Me hice mayor un domingo
en que los pájaros
chocaban contra las ventanas
y morían al borde
aaaaaaaaaaaade la noche
era fácil envolver sus
cuerpos inertes
como posos de un arroyo
que nunca desembocaría
debajo del agua quedó
la muesca de su vuelo
hoy tengo las uñas negras
de intentar su memoria.
Retirarme a un lugar cobijado
o dormir hasta el alimento
existen cosas más placenteras
llevarse el puño seco a la boca
darle la forma exacta de algún origen
también
aaaaaaaestirar la mano colocársela
encima de la cara y registrar el gesto
de la incomodidad
no hay nada más placentero
que chocar cuerpo con cuerpo
para aplazar el hambre.
Sabemos del hueco en la noche
y aun así sucede: / la montaña
nos habla con su lengua de nieve.
Me faltaba todo por saber
¿en la lejanía hay letargo
o solo admiración?
¿qué desnudez tienen los pies
de los países enfrentados?
¿esta luz amarilla sobre nuestra piel
responde a la espera bondadosa?
¿Acaso es una herida? ¿Qué es una herida?
¿Pasear es un encuentro con el hambre?
¿Enfermaremos en esta ausencia
que nos mengua?
Tal vez no hay madriguera,
tal vez simplemente
nosotras
volcamos
un asombro
lento
hacia la despoblación.
Matar la geografía de los cuerpos de piedra Laura Sanz Corada Ediciones en el mar (España, 2022) 74 páginas 12,00 € |