En verso

Deseo de ser árbol

Una mosca choca contra el cristal

Una mosca choca contra el cristal de mis gafas,
luego apoya las patas en mi frente húmeda.
La gota de sudor que empieza a sorber
es para ella un estanque.

En otro lugar poco iluminado de la estancia,
demasiado oscuro para que mi mente pueda
aaaadescribirlo,
estarán sus larvas recién eclosionadas.

Imagino la mosca entregando la gota sucia que
aaaaexpulsó mi cuerpo
a sus fauces minúsculas y sedientas.

Lo que para uno es exceso, para otro es alimento.

 

Mi abuelo amaba las flores

Mi abuelo amaba las flores.
Cuando me hablaba, de su boca
salía polen. Así me bendecía.

Mi abuelo salía al jardín
y en secreto agarraba una flor
y la olía y la olía hasta consumirla.
Luego escondía los restos en la camisa
para que nadie sospechara.

Mi abuelo murió con una flor entre los dedos
y con la boca abierta.

Mi abuelo envuelto en pétalos en un sillón
parecía hablarme de la vida,
parecía decirme:
mira, qué poco dura,
pero cómo resplandece.

 

Frente a mi cuerpo, el cuerpo

Frente a mi cuerpo, el cuerpo inmenso
de la casa familiar.
Como fantasmas, los cuadros de brocha gorda
me hablan en un idioma que no comprendo,
me hablan en la lengua de los padres.

Son ángeles bondadosos,
me colocan las uvas frescas en los labios,
saben que, una vez mordida,
la fruta se pudre.

Por eso me invitan a que me quede,
a que baile por las estancias vacías,
donde nadie me ve,
mientras el suelo se llena de cáscaras y nueces
y semillas y bocados de Adán.

En el fondo de la habitación, a oscuras,
me toco el cuello
y mi nuez también cae al suelo.
En el fondo de la habitación, a oscuras,
donde nadie la ve,
mi palabra desnuda y retorcida
se alza como una primavera.

Los cuadros de la casa ya se quedan callados y
aaaaquietos.
Cómo explicar que el deseo
no suplica vastedad,
sino amplitud,
cómo explicar que nunca he podido abrir la puerta
por más que tenga el pomo en mi mano.

 

Al comienzo de esta vida

Al comienzo de esta vida, ciego,
como una lombriz recién eclosionada,
no hay nada que me haga pensar
que existe un mundo fuera de mí.

Si palpo tu vientre, madre, lo confundo con el mío.
Y, sin embargo, mi mano alcanza una frontera.

Más tarde aprenderé
que, al cruzarla,
todo es pérdida,
todo es hambre.

 

 

 

Deseo de ser árbol
Ángelo Néstore
Espasa
(Barcelona, 2022)
80 páginas
13,90 €

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