MURO
Cargado de ausencias, de sabios y grillos,
el hombre se estrella en la hueca noche
con el olfato averiado y la brisa fumando su fiebre.
En el volumen del tiempo
la fe se tropieza arruinada,
el turbio gemido de las cloacas se extiende…
Con la sed en el rumbo plúmbeo
entre los vientos extendidos y el barro,
sin trabajar el sudor,
sin que tus visiones te ingieran,
así se espera el amanecer
(con algo más de fuego en los bolsillos).
Luego, en el séptimo despertar,
las eternas ojeras te calumnian
y las orugas continúan presas en el muro.
Este viejo sol está harto de brillar.
(8-72)
ESTAR ENTERO, SENTIRSE AGUA
ya llovida, ventolina meciéndose
en la avenida, sangran
farolillos su oro al mar,
nada llenándome, tu palabra
no me toca, soy yo.
Larguísimo instante sin latidos:
ocurrimos como el pasar de hojas
en la noche.
(1-74)
TÓRTOLAS DRENAN LA LLUVIA
de bucles de virgen de agua,
sisea el viento en el anillo rojo
del cardenal,
su rostro se vaporiza
mas quedan jirones de luz
por el corredor,
el gorjeo de sirlí de plata
en las hojas del río:
doquiera el pájaro esté,
la agilidad de las montañas.
(2-74)
TENSA EL PELLEJO
de la noche
el vuelo del pájaro
antorcha,
arborece al pie
del légamo
como un anciano saúz
y en el arribo del alba
no es otra cosa que el sol.
(1-5-74)
ERES UN BUEN MOMENTO PARA MORIRME
A María José
Amaneciendo y anocheciendo
a un mismo tiempo,
cariño, ¿no es ésta la forma
en que te gustaría vivir?
En mi cabeza hay un álbum
de fotos amarillentas
y lo voy completando con mis ojos,
con los más leves ruidos,
atrapando olores en el aire
y en cada sueño que sueño.
¿Sabes una cosa, pequeña?
La última página de mi álbum
tiene tu boca lluviosa mordiéndome un labio,
un disco de rock’n’roll
y calcetines de colores.
Mis ojos han sido rápidos,
te he hecho el amor con la ropa puesta
a través de una
larga pajita dorada
mientras cruzabas la calle
con el cabello ardiendo.
Pero ahora son tus pies
quienes dan mis pasos,
¡así que no te equivoques
pues me caería!
Te bebo en cada vaso de agua
que sacia mi sed,
mis palabras son claras como niños pequeños
o espesas como semen empapando cortinas,
pero hoy tengo que inventar
un nuevo idioma
para conversar con tus tiernos maullidos eléctricos
y los gritos de euforia
de la gente que vive en tu cabeza.
Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.
(14 diciembre 75. Último poema)
Cuarenta contra el agua. Antología poética Félix Francisco Casanova Demipage (Madrid, 2010) 80 páginas 14,00 € |