hiato más o menos extenso en el tiempo que es vivido con incomodidad e impaciencia hasta que por fin llega el día de la partida: el presente estorba porque la esperanza ha quedado postergada al futuro, donde intuyes la posibilidad de otra vida». Este exquisito libro es la evocación de esos porvenires alternativos, probables, preferibles, pero sobre todo posibles.

2 Comentarios

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